Herbig… ¿qué? Antes de profundizar un poco en este interesante tema vamos a presentar a NGC 1333, ya que ambos se encuentran estrechamente unidos. NGC 1333 es una nebulosa de reflexión, una inmensa masa de gases que ha dado lugar a las estrellas que engloba en su interior, entre las que destaca BD+30 549, y cuya luz ilumina el gas circundante que llega a nosotros 780 años después, que es la distancia, en años luz, a la que se encuentra del Sistema Solar. Las estrellas nacidas en el seno de NGC 1333 tienen una edad ínfima, menor a un millón de años, lo cual quiere decir que estamos ante una verdadera guardería estelar. Dichas estrellas son invisibles a nuestros ojos, ya que se encuentran parapetadas tras enormes nubes de gas, formando todo parte de la Nube Molecular de Perseo, que ocupa una región de 600 años luz de longitud y que engloba multitud de nidos de estrellas en plena efervescencia. Sin embargo, el telescopio Chandra de rayos X y el Spitzer (en infrarrojo) han logrado penetrar en esa nube y mostrar las jóvenes estrellas escondidas, que podemos ver en la siguiente imagen:
Gracias a ella se han podido contar 91 estrellas adicionales que nunca habían dado la cara, y se pueden apreciar también, de color rojo, filamentos de gas que son una muestra de las intensas fuerzas que tienen lugar en la formación de estrellas. En imágenes con una mayor resolución se llegan a apreciar los interesantes objetos que dan título a este capítulo, y a los que nombramos en la entrada dedicada a M8, la Nebulosa de la Laguna.
Los cuerpos de Herbig-Haroreciben ese nombre en honor a sus descubridores, que en 1945 vieron que estos objetos no eran simples nebulosas de emisión, estudiando tres de ellos en NGC 1999, en Orion. Consisten, básicamente, en regiones de gas asociadas a una estrella recién nacida. Alrededor de dichas estrellas suele haber un disco de acreción, un disco de materia y gases que va girando a su alrededor, adquiriendo grandes velocidades en las regiones más internas de la órbita, por lo que son despedidas en forma de chorros polares en direcciones opuestas, conocidos como jets. Este gas caliente que sale a tal velocidad se encuentra a su paso con la nube molecular que preside toda la región de formación, de forma que ioniza sus gases y estos comienzan a emitir luz propia. Los cuerpos de Herbig-Haro durante tan sólo unos pocos miles de años y, debido a la rapidez de sus componentes, van evolucionando en su forma a una escala que podemos apreciar desde la Tierra. En la siguiente imagen podemos ver cambios ocurridos desde 1994 hasta 2007, avanzando claramente el chorro principal.
En NGC 1333 se han encontrado, como ya comentamos con anterioridad, un gran número de estos cuerpos, fotografiados el Hubble. En la siguiente imagen se pueden apreciar varios de ellos. En NGC 1999 se pueden ver, al menos, dos cuerpos Herbig-Haro con telescopios de mediana apertura, si la noche es buena y se usan suficientes aumentos. Sin duda tendrán su lugar entre estas entradas en poco tiempo.
Entramos ya en la observación de NGC 1333, la protagonista de esta historia. Es fácil de situar, ya que rodea a una brillante estrella cerca de Algol o Beta Persei, inconfundible a los pies de la constelación. En un primer momento, a 65 aumentos, no sabía que buscar y me encontraba algo deslumbrado por la linterna roja, así que esperé unos segundos, hasta que pude comprobar la presencia de una débil nebulosidad rodeando a la estrella principal, que forma una especie de rombo estrecho junto con otros tres astros. Ni el filtro UHC ni el OIII mejoraban la imagen, como ocurre con las nebulosas de reflexión, así que dejé todo en manos de la adaptación visual y las distintas técnicas para ganar magnitudes (visión periférica, relajación del ojo, respiración tranquila o rápida…).
A 125 aumentos, y tras unos pocos minutos, conseguí ver otra región densa a su izquierda, también con forma relativamente circular. Con la visión completamente adaptada (nunca es completamente, siempre se podrá más, o al menos esa es la actitud que, creo, debemos tener) remanentes de nebulosidad aparecían a su alrededor, comunicando las dos zonas principales más brillantes. Continué mirando hasta que mis ojos dijeron basta y di por terminada la observación de NGC 1333, sin saber su verdadera forma hasta que luego pude comprobarla en fotografías. Impresiona conocer la naturaleza de esas débiles nubes casi imperceptibles a la vista, y pensar que guardan en su interior objetos tan exóticos como los cuerpos de Herbig-Haro, como un puñado de palomitas de maíz que, a cámara lenta, se abren en su núcleo y se van expandiendo a grandes velocidades. El cielo no dejará de impresionarnos.
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