En el cielo encontramos una gran variedad de nombres de descubridores que han aportado su granito de arena haciendo del cielo un lugar más familiar. Lucian Kemble, un sacerdote de la orden de los Franciscanos, se encontraba en 1980 mirando el oscuro cielo de Camelopardalis. Esta constelación, cuyas estrellas más brillantes son de magnitud 5, hace referencia a la jirafa, animal que los griegos creían formado por una cabeza de camello y cuerpo de leopardo (de ahí Camello-Leopardo, Camelopardalis). A pesar de la oscuridad de esta agrupación de estrellas, esconde en su interior una enorme variedad de joyas al alcance de unos simples prismáticos. Lucian Kemble descubrió, en 1980, una curiosa alineación de estrellas que van de la magnitud 5 a la 10, ocupando un área relativamente grande en el cielo, de aproximadamente cinco lunas llenas. En conmemoración a este astrónomo amateur se le denominó a la línea de estrellas la Cascada de Kemble, siendo un objeto especialmente agradable para disfrutar con unos prismáticos, que nos mostrarán una bonita hilera de estrellas tan rectas que parece que alguien las ha colocado ahí a propósito. Pero aún hay más, y es que esta cascada de estrellas nos sirve de puente para localizar dos interesantes objetos: un cúmulo abierto y una bonita nebulosa planetaria.
NGC 1502 se halla cerca del final de la cascada, y se aprecia con unos prismáticos como una pequeña mancha difusa. Es un joven cúmulo de estrellas que no supera 5 millones de años de edad. Destacan en el centro, a primera vista, dos brillantes estrellas que constituyen un sistema binario conocido como Struve 485. Muy cerca se encuentra otra estrella triple, catalogada como Struve 484, con sus componentes de menor brillo. Estos grupos se encuentran flanqueados por una treintena de estrellas de diferente brillo, otorgando una visión especialmente interesante a 214x. Sin duda el mayor atractivo de esta agrupación de estrellas son sus dos componentes más brillantes que parecen presidir el conjunto con un fuerte color amarillento. Se encuentran a una distancia estimada entre 2.000 y 3.000 años luz, y en el campo de unos prismáticos comparten escenario con el siguiente objeto que nos ocupa.
La planetaria NGC 1501 es un pequeño anillo de humo en el cielo, una nebulosa de tipo anular que descansa justo cuando termina la cascada de Kemble, como si el fin de ésta fuera indicar su posición a los navegantes estelares. Se encuentra a 5.000 años luz de nosotros y su envoltura alcanza un diámetro de 1.4 años luz, lo cual habla en favor de su relativa juventud (conforme pasen los años la nebulosa se irá expandiendo progresivamente hasta que sus gases acaben difuminados, perdiéndose de la vista y formado parte del gas interestelar que, en las circunstancias adecuadas, dará lugar a la formación de nuevas estrellas).
Ya a 125 aumentos se aprecia su forma redonda, con un tamaño cómodo para ser una nebulosa planetaria, de unos 52 segundos de arco. Posee un alto brillo superficial, y si la noche es buena no es difícil distinguir el aro exterior. La noche que observé a NGC 1501 el cielo estaba especialmente limpio y los filtros no podían ofrecerme mucha mejoría, aunque en general la mayoría de observadores coincide en que mejora bastante con el filtro OIII. El anillo era claramente visible a 214 aumentos, y una tenue estrella brilla tímida en su centro, más evidente con visión periférica. Es la estrella que se está apagando, y que brilla con una magnitud de 14.5, necesitando para verla una apertura generosa y una claridad de cielo importante. NGC 1501 se conoce con el sobrenombre de la “Nebulosa de la Ostra”, y está claro que la estrella central es la joya que guarda con recelo. Dentro de unos miles de años será invisible a nuestros ojos, pero mientras nada nos impide disfrutar de esa delicada perla blanquecina y lejana.
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Fantástico trabajo, como siempre. Da gusto leerte.
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