La primavera es el preludio a una estación repleta de enormes esferas formadas por miles de estrellas, los cúmulos globulares, que aparecen cada vez con más frecuencia conforme nos vamos acercando al centro de la Vía Láctea. En esta época del año podemos ver algunos de los grandes globulares, y no podríamos hablar a conciencia de ellos sin mencionar uno de los más impresionantes que podemos contemplar con cualquier instrumento, e incluso a simple vista si la noche es oscura. Nos referimos a M5, un imponente cúmulo globular que camina entre las constelaciones de la Serpiente y Libra, y uno de los pocos objetos del catálogo Messier que fue descubierto con anterioridad. En concreto, Gottfried Kirch lo encontró en 1702, y no fue hasta 1764 cuando Messier lo sumó a su lista de objetos celestes. Poco después, siguiendo la estela de la mayoría de globulares brillantes, M5 fue resuelto en estrellas por William Herschel, que contó unas doscientas en su interior.
M5, también denominado NGC 5904, es uno de los mayores cúmulos globulares que rodean a nuestra galaxia, con un diámetro de unos 165 años luz, si bien su influencia se deja notar en un espacio de hasta 400 años luz. Cuenta con el honor, además, de ser uno de los cúmulos más antiguos que se conocen, con una edad que oscila entre los 11.000 y los 13.000 millones de años. Si tenemos en cuenta que la edad estimada de nuestro universo es de 13.700 millones de años nos daremos cuenta de que M5 es un verdadero fósil viviente. Sus estrellas, en su mayoría amarillentas y rojizas, tienen una magnitud superior a 12, y se agolpan hacia el centro produciendo un marcado gradiente. Si bien Herschel contó 200 componentes, más de 100.000 se pueden encontrar con los medios actuales, con algunas estimaciones que hablan de hasta 500.000 estrellas. Pensemos por un momento en la sobrecogedora densidad de estrellas que reinará en M5, especialmente en los 30 años luz de su región central, en los que se acumula la mitad de la masa total de esta gran familia.
Entre sus componentes se han encontrado 105 estrellas variables, entre las que hay 97 estrellas de tipo RR Lyrae. Estas estrellas, como explicábamos en esta entrada, han dejado atrás su fase de gigante roja y producen pulsos de brillo en base a cambios de temperatura. El interés de estas estrellas es que presentan una relación constante entre la magnitud absoluta y la frecuencia de los pulsos, gracias a la cual podemos calcular con bastante exactitud su distancia. Estas candelas astronómicas nos han permitido conocer que M5 se encuentra a una distancia de 24.500 años luz, formando un triángulo equilátero con el núcleo de la Vía Láctea y nuestro sol.
Encontraremos M5 al lado de la estrella 5 Serpentis, de magnitud 5.10, una gigante blanca de tipo espectral F8, un tipo de estrella que va camino de convertirse en una gigante roja. 20 minutos al noroeste encontraremos, si apuntamos con unos prismáticos, una pequeña esfera difusa, en la que nos llamará la atención su gran densidad y brillo conjunto. De hecho, M5 es el típico objeto que, cuando paseamos sin rumbo con unos prismáticos, capta nuestra atención invariablemente. Con una magnitud de 5.6, debe ser visible siempre y cuando la noche sea propicia y estemos alejados de toda contaminación lumínica. Al telescopio este cúmulo globular se convierte en uno de los objetos más impresionantes que podemos contemplar en el hemisferio norte. La cultura popular nos dice que M13 es el más espectacular de los cúmulos, pero gran parte de los astrónomos se decantarán por M5 una vez lo disfruten en condiciones ideales.
Ya a 65 aumentos es un objeto de una belleza sobrecogedora, pero en mi Dobson de 30 cm el ocular ideal es el Hyperion de 13 mm, con unos agradables 125 aumentos que encuadran perfectamente a este portento cósmico. Llama la atención desde un primer momento la inmensa cantidad de estrellas, incontables, que se dispersan sobre una superficie de 20 minutos de arco, en una disposición relativamente esférica. El núcleo es brillante, muy brillante, y no apreciamos un corte brusco con respecto a la periferia, sino que se produce un gradiente suave y homogéneo. Las estrellas incandescentes saltan en pleno centro del cúmulo, resolviéndose con pasmosa facilidad hasta sus entrañas más profundas. Una atenta mirada pone de manifiesto unos interesantes detalles que pueden pasar desapercibidos. Cuatro filamentos formados por débiles estrellas parten de sus regiones internas hacia la periferia, formando sutiles curvas que sobresalen del resto de las estrellas, dando la apariencia de dibujar los delicados pétalos de una flor de lis. M5 merece todo el tiempo que podamos dedicarle, y será sin duda objeto de asombro de todo aquel que, por primera vez, se asome a un telescopio y contemple maravillado el efecto de medio millón de soles brillando al unísono.