Las tres caras del hidrógeno (IC 1283, NGC 6589, NGC 6590)

Todos sabemos ya que el hidrógeno es el elemento más común en el universo, formando parte del agua que bebemos, el aire que respiramos y las grandes nubes que hay entre las estrellas. De estas nubes vamos a hablar hoy, así como de las distintas formas de hidrógeno que podemos encontrar en el cielo, eligiendo para ello una zona verdaderamente interesante en la que confluyen varias corrientes de gas.

El hidrógeno atómico, o neutro, es la forma más simple de este elemento, un protón y un electrón en constante interacción, y forma grandes nubes que se diseminan por todo el universo. Estas nubes se conocen como regiones HI, zonas de gas poco denso y frío (temperaturas de 150ºC bajo cero), invisible a nuestros ojos. Sin embargo, con instrumentos especializados se puede detectar, ya que emite una línea espectral característica que se conoce como línea de 21 cm. Si dos átomos se unen obtenemos una molécula, y eso es básicamente el material del que están formadas las grandes nubes moleculares, hidrógeno molecular o H2. Éstas predominan en las regiones de los brazos galácticos y son el lugar donde se forman nuevas estrellas, gracias a la progresiva condensación y enfriamiento de sus partículas. Al igual que el hidrógeno atómico, el H2 no es apreciable a simple vista. Sin embargo, con determinados instrumentos podemos localizar algunos otros elementos químicos que acompañan siempre a estas nubes moleculares, como es el caso del monóxido de carbono (CO). De esta manera, la existencia de monóxido de carbono en el cosmos nos revela la presencia concomitante de hidrógeno molecular. La última forma del hidrógeno, y la que mejor conocemos en astronomía, es el hidrógeno ionizado, el protagonista de las regiones HII. Cuando una estrella nace y adquiere suficiente energía, su radiación es capaz de ionizar átomos de hidrógeno, es decir, el electrón es arrancado del átomo y en su interior queda, tan sólo, un solitario protón. En el momento en que el electrón se desprende, emite radiación electromagnética en una determinada longitud de onda, ésta vez visible por nuestros ojos y detectada en determinados instrumentos como una luz característicamente rojiza. Este es el motivo por el que gran parte de las nebulosas tienen esa tonalidad en fotografías, como ocurre con M42, M8 o Sh2-112. En la siguiente imagen, obtenida por Sergio Eguivar, vamos adelantando el espectáculo al que vamos a dedicar la entrada:

Con esta breve introducción teórica ya estamos en disposición de asomarnos al telescopio para “observar” con otros ojos y ver en directo el proceso del que estamos hablando. Justo por debajo de M24, la cual tratamos extensamente en esta entrada, se encuentra una zona de encrucijada entre varias nubes de gas, situadas a una distancia algo mayor de 5000 años luz. La más llamativa, una gran masa de hidrógeno molecular, se denomina Lynds 291 y tiene una forma alargada y geniculada, de más de 250 años luz de longitud y hasta 65 años luz de anchura. En fotografías de larga exposición aparece como una zona oscurecida, ya que, como hemos comentado al principio, el hidrógeno molecular no se percibe en visual. Sin embargo, al norte de la nube podemos apreciar una zona rojiza que corresponde a Sh2-37, uno de nuestros objetivos de esta noche. También se conoce como IC 1283, Gum 78 o RCW 153A, y es la parte más brillante y densa de una región HII de mayor envergadura que tiene forma de anillo y se denomina RCW 153. En toda su extensión, esta nube de hidrógeno ionizado nos envía sus fotones, indicándonos que en su seno se están formando multitud de estrellas. Sh2-37 es fácil de apreciar a través del ocular, como una débil nubecilla difusa alrededor de la brillante estrella HD 167815, de magnitud 7 y tipo espectral B (en realidad es un sistema binario), que es la responsable de ionizar el hidrógeno. El filtro UHC realza el brillo de la nebulosa, aunque sigue teniendo una forma poco definida, y su mayor superficie parece extenderse hacia el sur.

