“Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…” podría ser un buen comienzo para la entrada de hoy, y su título sería más acertado que el de la película que se estrena en breve, ya que en la gran pantalla toda la historia transcurre en una misma galaxia, y en el caso que nos ocupa las protagonistas son varias de ellas. Centrándonos en el tema, hoy vamos a hablar una de las mayores catástrofes naturales que podemos observar con nuestros propios ojos, una colisión de proporciones cósmicas, nunca mejor dicho, al alcance de telescopios de mediana abertura. Me refiero al Quinteto de Stephan, también llamado Hickson 92 o Arp 319.
Descubiertas por el francés Édouard Stephan en 1877, fue el primer grupo compacto de galaxias conocido. Por esa época, claro está, nadie se podía imaginar que esas pequeñas nebulosas que tanto poblaban el cielo eran en realidad universos plagados de estrellas (hasta 1924 no se conocería su verdadera naturaleza). Stephan descubrió unas 800 de estas nebulosas, casi todas ellas formando agrupaciones muy tenues y juntas.
El quinteto de Stephan es una agrupación de cinco galaxias de una magnitud alrededor de 13, que se extienden por un espacio de apenas 4 minutos de arco, lo cual da una idea de lo cercanas que están. En la siguiente fotografía podemos apreciarlas en todo su esplendor. Sus componentes son NGC 7317, NGC 7318A, NGC 7318B, NGC 7319 y NGC 7320. A mediados del siglo XX se encontró que estas galaxias se alejaban de nosotros a velocidades en torno a 6.600 kilómetros por segundo, exceptuando a NGC 7320, que lo hacía a unos 786 km/s. Según la Ley de Hubble, esto significa que dicha galaxia se encuentra mucho más cerca, ya que, en resumidas cuentas, cuanto más lejos está un objeto de nosotros, más rápidamente se aleja (es el fenómeno del corrimiento al rojo, que ya vimos en esta entrada). Además, para corroborar dicha afirmación, en las fotografías se llegan a individualizar estrellas en NGC 7320, mientras que las otras galaxias permanecen irresolubles.
Este grupo de galaxias se encuentran a unos 280 millones de años luz de nosotros, estando NGC 7320 bastante más cerca, a 39 millones de años luz. Parece ser que esta última se encuentra gravitacionalmente asociada a NGC 7331.
NGC 7318 hace referencia a dos galaxias distintas, NGC 7318 A, una galaxia elíptica, y NGC 7318 B, una espiral barrada. La colisión de ésta última con su compañera, que está teniendo lugar actualmente y es la última en entrar a formar parte del grupo, ha formado una onda de energía que puede apreciarse en fotografías, una especie de filamento formado por estrellas y gas que han sido desahuciados de su hogar y lanzados con fiereza al espacio. Este filamento produce una importante cantidad de Rayos X, que el telescopio Chandra ha captado hace unos pocos años, una inmensa nube mayor que nuestra Vía Láctea. Si hay algún planeta con vida entre esas estrellas, sus habitantes deben estar contemplando un paisaje sobrecogedor.
NGC 7317 es una galaxia elíptica algo menor que sus compañeras, partícipe también de esta múltiple colisión entre sistemas. Al otro lado encontramos a NGC 7319, una espiral barrada con dos brazos totalmente deformados. Un filamento de detritus comunica esta galaxia con otra pequeña que se encuentra muy cerca, si bien su magnitud de 16.7 la pone fuera del alcance de la mayoría de los telescopios. Fue “enganchada” hace unos mil millones de años por el grupo de galaxias, y aunque su unión es más débil, sigue formando parte de ellas. NGC 7319 es, además, una galaxia de tipo Seyfert (aquí puedes leer más sobre ellas).

Fotografía realizada por Aniceto Porcel y Miguel Sangón
Ya terminadas las presentaciones podemos pasar a la observación. Para disfrutar del Quinteto de Stephan es necesaria, además de una noche bien oscura y una buena abertura de telescopio, una atmósfera estable. Un buen seeing será primordial porque necesitaremos usar bastante aumento para verlas lo mejor posible. Se encuentran muy cerca de NGC 7331, por lo que esta bonita galaxia bien merece una visita de camino. La primera vez que las vi la atmósfera estaba especialmente calmada, y me sorprendí de lo claras que pude verlas.
A bajos aumentos se aprecia perfectamente una nubecilla muy tenue que contrasta con la nitidez de las estrellas. A 125 aumentos ya pueden distinguirse varias manchas muy pequeñas y muy juntas entre sí. Necesité subir a 214 aumentos para obtener la mejor imagen, individualizando perfectamente cada una de las componentes. NGC 7318 no era difícil de resolver, como una débil nebulosa doble con sus miembros muy unidos. La visión periférica es fundamental para apreciar los mínimos detalles que podamos ver. NGC 7320 es algo más grande que el resto, siendo NGC 7317 la menor, justo al lado de una débil estrella. Intenté encontrar NGC 7320C, sin tener una clara referencia de su sitio, pero no fui capaz. Quizás con una buena noche y sabiendo su lugar exacto pueda, al menos, intuirse. La última noche que las volví a visitar la atmósfera estaba algo movida, y la calidad empeoró, si bien descompuse sin problemas cada uno de sus miembros. Es una visión muy sugerente poder ver tanta mancha en un espacio tan reducido, y más aún saber lo que implica.
Ver el Quinteto de Stephan es una oportunidad única para disfrutar y aprender en directo cómo se relacionan las galaxias entre sí, como interactúan y evolucionan. Dentro de unos miles de millones de años probablemente no exista ningún quinteto, sino una gran galaxia elíptica, mucho más brillante que los componentes actuales. Dudo que haya nadie en la Tierra para verlo cuando ocurra, pero mientras, no tenemos excusa para no deleitarnos con su visión e imaginar lo que debe ser una verdadera “Guerra de las Galaxias”.
Aquí está la imagen con la identificación de cada uno de los componentes del quinteto.
Pingback: Entre galaxias en Pegaso | El nido del astrónomo
Pingback: Vapor de agua extragaláctico (M106) | El nido del astrónomo
Pingback: El Septeto de Copeland | El nido del astrónomo
Pingback: El Supercúmulo de Perseo-Piscis (3ª parte) | El nido del astrónomo
Pingback: Hickson 61, “la caja” | El nido del astrónomo
Pingback: De su padre y de su madre (Arp 143) | El nido del astrónomo