Hace meses nos sumergimos en el estudio del Cúmulo de Perseo, observando la enorme fuente de rayos X que se situaba en NGC 1275, y vimos la gran cantidad de galaxias que se pueden contemplar en el mismo campo del ocular. Hoy vamos a dar un paso más, y no es algo precisamente sencillo así que dedicaremos varias entradas a ello. La idea es completar un trozo de nuestro mapa mental del universo con una de las estructuras más grandes que podemos observar desde nuestro humilde observatorio, una estructura que hace empalidecer al propio Cúmulo de Virgo. Anteriormente introducíamos el concepto de la Gran Muralla, una estructura a gran escala que englobaba los Supercúmulos de Coma-Leo y Hércules, situados a unos 300 millones de años luz de distancia. Hoy vamos a estudiar el mayor supercúmulo que tenemos a “corto alcance”, que se encuentra en dirección contraria y se denomina Supercúmulo de Perseo-Piscis. Ya conocemos uno de sus extremos visibles, porque corresponde a Abell 426, el Cúmulo de Perseo, mientras que el otro extremo se introduce en la constelación de Piscis, atravesando gran parte del cielo otoñal. En la zona de Perseo nuestra propia Vía Láctea dificulta el estudio de sus galaxias tras la gran cantidad de polvo y materia de sus brazos, por lo que es probable que continúe más allá de Abell 426. Se estima que esta familia tiene una extensión de unos 350 millones de años luz, una verdadera muralla, ya que el supercúmulo tiene una estructura extremadamente fina, salpicada con algunos grandes cúmulos y grupos galácticos que parecen perlas engarzadas en un velo alargado. En la siguiente imagen podemos encontrar este Supercúmulo en el cuadrante derecho-superior, apareciendo como esa hilera formada por multitud de puntos negros.
Recientemente ha comenzado a estar en boca de todo el mundo el término Laniakea, que, según estudios recientes, correspondería a una gran agrupación de galaxias de la cual formamos parte. Englobaría, según los datos del movimiento de las galaxias cercanas, al Supercúmulo de Virgo (al cual pertenecemos), el Supercúmulo de Hidra-Centauro y el Supercúmulo del Centauro, entre otros, y se encontraría totalmente enfrentado al Supercúmulo de Perseo-Piscis, el que nos ocupa hoy. Ambos supercúmulos parecen situarse de una forma relativamente simétrica, como podemos comprobar en la siguiente imagen:
Cada uno de ellos está compuesto de numerosos filamentos formados por galaxias, con zonas más engrosadas que corresponden a los grandes cúmulos, donde más abundan estos “ladrillos” cósmicos. Colindante con el Supercúmulo de Perseo-Piscis tenemos uno de los más impresionantes Vacíos del universo, conocido como el Vacío de Tauro, pero hablaremos de él en la siguiente entrada. Tras esta introducción vamos a ir presentando a algunas valientes que conforman el extremo oriental de esta metrópolis galáctica, y poco a poco iremos dando paso a los grandes grupos que predominan al otro lado.
Comenzamos por NGC 7515, una solitaria galaxia que se sitúa en Pegaso, muy cerca de Markab (alfa Pegasi). Podemos aprovechar esta visita para ojear de nuevo a NGC 7479, la bonita galaxia espiral que nos embelesará con sus brazos si la noche es propicia. Una vez que apuntemos a NGC 7515 lo que más llamará nuestra atención será un bonito sistema binario con dos estrellas que parecen gemelas, blanquecinas, de magnitud 9.9 y una cómoda separación de 26 segundos de arco. Allí, muy cerca, podremos distinguir una tenue nubecilla, pequeña y redondeada. Ningún detalle puede apreciarse en su superficie, ni siquiera a 214 aumentos y con una adaptación más que suficiente. Es de magnitud 12.5 y se encuentra a unos 210 millones de años luz. Si miramos directamente parece desvanecerse poco a poco, aunque con visión lateral es un objeto más sencillo. Tendremos que acostumbrarnos a este comedido brillo superficial, ya que es el que caracteriza a la mayoría de galaxias del Supercúmulo de Perseo-Piscis. NGC 7515 es una galaxia espiral que vemos de frente, una espiral de tipo Sc con unos bonitos brazos bastante simétricos y uniformes, con algunas condensaciones azuladas que nos enseñan que en el supercúmulo vecino también están naciendo estrellas, al igual que ocurre en “nuestro barrio”.