foto-rcw-153

RCW 153. A la derecha abajo Sh2-37

Volvemos la vista atrás para conocer otra región HII conocida como Sh2-35, alargada y extremadamente débil, difícil incluso de captar en fotografías de larga exposición. Se encuentra al sureste de Lynds 291 y junto a ella encontramos varias estrellas de tipo espectral O y B, estrellas extremadamente jóvenes y energéticas que ionizan todo el gas que hay a su alrededor, conformando la denominada Asociación Sag OB7. Los brazos de nuestra galaxia están poblados de asociaciones como estas que dan color al cielo y generan nuevas estrellas a partir de simple hidrógeno, como el que forma parte de las moléculas de nuestras células. Hay un dato interesante sobre esta zona y tiene que ver con la otra cara del hidrógeno que nos queda por ver, el hidrógeno neutro. Éste se encuentra disperso formando grandes nubes y, como comentábamos al principio, se puede detectar gracias a la línea de emisión de 21 cm. Pues bien, gracias a instrumentos que detectan esta línea de misión se ha podido comprobar que existe una burbuja exenta de hidrógeno neutro justo alrededor de Sh2-37 y Sag OB7, un vacío en expansión similar al que dejaría una persona que salta a una piscina llena de agua. Las grandes estrellas recién formadas producen fuertes vientos capaces de remover y dispersar el gas que las rodea, y eso es lo que ha ocurrido en este lugar, aunque al parecer hay un factor más que promueve la expansión de esta burbuja en la nube de hidrógeno neutro. Todo apunta al efecto producido por varias supernovas ocurridas en los últimos millones de años, estimándose entre 9 y 13 de ellas que, mediante sus ondas expansivas, han “barrido” el gas interestelar.

En el siguiente esquema he intentado representar las distintas nubes de gas que participan en este encuentro galáctico, quedando M24 al norte de la escena:

mapa-sag-ob7

Si miramos con cautela puede que distingamos dos pequeñas nubecillas azuladas que se encuentran cerca de Sh2-37, representadas en el esquema en color celeste. Se trata de dos interesantes nebulosas de reflexión que pertenecen al complejo gaseoso RCW 153. También formadas mayoritariamente por hidrógeno, la luz azulada no es más que un reflejo de las estrellas que hay en su interior. Estas estrellas no tienen energía suficiente para ionizar el hidrógeno, sino que el gas cercano, así como el polvo, reflejan su luz hacia nosotros. Son estrellas azuladas, de ahí el color que percibimos en las fotografías de larga exposición.

La más brillante de ellas es NGC 6590 (aunque en algunos sitios aparece como NGC 6595 que, al parecer, hace alusión a un cúmulo abierto inexistente), situada en torno a una estrella doble cuyas componentes, ambas de magnitud 10, tienen una separación de 20 segundos de arco. En fotografías aparece, junto a estas estrellas, una pequeña nebulosa oscura muy opaca que, seguramente, estará al alcance de telescopios medianos si la noche es buena y nos permite usar aumentos considerables. En mi caso no pude apreciarla (tampoco conocía su existencia), así que habrá que hacerle otra visita más adelante. La otra nebulosa de reflexión, algo más pequeña, es NGC 6589, un poco más débil también pero interesante de ver junto a sus compañeras gaseosas. Con visión periférica se ve con mayor facilidad, mientras que los filtros la hacen desaparecer prácticamente, una prueba más de que no es una nebulosa de emisión.

ngc-6589

Para disfrutar de este complejo de objetos será mejor que lo hagamos en una noche bien oscura, alejados de las luces de la ciudad. Usemos primero unos prismáticos de gran campo para deleitarnos con la miríada de estrellas que pueblan el ocular. Tratemos de recordar la disposición de las distintas nubes que hemos visto y situémoslas con ayuda de la imaginación. No es difícil si tenemos el esquema claro en nuestra mente. Nos podemos ayudar de la nube molecular L291, que aparece como una zona especialmente vacía en contraste con la Vía Láctea colindante. Luego usemos el telescopio para enfrascarnos, poco a poco, en cada uno de los rincones que esta increíble zona tiene para ofrecernos. Cuando cacemos las principales nebulosas no nos quedemos ahí, intentemos ir más allá. ¿Somos capaces de ver la nebulosa oscura de NGC 6589? Puede que necesitemos varios minutos, media hora, una hora… No hay prisa, y si se nos resiste no tenemos más que volver otra noche en la que las condiciones sean más favorables. A base de práctica terminaremos por desentrañar los misterios de estas nubes celestes.

3 Respuestas a “Las tres caras del hidrógeno (IC 1283, NGC 6589, NGC 6590)

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