Un anciano en Libra (NGC 5897)

Situado en la discreta constelación de Libra, un cúmulo globular destaca como objeto de cielo profundo, ajeno a todas las pequeñas galaxias que pueblan la región. Es el preámbulo de la estación de los globulares, y es llamativo por su estilo propio. Se trata de NGC 5897, un cúmulo globular situado a unos 46.000 años luz de nosotros y a 24.000 años luz del centro galáctico. A pesar de tener una magnitud aparente de 8.5, su brillo superficial es extremadamente bajo, ya que su concentración de estrellas es muy baja. De hecho, NGC 5897 se clasifica como un cúmulo globular de tipo XI (el máximo grado, el más disperso de todos, es el XII), muy similar a NGC 288. Está formado por miles de estrellas que se disponen sobre un área de 150 años luz de diámetro, con la característica esencial de tener una metalicidad extremadamente baja comparado con nuestro sol. Es decir, sus estrellas presentan una proporción de hidrógeno y helio mucho mayor que de otros elementos pesados, lo cual habla en relación a su edad, ya que cuando se formaron, en un universo primitivo, no abundaban los metales pesados en nuestra galaxia (los metales pesados fueron haciéndose más abundantes posteriormente, gracias a su formación en explosiones en el interior de las grandes estrellas a modo de supernovas). De esa manera se ha podido calcular su edad es unos 2 mil millones de años mayor que M3, siendo la de éste unos 11.000 millones de años. Por tanto, deberíamos remontarnos a los primeros mil millones de años de vida del universo para datar a NGC 5897.

La clave para poder disfrutar de este cúmulo globular radica en la oscuridad del cielo. Previamente lo había observado con mi Dobson 12’’ desde cielos suburbanos, vislumbrando apenas una nube extremadamente débil. Sin embargo, cuando tuve la oportunidad de observarlo desde cielos cristalinos comprendí que tenía mucho que ofrecer. Ya a 125 aumentos se apreciaba la diferencia, apareciendo la esfera nebulosa con notoria claridad, y unas diminutas estrellas salpicaban la zona, asomándose tímidas a la superficie. Con una magnitud superior a 13, pude ver estas estrellas más fácilmente al usar 214 aumentos, con los cuales NGC 5897 ocupaba un tercio del ocular. Su forma, además, no era perfectamente circular. La región más interna y brillante tenía cierto aspecto de gota de agua o coma, rodeada por una corona algo más tenue, aunque el gradiente de concentración no era especialmente marcado. Más de 30 estrellas aparecían dispersas por toda la superficie, de mayor brillo en el núcleo y más débiles en la periferia, dando cierto aspecto de tridimensionalidad. Sin duda, uno de esos objetivos que debemos afrontar cuando tengamos la oportunidad de observar bajo un cielo especial.

NGC 5897.png

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