Estamos habituados a observar la miríada de objetos de cielo profundo que van caminando por la Vía Láctea en la constelación de Sagitario, pero también hay otros objetos interesantes que se salen de esta vía. Hoy vamos a ver a dos de ellos que se localizan al noroeste de la constelación, a la derecha de M23, formando una interesante pareja: NGC 6445 y NGC 6440.
NGC 6445 es una nebulosa planetaria especialmente intersante, una de las más extensas que conocemos y que hace alarde de una forma totalmente peculiar. Está formada por un anillo interno que simula un rectángulo, con sus bordes más densos y brillantes, continuándose al exterior con difuminadas y tenues volutas de humo aparentemente anárquicas, fruto, probablemente, de primigenias expulsiones de gas. En su interior brilla una tímida enana blanca de magnitud 19, fuera del alcance de nuestros instrumentos. Su distancia se estima en unos 4500 años luz, midiendo por tanto 3 años luz de longitud y uno de anchura. Su avanzada edad conlleva una mayor variedad de formas debido a que los vientos estelares han tenido más tiempo para ejercer su acción, dando el aspecto de una nebulosa difusa. De hecho, William Herschel la observó en 1786 y la catalogó como “nebulosa difusa” (clase II) en vez de “nebulosa planetaria” (clase IV). Fue más adelante cuando se conoció su verdadera naturaleza, y hoy en día no sabemos si quiera cómo se ha formado realmente. Al parecer tiene una estructura bilobulada promovida por la expulsión inicial de material que adquirió forma de torus, de manera que la difusión posterior de sus capas externas tuvo lugar mayoritariamente por los dos polos. Los vientos estelares han jugado un papel muy importante, complicando el estudio a la vez que han esculpido una verdadera obra de arte celeste. La siguiente imagen, de Michael Sidonio, muestra a NGC 6445 a la derecha acompañada de nuestro siguiente objeto:

Fuente: Michael Sidonio
NGC 6440 es ese cúmulo globular que, a bajos aumentos, comparte campo con NGC 6445. Se sitúa a 27.000 años luz de nosotros y su brillo se ha visto altamente reducido por todo el polvo galáctico que se interpone. Según escribió Harlow Shapley en 1918, Curtis lo consideró inicialmente una nebulosa espiral (nombre dado a las galaxias en una época en la que todavía no se conocía su naturaleza), ya que no pudo distinguir estrellas en la fotografía que estaba estudiando, lo cual nos da una idea de la debilidad de sus componentes. A pesar de ello, su magnitud visual es de 9.2, al alcance de cualquier instrumento, con un diámetro de unos 6 minutos de arco.
Con el Panoptic de 24 mm, a 62.5 aumentos, ambos objetos entraban perfectamente en el mismo campo, si bien no es la magnificación apropiada para estudiarlos en detalle. No obstante, su imagen es muy atractiva, apareciendo como dos pequeñas manchas nebulosas, destacando en NGC 6440 su centro más brillante. El cúmulo globular, a mayor aumento, muestra una esfera de bordes difusos y un núcleo más intenso, con alguna tímida estrella que, de vez en cuando, hacía su aparición en la periferia.
NGC 6445 tiene más que ofrecer cuando usamos mayores aumentos. En mi caso, debido a las turbulencias, llegué a usar 214 aumentos, alcanzando la nebulosa un tamaño considerable, situada entre dos estrellas más brillantes. Me sorprendió la densidad del objeto, que era fácilmente observable incluso con visión directa, pero lo que más llamó mi atención fue la irregularidad que mostraba. Se podía apreciar perfectamente la forma del anillo interno, más bien cuadrangular, con los bordes más condensados formando una letra “C” con marcadas esquinas. El lado abierto de la “C”, en ocasiones, me parecía más difuso y ensanchado, como si continuase hacia el exterior, aunque no podría decirlo con seguridad.
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