Todos conocemos ejemplos de objetos que empalidecen por estar al lado de otros aún más impresionantes, y hoy vamos a ver a uno de ellos que se encuentra en Hércules. Nos referimos a M92, uno de los cúmulos globulares más brillantes que podemos encontrar, si bien cuando mencionamos la constelación del héroe griego todo el mundo piensa instantáneamente en M13.
M92 fue descubierto por Johann Elert Bode en 1777 (famoso entre otras cosas por el descubrimiento de la Nebulosa de Bode o M81). Con una magnitud de 6.3, sería incluso visible a simple vista desde un cielo especialmente oscuro. Es un cúmulo globular situado a unos 26.000 años luz de distancia, compuesto por unas 330.000 estrellas. Su metalicidad es extremadamente baja incluso para un globular, de un 0.5% en comparación con nuestro sol. La metalicidad de una estrella nos habla de la época en la que se formó. Al principio los elementos primordiales en el cosmos eran el hidrógeno y el helio (aún lo siguen siendo), pero conforme pasaba el tiempo nuevos elementos químicos fueron apareciendo en el núcleo de las grandes estrellas, sobre todo a raíz de las supernovas, en las que tenía lugar la fusión de elementos pesados. De esta manera, una estrella que se forme hoy en día tiene, en su “materia prima”, más cantidad de elementos pesados o metales. Lo que nos dice la baja metalicidad de M92 es que cuando se formaron sus estrellas en el universo apenas se podían encontrar estos metales, de forma que tuvo que ser hace mucho tiempo. De hecho, la edad de este cúmulo globular es comparable a la de la Vía Láctea, siendo probablemente el cúmulo globular más anciano del que tenemos conocimiento en nuestro vecindario.
Sus estrellas se disponen por un área de 109 años luz de diámetro y entre su población encontramos pocas variables, habiéndose contado 28 de ellas (17 de las cuales son de tipo RR Lyrae). Su centro es tan concentrado que en los 2 minutos de arco más internos se acumula la mitad de la emisión total de luz, siendo de categoría IV en la clasificación de Shapley-Sawyer. Como curiosidad, ya sabemos que el polo norte celeste va cambiando a medida que pasa el tiempo, de manera que la Osa Polar no era tal hace 2000 años (en esa época ocupaba una zona más desplazada hacia el cuerpo de la Osa Menor). Pues bien, M92 ocupará este lugar dentro de 14.000 años.
Encontrar este increíble cúmulo es fácil siguiendo el pie de Hércules, pudiendo apreciarse fácilmente con prismáticos. Tiene un tamaño generoso, ocupando 14 minutos de arco, quedando en mi caso bien enmarcado con el Hyperion de 13 mm, a 115 aumentos. Instantáneamente se puede apreciar una miríada de estrellas que forman una esfera casi perfecta, y no hace falta un cielo muy oscuro para distinguir el fuerte gradiente que muestra. El núcleo, intenso, se resuelve con facilidad en incontables estrellas de distinto tamaño, que parecen superponerse unas con otras en una agolpada aglomeración. Su disposición es ligeramente achatada, y si observamos desde un lugar con escasa contaminación podremos distinguir unas prolongaciones que salen del núcleo hacia ambos lados, curvándose de manera que parecen las patas de un pulpo o de un arácnido, añadiendo un atractivo más a esta inmensa bola de soles.
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