Si miramos encarecidamente el cielo podremos comprobar que hay patrones que se repiten, ya sea a nivel de la estructura de cúmulos abiertos, curvas características de nebulosas o, como en este caso, interacciones entre galaxias. Si apuntamos con nuestros telescopios a NGC 750 y NGC 751, en la constelación del Triángulo, podremos comprobar que son dos pequeñas galaxias en interacción, y nos vendrá a la cabeza, sin duda, su semejanza con M51, la galaxia del Remolino.
Sin embargo, podemos encontrar varias diferencias importantes. Por un lado, este par de galaxias tienen un rasgo distintivo: normalmente la mayoría de galaxias que vemos en interacción son de tipo espiral, deformándose sus brazos por las inmensas fuerzas que se generan entre ellas. Sin embargo, en este caso las protagonistas son dos galaxias elípticas, tan cercanas entre sí que sus bordes se solapan y aparecen algunos signos, muy interesantes, delatores de su contacto. En primer lugar destaca un puente de materia que une a ambas galaxias, muy pequeño y tenue, pero fácilmente apreciable en fotografías de larga exposición. En la siguiente imagen, obtenida por Bob Franke, podemos apreciar dicho puente de estrellas si ampliamos la fotografía, pero también es llamativa otra singular característica de estos sistemas.
Las corrientes de marea arrastran estrellas de una y otra galaxia, saliendo despedidas en forma de chorros de dimensiones descomunales. NGC 750 es la mayor galaxia, y podemos ver cómo sale de ella un reguero de estrellas de una longitud varias veces mayor, formado seguramente en un encuentro previo. Según los estudios ambas galaxias llevan ya varios miles de millones de años bailando entre sí, de manera que la próxima vez que contacten terminarán fusionándose definitivamente, formando una gran galaxia elíptica. Hasta ahora teníamos en mente que las galaxias elípticas se formaban a raíz de dos o más galaxias espirales que interactúan entre sí, pero ahora podemos ver claramente que no sólo las espirales son las progenitoras, sino que en algunos casos las propias elípticas se relacionan entre ellas. El cosmos es un bosque repleto de variada fauna, y la ley de la gravedad afecta por igual a cualquier tipo de galaxia.
Su tamaño aparente es pequeño, midiendo la mayor 1.7 x 1.3 minutos de arco, mientras que la menor cuenta con un diámetro de 1.4 minutos de arco. Su magnitud no es especialmente generosa, siendo de 12.9 y 13.5, respectivamente, aunque su pequeño tamaño hace que el brillo se encuentre algo más focalizado. Teniendo en cuenta que se encuentra a la increíble distancia de 225 millones de años luz, no podemos pedir mucho más. Ya a bajo aumento, si observamos desde un lugar oscuro, podremos apreciar una mancha borrosa y pequeña, más clara con visión indirecta, sin una forma definida. A 214 aumentos ya se resuelve perfectamente, quedando definida NGC 751, la menor de ellas, que se muestra como una yema en contacto con su hermana mayor. La visión periférica ayuda a distinguirlas con mayor nitidez y, aunque nos será imposible atisbar los regueros de estrellas que salen disparados al espacio, podemos imaginarlos en la lejanía, como el agua que salpica al saltar en una piscina.
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