Los astrónomos estamos acostumbrados al coche, a viajar en busca de lugares oscuros: a veces, a una hora de distancia de nuestro hogar; en otras ocasiones, como este fin de semana, a casi 5 horas de distancia, a los alojamientos de El Moral, lindando con Valdecañas, en la campestre zona de la Alcarria manchega. Hoy inicio un nuevo tipo de artículo que será puramente observacional, haciendo un resumen de lo que observe cada noche, para ya posteriormente proseguir con los artículos habituales en los que adjunto información sobre el objeto en cuestión.
El fin de semana comenzó entre nubes espesas que deberían haberse ido a las 9 de la noche, pese a lo cual no pudimos observar hasta tres horas después. Una ligera bruma ensuciaba algunas zonas del cielo, pero la noche no se detiene, así que comenzamos la observación en los lugares que nos parecían más despejados. Tras intento fallido con M54 en Sagitario (por una rápida nube que surgió de la nada) me desplacé hacia lugares más altos, en concreto a la constelación de Pegaso, a ese gran cuadrilátero que tan pocas veces había visitado. Consulté la lista de objetos a observar por allí y comprobé que había dos nebulosas planetarias, algo llamativo en una constelación donde predominan las galaxias. La primera era NGC 7094, una débil planetaria de magnitud 13.69 situada al lado de M15. Me sorprendió el bajo brillo superficial que tenía, mostrándose como una pequeña esfera difusa dispuesta alrededor de una débil estrella. Tres débiles astros alineados parecen apuntar al lugar. La siguiente nebulosa resultó ser mucho más interesante: se denomina Jones 1 o PK 104-29.1 y su tamaño de 5.2 minutos de arco habla a favor de un diámetro considerable. No obstante, necesité del filtro OIII para apreciarla con claridad, apareciendo entonces como una esfera de bordes más marcados, engrosados en sus regiones norte y sur. De hecho, uno de estos engrosamientos no era regular, sino que presentaba una especie de abombamiento en su parte central, tal como se ve en las fotografías. Un objeto débil, pero sin duda merece la pena dedicarle un tiempo.
Una vez despejadas las nubes el sensor de contaminación lumínica marcaba valores algo dispersos, variando entre 20.56 y 21.8. La media fue de 21.3, algo más acorde con lo que podíamos ver, aunque el fondo del cielo no terminaba de oscurecerse del todo: las luces de Cuenca se dejaban notar al Suroeste, mientras que Madrid no molestaba mucho, al oeste. Siguiendo con la lista de Pegaso, decidí, como curiosidad, observar a las pioneras del catálogo NGC, NGC 1 y NGC 2, dos pequeñas galaxias que se encuentran cerca de Alpheratz o Alfa Andromedae. Con magnitudes de 12.9 y 14.2, respectivamente, forman un interesante par de manchas sin forma definida, mereciendo un vistazo aunque sea por inaugurar uno de los catálogos más importantes para el aficionado a la astronomía.
A 250 millones de años, un cúmulo de galaxias denominado Pegasus I se encuentra sobre uno de los peces de la constelación Piscis. Con centro en NGC 7619, una decena de galaxias se podían observar sin problema a su alrededor, apareciendo al menos ocho de ellas en el mismo campo a 115 aumentos. Algunas, como PGC 71159, tenían una magnitud alrededor de 14.6, pero la oscuridad del cielo las convertía en un objetivo asequible. De los primeros números del catálogo NGC pasamos ahora a uno de los últimos, NGC 7814, una bonita galaxia espiral que se nos presenta inclinada. También denominada Caldwell 43, su magnitud 10.60 supone un alivio para la vista cansada por la lejanía de las anteriores, apareciendo como una mancha difusa y ovalada, con la zona central redondeada y más brillante.
El cielo se iba tornando algo más oscuro, por lo que decidí probar suerte con Sh-2 155, más conocida como Caldwell 9 la Nebulosa de la Cueva. Es un complejo de nebulosas de emisión y reflexión, así como algunas nebulosas oscuras que contrastan con las anteriores, formando en su zona central la silueta de una cueva cósmica. Me costó la vida misma apreciarla, pero una vez que la visión está bien adaptada resultó algo más sencillo. Lo primero que hice para ello fue ser consciente de la nebulosa que rodea a las principales estrellas, la que en fotografías aparece de color rojizo (hidrógeno ionizado), y una vez “archivado” esa tonalidad más clara en mi retina pude notar el vacío que supone la cueva en contraposición. Con el paso de los minutos ésta fue tomando forma más definida, aunque he de decir que ha sido uno de los objetos más difíciles que he observado hasta ahora.
Posteriormente eché un vistazo por las nebulosas cercanas al Cúmulo Doble de Perseo, la nebulosa del Corazón y la del Espíritu, ambas muy débiles y extremadamente extensas. Con el ocular de menor aumento y el filtro UHC pude atisbar algunos de los bordes del corazón de la primera, muy tenues, si bien la nebulosa de la Huella se apreciaba sin dificultad. IC 1848, la nebulosa del Espíritu, era alargada y mucho más definida, apareciendo como una nebulosidad difusa con entrantes y salientes, así como una gran cantidad de estrellas en su interior. La siguiente en la lista fue NGC 750 o Arp 166, una pareja de galaxias en interacción en la constelación del Triángulo. No había imaginado que serían tan pequeñas, aunque sus dimensiones son claras: 1.5 x 1.4 minutos de arco. No obstante, a 300 aumentos pude por fin distinguir la pequeña galaxia que aparece casi como una prolongación de la principal, como si observáramos M51 con unos pequeños prismáticos.
Puestos a ver galaxias, viajé a la constelación de Aries para centrarme sobre la estrella 1 Arietis, una interesante doble muy cerrada a 2.8 segundos de distancia, cuyos componentes sólo podía observar en los momentos de mayor estabilidad de la imagen debido al mal seeing de la atmósfera. Sin embargo, durante esos breves segundos podía distinguir sin problema la principal amarillenta y la secundaria que, por contraste, aparecía con un delicado azul pastel. A su alrededor se disponen varias galaxias, entre las que destacaba la alargada NGC 697, una espiral de canto que se sitúa a 150 millones de años luz de nosotros.
La noche terminó con una visita a la recién llegada M42, que a las 5 de la mañana ya se iba elevando lo suficiente como para ser disfrutada con cualquier instrumento, cerrando por todo lo alto una noche variada y prolífera.