«El viaje fue movido. Atravesar un agujero de gusano no es precisamente agradable, y menos el que conecta nuestro sistema solar con la región 2 del brazo de Perseo. Eso sí, al llegar la vista es espectacular, con enormes nubes de gas rodean a las estrellas. Estamos en la región Cassiopeia OB, una zona en la que se están formando nuevas estrellas a
partir del hidrógeno que flota y brilla con un tono rojizo. Ponemos rumbo al territorio marcado en el sistema de navegación, una nube HII que alcanzamos a ver a lo lejos, llena de distintas condensaciones, con largos filamentos de humo que se deshacen en el espacio. Según la pantalla es Sh2-162, os envío una imagen que acabo de sacar. Algo llama poderosamente mi atención, algo esférico… Parpadeo varias veces para cerciorarme de que lo que estoy viendo es real. ¿Una burbuja? Marcus, mi ayudante de a bordo, me mira estupefacto. Efectivamente, frente a nosotros se halla, flotando en el vacío, una inmensa burbuja de gas, una maldita pompa de jabón. He visto esferas en mis viajes, he visto estrellas que al morir expelen nubes redondas, pero esto… esto es distinto. Nos acercamos bajando la velocidad, siendo conscientes de lo verdaderamente grande que es esa esfera, perdiéndose sus bordes en la vastedad del abismo. En su interior brilla una enorme estrella que parece invitarnos a pasar. Haciéndole caso, nos disponemos a cruzar el borde de la esfera, tras el cual nos recibe una inmensa corriente de aire que desvía la trayectoria de la nave y la zarandea como si fuera una mariposa volando en un huracán. En medio del ajetreo y las turbulencias decidimos detener los motores y dejarnos llevar, a la espera de que amaine un poco y podamos retomar el control. Y navegamos sin rumbo…»
Si me preguntaran cuál es mi objeto favorito no sabría contestar, pero lo que sí tendría claro es que NGC 7635 estaría en mi lista más selecta. En la constelación de Casiopea, lindando con Cefeo, y a una distancia entre 7.000 y 11.000 años luz, se encuentra esta región HII en la que destaca, en fotografías de larga exposición, una curiosa formación. Es una burbuja de gas que se ha formado a partir de una estrella Wolf-Rayet (en esta otra entrada hablábamos de NGC 6888 y su estrella Wolf-Rayet). Estas estrellas, a grosso modo, son estrellas muy masivas y de vida muy corta que pierden de forma rápida la envoltura de gases que las compone, promoviendo la formación de fuertes vientos que empujan la nebulosa hacia el exterior, provocando la aparición de caprichosas formas. Este gas se ioniza por la radiación ultravioleta de la estrella en cuestión, BD+60 2522, y ya tenemos el espectáculo servido. Es sólo cuestión de tiempo que esta estrella llegue al final de su vida, colapsándose y estallando en forma de supernova, destrozando entonces cualquier atisbo de burbuja que pueda quedar aún.
Es una nebulosa difícil de observar, que requiere instrumentos grandes para distinguir los detalles más finos. Sin embargo, algo podremos ver… Con mi Dobson 305 mm he necesitado dos noches para conseguir ver lo que plasmo en el dibujo. A bajo aumento destaca la nebulosidad asociada a BD+60 2522, con la forma de una hoja de árbol. Esa zona de gas es, en realidad, uno de los extremos de la circunferencia (una circunferencia no tiene extremos, pero entendemos la intención). Detrás de ella brillan reminiscencias de la región HII que rodea a toda la región, fácilmente visibles también. A diferencia del UHC, el filtro OIII me sirvió para ver estos detalles más definidos, obteniendo la mejor imagen a 125x (a mayores aumentos la nebulosa es más débil). Tras un buen rato adaptando la visión y sabiendo dónde mirar comenzó a hacerse patente la parte más oriental y brillante de la burbuja, de la circunferencia propiamente dicha.
Emociona poder ver atisbos de esta esfera, aunque no pudiera «cerrar» el círculo por completo. No obstante, la apunto a la lista de objetos para ver una y otra vez bajo todos los cielos. Estoy seguro de que al final, a base de práctica y hábito, una noche la burbuja aparecerá como por arte de magia.
PD: muy cerca de NGC 7635 está el famoso cúmulo Messier 52. Le dedicaremos otra entrada exclusiva, pero mientras tanto no estaría de más echarle un vistazo, sorprende con cualquier instrumento que se vea (en buenas noches se ve fácilmente a simple vista como una pequeña mancha entre Casiopea y Cefeo).
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