Para ver el siguiente objetivo, NGC 7831, vamos a ir a Andrómeda, al lado opuesto del cuadrilátero del Pegaso, cerca de Alpha Andromedae, más conocida como Alpheratz. Esta galaxia es una espiral vista de canto, ofreciendo a nuestra vista una imagen bastante más atractiva. Situada algo más lejos, a 235 millones de años luz, posee una magnitud visual de 12.8, pero su brillo superficial es mayor, ya que su luz se dispone en un espacio de 1.7 x 0.4 minutos de arco. Es relativamente grande en términos absolutos, con unos 115.000 años luz de diámetro, y lidera un pequeño grupo de galaxias al que da nombre, y cuyos componentes, más débiles, podemos intentar cazar si nada nos lo impide. Sus principales galaxias compañeras son NGC 7805, NGC 7806, NGC 7819 y NGC 7836. NGC 7831 aparece al ocular como una delicada mancha alargada, junto a dos débiles estrellas, muy fina y relativamente fácil de ver. No hace falta distinguir sus brazos para adivinar su verdadera naturaleza, y es que estas galaxias de canto tienen una gracia característica que hace posible su detección en cuanto se vislumbran al ocular.
Para terminar este capítulo vamos a ver un trío de galaxias en el que destaca, en el centro, NGC 315, una lejana elíptica que se encuentra a 230 millones de años luz. Es una enorme galaxia que presenta dos prominentes jets bipolares que se pueden apreciar intensamente en ondas de radio. Su origen y estructura parece similar al de M87, que podemos recordar en esta entrada, si bien en este caso se nos muestra completamente de perfil. El causante, escondido en el interior de la galaxia, es un agujero negro supermasivo del cual no conocemos gran cosa. Para tomar conciencia de la increíble longitud de este chorro de energía imaginemos la distancia que nos separa de la Galaxia de Andrómeda, unos 2.5 millones de años luz. Pues bien, el jet de NGC 315 mide, de un extremo a otro, más de 3.5 millones de años luz… Es, sin duda, uno de los objetos más grandes detectados jamás, y cataloga a la galaxia como “radiogalaxia gigante”.
NGC 315 es fácil de ver bajo un cielo oscuro, con una magnitud de 11.2 según algunas fuentes, y presenta una forma esférica relativamente brillante, apreciable incluso con visión directa. No son tan sencillas sus compañeras, NGC 311 y NGC 318, que la flanquean a apenas 5 minutos de distancia cada una. La primera tiene una magnitud de 13 y es una espiral con cierto ángulo de inclinación con respecto a nosotros, no mostrando ningún detalle ni en fotografías de larga exposición. NGC 318 es la más débil del trío, con una magnitud que ronda la 15 y unas dimensiones de apenas 0.3 x 0.5 minutos de arco. Es una galaxia cuya estructura no se ha definido con precisión, pudiendo ser de tipo lenticular o espiral barrada. Cualquier fotografía puede dar fe de ello, mostrando una pequeña esfera algo alargada y de núcleo brillante, con dos prolongaciones axiales que bien podrían ser atisbos de una barra central o parte de un disco de estrellas que vemos desde el ecuador. Lo cierto es que visualizarla no será todo lo fácil que nos gustaría, necesitando varios minutos de adaptación y visión periférica, así como paciencia y conocer previamente su situación exacta. No obstante, los breves y débiles destellos que nos llegan de ella ayudan a formar, junto a sus compañeras más brillantes, un interesante marco cósmico. Nos vamos adentrando poco a poco en la región septentrional de Andrómeda, una zona en la que el Supercúmulo de Perseo-Piscis nos aguarda con su mejor arsenal y sus grandes familias galácticas.
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Magnifico. Aportas datos muy interesantes. Como siempre un placer seguirte Miguel Ángel
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¡Muchas gracias Damian! Conforme más leo más me doy cuenta de todo lo que nos queda por aprender de ahí arriba jeje ¡Un saludo!
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