Hemos visto ya numerosos componentes de la Nube de Galaxias Coma I, y hoy vamos a añadir a dos miembros más. Para entrar en materia, recordaremos que la Nube Coma I es un conjunto de galaxias que comparten su velocidad y dirección, alejándose de nosotros a 980 km por segundo y situándose a una media de 40 millones de años luz. Es un grupo en el que las protagonistas son las galaxias espirales, a diferencia de lo que ocurre en otras agrupaciones más numerosas, donde predominan las elípticas. El miembro más brillante de Coma I es NGC 4725, mientras que otros de los componentes que ya hemos visto son M64, NGC 4565, NGC 4631 y NGC 4656. En el cielo ocupan un área intermedia entre Abell 1656 (el Cúmulo de Coma) y Abell 1367 (el Cúmulo de Leo), aunque se sitúen mucho más cerca que esos grandes cúmulos. Sin embargo, guarda mayor relación con el Cúmulo de Virgo (a 65 millones de años luz), ya que la Nube Coma I, junto con nuestro Grupo Local, forma parte de la periferia del Supercúmulo de Virgo, alrededor de cuyo centro giramos debido a la gravedad.
Hecho este preámbulo, y orientados ya respecto a esta nube de universos, vamos a ver a las dos protagonistas de hoy. La primera de ellas es NGC 4559, una de las galaxias más cercanas de Coma I, situada a unos 29 millones de años luz. Es una galaxia a medio camino entre una espiral y una espiral barrada, y como el resto de galaxias “intermedias” presenta una elevada cantidad de hidrógeno neutro. Sus brazos, algo irregulares, se encuentran salpicados por numerosas aglomeraciones estelares y regiones HII. Algunas de ellas poseen nombre propio, tanto del catálogo IC como del HK83. La última supernova ocurrida en ella tuvo lugar en 1941, alcanzando la treceava magnitud. NGC 4559 presenta un brillo superficial suficiente para poder disfrutarla con paciencia. Con 10.7 x 4.4 minutos de arco se caracteriza por mostrar, en primer momento, un halo ovalado con un núcleo brillante y puntual. Tres grandes estrellas flanquean a la galaxia y parecen envolverla en su regazo. La mejor visión la obtuve con el Kronus de 7 mm, a 214 aumentos, con una pupila de salida de 1.4, perfecta para observar detalles en lejanas galaxias.
Si la noche es lo suficientemente no resultará difícil observar algunas de estas condensaciones galácticas, sobre todo si dedicamos el tiempo oportuno. Tras varios minutos de observación pude apreciar tres zonas más brillantes. Una de ellas, a modo de brazo, salía del núcleo y se dirigía hacia la estrella central, engrosándose al llegar junto a ella. Esta zona está compuesta por dos grandes cúmulos denominados HK15 y HK16. Hacia el otro lado destaca, en el extremo opuesto, otra condensación algo alargada que corresponde a IC 3555, mientras que en la región superior otra condensación algo más débil recibe la denominación IC 3551. Conforme más regiones HII veo en otras galaxias, más increíble me parece el hecho de poder apreciarlas con un “simple” aparato formado por dos espejos…
La siguiente galaxia, NGC 4414, se encuentra más alejada, a 61 millones de años luz, rozando el centro del cúmulo de Virgo. Es algo menor que la anterior, alcanzando un diámetro de 56.000 años luz. Es otra galaxia espiral de tipo floculenta, con sus brazos subdivididos en porciones más cortas, de manera similar a M63 o NGC 2841. Las estrellas de mayor edad se disponen en las regiones más centrales, amarillentas, mientras que las más jóvenes pueblan sus múltiples brazos retorcidos. Recientemente han aparecido dos supernovas en NGC 4144, una en 1974 y la última en 2013. Visualmente es parecida a la anterior en cuanto a su forma ovalada, presentando también un núcleo brillante y de tamaño reducido. En este caso no se aprecian sus regiones HII, sino que despliega de manera vistosa sus dos principales brazos, cada uno saliendo hacia lugares opuestos, visibles sin mayor problema si tenemos paciencia y la vista bien adaptada. Por supuesto, la visión periférica es un requisito indispensable para distinguir estos detalles tan tenues, pero aun así no deja de tener su encanto.
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