Nova en Escorpio

En las últimas semanas hemos asistido a la presencia de varias supernovas en distintas galaxias, como la de NGC 4125 o NGC 3631. Se ve que han servido para causar envidia a nuestra Vía Láctea que, desde hace 5 días, nos ha regalado la vista con una nova en la constelación de Escorpio. Pueden parecer eventos similares (ambas suponen el aumento de brillo de una estrella), pero su origen no podría ser más distinto. Una nova se forma en sistemas binarios formados por una estrella gigante roja y una enana blanca. En principio ambas giran de manera natural, pero la gigante roja va aumentando constantemente su diámetro. Hay un dato que conviene señalar en este aspecto, y es el Lóbulo de Roche, que es la zona externa de la estrella en el que la materia se halla ligada gravitacionalmente al astro. Básicamente, es la zona de influencia de la estrella, todo lo que esté fuera de este lóbulo dejará de notar la gravedad de la estrella. El problema viene cuando la gigante roja va aumentando su diámetro, hasta el punto de que sus capas superficiales superan el Lóbulo de Roche. Entonces, esta masa que se ha visto «liberada» de su estrella, va rápidamente a girar alrededor de la enana blanca, el cuerpo gravitacional más cercano que tienen, y de esta manera más y más masa comienza a acumularse sobre la enana blanca. Este aumento de la cantidad de gas en la cubierta de la enana blanca produce una elevación importante de la temperatura que, llegado a cierto límite, se traduce en el inicio de reacciones de fusión nuclear, fusionando átomos de hidrógeno y helio, formando nuevos elementos y liberando enormes cantidades de energía, reflejo del enorme brillo que adquiere la estrella.

Así, una estrella que hasta entonces permanecía invisible a nuestros ojos, puede llegar a brillar lo suficiente para apreciarse a simple vista, como ocurrió en 1572, cuando Tycho Brahe descubrió una brillante estrella que apareció de repente en el cielo. Fue entonces cuando acuñó el término de «nova», aunque en ese caso concreto se trató realmente una supernova, un evento mucho más cataclísmico del que ya hemos hablado en otras ocasiones. La nova recién descubierta, al lado de la cola del escorpión, se ha denominado PNV J17381927-3725077 o, de una manera más sencilla, Nova Scorpii 2016. Hideo Nishimura la detectó el pasado 10 de junio brillando con una magnitud de 12.4, y posteriormente se ha mantenido entre la magnitud 12 y 13, con pequeñas variaciones. La observé anoche con una luna brillante, cielo suburbano y estando muy baja en el horizonte, pero con un poco de paciencia pude analizar las estrellas más cercanas a la nova y hacer una estimación de su brillo. Para ello tomé como referencia dos estrellas cercanas de magnitud 12.8 y 13.2, ya que la nova en cuestión se encontraba a medio camino entre una y la otra. De esta manera pude estimar una magnitud 13.0, e incluso 13.1 si me fiase más de la atmósfera. No es fácil realizar estimaciones cuando las condiciones son tan adversas, pero aun así resulta emocionante saber que ese pequeño punto, apenas discernible, es una pequeña estrella cuyas capas externas están «al rojo vivo», con un comportamiento bastante arbitrario que puede prolongarse durante varias semanas e, incluso, volver a repetirse meses o años después.

Nova scorpii 2016

Aprovecho para adjuntar un enlace a la página de AAVSO en la que se notifica el evento y se pueden observar distintas estimaciones de astrónomos de todo el mundo. Cualquier que se inscriba en la página puede aportar su granito de arena con una estimación del brillo para ayudar a elaborar una curva evolutiva. En la imagen se puede ver también la posición de la nova y las coordenadas para buscarla.

https://www.aavso.org/aavso-alert-notice-544

Nova scorpii.png

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