El fantasma de la Primavera (NGC 3242 y U Hya)

Entre tanta y tanta galaxia primaveral podemos acabar sintiendo algo de vértigo, y por ello es de agradecer poder observar alguna nebulosa planetaria de nuestra propia galaxia. En este caso vamos a recurrir de nuevo a la constelación de la Hidra para abordar a NGC 3242, conocida como Caldwel 59 o el “Fantasma de Júpiter”. Pero antes aprovecharemos el camino para echar un vistazo a una estrella especialmente roja. Se trata de U Hydrae, una estrella de carbono que preside el lomo del monstruo marino. Tiene una magnitud de 4.92 y se encuentra a 680 años luz de distancia (es una de las estrellas de carbono más brillantes que existen). U Hydrae es una estrella que ha consumido todo su hidrógeno, y ahora, debido a la fusión del helio, presenta importantes cantidades de carbono que, por convección, acaban en su superficie formando parte de su atmósfera. El carbono, como ya sabemos, absorbe las longitudes de onda más azuladas, de manera que los rayos de la estrella que traspasan su superficie son los rojizos. La intensidad de este color rojizo es un dato que podemos confirmar con el Índice de color B-V. Este método consiste, básicamente, en mirar la estrella con dos filtros, uno de los cuales es sensible al ultravioleta y el otro no lo es. La diferencia entre ambos filtros será mayor cuanto más rojiza sea la estrella, y el número obtenido será indicativo de la intensidad del color. Por ejemplo, R leporis, también llamada Crimson Star, tiene un Índice de color B-V de 5.74, mientras que V Hydrae se le acerca con un índice de 5.5 (es otra estrella de carbono que veremos en otra entrada). La estrella que nos ocupa hoy, sin ser tan roja, tiene un respetable índice de 2.7. Al ocular destaca como una brillante estrella con un núcleo amarillo y una corona roja, como si estuviera rodeada por una atmósfera de fuego.

U Hydrae.png

No tenemos más que descender 6 grados para que entre en campo NGC 3242, una de las nebulosas planetarias más impresionantes que podemos contemplar con nuestro telescopio. Se encuentra a unos 1400 años luz, ronda la octava magnitud y fue descubierta por Herschel, quien la comparó con Júpiter debido a su tamaño y forma circular. Henry Smith la contempló un siglo después, compartiendo la apreciación de Herschel, aunque el nombre de “Fantasma de Júpiter” le sería dado posteriormente. Abordaremos su exploración desde el centro hacia el exterior, comenzando con el misterio que envuelve a su estrella central. Y es que, a pesar de tener una magnitud poco mayor a 12, no fue descubierta hasta que Angelo Secchi, astrónomo italiano, la observó con su telescopio en el siglo XIX. ¿Cómo pudo pasar desapercibida a los expertos ojos de Herschel, Smith y tantos otros? El problema principal radica en el alto brillo del disco de la planetaria, que disminuye enormemente el contraste con la estrella. Además, gran parte de su luz es emitida en longitud ultravioleta, y es por eso que su magnitud fotográfica es mucho más brillante que la visual. Al parecer, la estrella comparte el centro con otras dos compañeras: una enana marrón que prácticamente roza su atmósfera y la orbita a gran velocidad, y otra estrella más grande, similar a nuestro sol, situada a una distancia mucho mayor. El baile entre estas estrellas es el responsable, casi con total seguridad, de la asimetría observada en el gas circundante.

Foto NGC 3242

En fotografías realizadas a bajo aumento la nebulosa aparece redondeada, uniforme, con un anillo ovalado más brillante en el interior. Sin embargo, a medida que nos acercamos podemos apreciar que la envoltura gaseosa es de todo menos regular. El óvalo interno presenta dos protuberancias polares, como las asas de una taza, y en ambos extremos aparecen dos haces de luz rojiza denominados FLIERs. Como hemos visto en otras planetarias, estos FLIERs son el resultado de la expulsión de material por parte de la estrella que avanza a gran velocidad, encontrándose con la masa de gas y produciendo, al contacto, una elevada temperatura y la emisión de rayos X. Todas estas irregularidades pueden ser explicadas por la acción simultánea de las estrellas centrales. La rápida traslación de la enana marrón, por ejemplo, puede promover la expansión acelerada de la envoltura de la estrella principal, la enana blanca que va camino de consumirse lentamente. Observadores de un futuro a medio plazo tendrán material suficiente para ver la evolución de las nebulosas planetarias en el tiempo, y seguramente podrán entender su mecanismo de formación de una manera más directa.

NGC 3242 puede ofrecer grandes momentos de placer al observador paciente, sobre todo bajo un cielo oscuro y una atmósfera estable. La primera vez observé la nebulosa, hace más de un año, no llegué a percibir su estrella central. Simplemente la observé como una esfera difusa con un débil anillo interior, no dedicándole ni una fracción del tiempo que merece. Hace una semana, sin embargo, decidí observarla con toda la paciencia del mundo, aprovechando que el seeing no era especialmente malo. Comencé a 214 aumentos, apreciándola inmediatamente como una brillante nebulosa redondeada, con el anillo interno claramente distinguible, de forma algo ovalada. Decidí usar el ocular de 5 mm, obteniendo 300 aumentos, y la planetaria me mostró con más intensidad su anillo interno, más definido. No había ni rastro de la nebulosa, y tuve la sensación de que la atmósfera me iba a permitir usar mayores aumentos, así que usé por primera vez mi ocular Omegon de 3.5 mm, proporcionándome 428 aumentos. La nebulosa apareció entonces con un tamaño considerable, sin perder su elevado brillo. El anillo interno, ovalado, tenía sus extremos más marcados que la zona media, y tras unos minutos mostró dos engrosamientos que terminaban casi en punta, de forma similar a la Nebulosa Saturno. Sorprendido por esa nueva morfología que no conocía aún, persistí ante el ocular en busca de más información. Y entonces, sin esperarlo, me di cuenta de que la estrella central estaba allí, mirándome disimuladamente, visible sobre todo con visión periférica en el centro del óvalo. Permanecí mirándola, en total, casi una hora, obteniendo al final una imagen que casi podría definir como “fotográfica”. Tuve claro, una vez más, la importancia de la paciencia y persistencia a la hora de ver estas maravillas celestes, y dediqué un rato más a disfrutar de NGC 3242, ya plenamente consciente de todos sus detalles. Esta planetaria es, sin duda, un respiro cuando uno quiere descansar de la lejanía que suponen las galaxias de la estación y una oportunidad para comprobar la capacidad de adaptación que tienen nuestros ojos, nuestras más preciadas herramientas.

NGC 3242

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