La zona que rodea al Can Mayor, que en estas fechas se sitúa en un lugar privilegiado (un poco bajo, desde luego), ofrece dos objetos muy similares entre sí visualmente, pero totalmente opuestos en su naturaleza, a muy poca distancia entre sí. El primero es NGC 2298, un bonito cúmulo globular que se sitúa a unos 30.000 años luz de nosotros. M79 era, si recordamos el anterior artículo, un componente de la Galaxia Enana del Can Mayor, una galaxia en interacción con la nuestra cuyas estrellas se dispersaban a su alrededor en forma de filamentos alargados. Al igual que M79, NGC 2298 es un cúmulo globular perteneciente a dicha galaxia, y como tal, sus estrellas son algo más jóvenes que las del resto de globulares de la Vía Láctea. Es bastante pequeño, de unos 50 años luz de diámetro, y los estudios sugieren que está perdiendo estrellas a grandes velocidades, debido a las fuerzas de marea que genera nuestra galaxia. Pero no debemos preocuparnos, pasarán miles de años hasta que sus estrellas se dispersen y se entremezclen con las nuestras, así que tenemos tiempo de sobra para observarlo.
Su principal contrapartida a la hora de verlo es su baja altitud sobre el horizonte, en los dominios de la constelación de la Popa, a medio camino entre ésta, Columba y el Can Mayor. Su localización no resulta complicada si bajamos a partir de kappa Canis Majoris. Eso sí, habrá que elegir una noche estable y con un horizonte sur lo más oscuro posible si queremos sacarle provecho. La noche que lo observé me recreé en él, ya que los cúmulos globulares no abundan en esta estación del año, así que su visión siempre es de agradecer. A bajos aumentos se apreciaba sin problemas como una esfera pequeña y perfectamente redondeada de unos 3 minutos de arco de diámetro, con un núcleo más brillante. Coloqué el ocular de 5 mm, que da a mi Dobson de 30 cm unos 300 aumentos, y sonreí cuando comprobé que varias estrellas saltaban sobre esa esfera, que había aumentado de tamaño. Conté una docena de débiles estrellas, con algunas en el límite de la visión del telescopio. La mayor parte de los componentes del cúmulo son de magnitud 16, con lo que no es de extrañar su tímida apariencia. Destaca un fuerte gradiente luminoso, de forma que el núcleo es bastante más brillante que la periferia, diferenciándose de forma brusca el límite que los separa. Una imagen para recordar, sobre todo teniendo en cuenta que es una esfera formada por miles de estrellas que pertenecen, ni más ni menos, a otra galaxia.
El siguiente, al suroeste del Can Mayor, es un objeto singular, un imitador, un cúmulo abierto cuyo afán es ser un globular, y no es de extrañar su envidia sana. De hecho, lo hace tan bien que NGC 2243 parece un cúmulo globular más claramente que el anterior NGC 2298, y engañaría a cualquiera que no se informara previamente. Está situado a la mitad de distancia que su compañero, a casi 15.000 años luz, y sus estrellas se disponen formando un núcleo denso y una periferia redondeada a modo de esfera. Son estrellas de edad bastante avanzada, llegando a los 4.000 millones de años, algo inusual para un cúmulo, pues lo normal es que tras ese período de tiempo sus componentes se hayan dispersado por el espacio.
NGC 2243 se encuentra justo en el borde del Can Mayor con Columba, por lo que también tendremos que observarlo cuando contemos con un horizonte sur lo suficientemente limpio. En lo primero que uno piensa al ver NGC 2243 es, como ya hemos adelantado, en un cúmulo globular. Una mancha nebulosa perfectamente circular de algo más de 5 minutos de arco de diámetro parece mirarnos desde lejos, con una treintena de débiles estrellas que hacen su aparición titilando con magnitudes superiores a la 13. En los momentos en los que la atmósfera se libra de las turbulencias la cantidad de estrellas apreciables aumenta enormemente, insinuándose muchas de ellas por toda su superficie. El núcleo es más brillante, degradándose a medida que nos acercamos a la periferia. Uno no puede dejar de preguntarse cómo puede ser tan similar a los globulares que ya hemos visto, y la respuesta nos trae a la mente una imagen plagada de estrellas y nos confunde, aunque en este caso no creo que nos importe demasiado.