La constelación de Perseo es conocida por acoger bajo su manto varios famosos objetos de cielo profundo, como M34, la planetaria M76, el Cúmulo Doble o Abell 426, el cúmulo de galaxias de Perseo. Sin embargo, guarda muchos otros tesoros, incluyendo una impresionante galaxia que linda con M34. Recuerdo haber leído sobre ella hace muchos años, de manera que siempre estuvo en mi mente, pero no fue hasta hace unas semanas que me decidí a verla con paciencia y en profundidad, sorprendiéndome por el nivel de detalle que es capaz de mostrar. Se trata de NGC 1023, una bonita galaxia lenticular que, además, es tremendamente interesante cuando comenzamos a leer sobre sus entresijos astrofísicos.
En primer lugar, NGC 1023 es la protagonista del grupo de galaxias que lleva su nombre, una familia formada por más de 60 galaxias que se encuentran a una distancia de entre 30 y 40 millones de años luz. Su cercanía es la responsable de que las veamos dispuestas sobre un área relativamente grande del cielo, de manera que también forman parte de este grupo las interesantes NGC 891 y NGC 925, en Andrómeda y Triángulo, respectivamente. El grupo de NGC 1023 contiene un número significativo de galaxias espirales y un gran ejército de galaxias enanas, muchas de las cuales bailan alrededor de NGC 1023. Las enanas elípticas predominan en la zona más cercana a la galaxia principal, el halo, mientras que las enanas irregulares se encuentran algo más alejadas, cayendo hacia NGC 1023 atraídas por su gravedad. La principal galaxia satélite, PGCC 10139, también es conocida como NGC 1023A, y supone un interesante reto visual al telescopio. Una gran “burbuja” de hidrógeno neutro rodea a este sistema, mostrando una pequeña cola de marea por encima de NGC 1023A, muestra de una reciente interacción, aunque su estructura no se encuentra muy alterada aún. En unos pocos miles de millones de años formarán parte del mismo cuerpo, como ocurrirá con el resto de pequeñas satélites que orbitan a su alrededor. NGC 1023A ha servido para que Halton Arp incluyera a la pareja de galaxias en su catálogo bajo la denominación Arp 135, otro aliciente más para apuntar con el telescopio.
En NGC 1023 se han descubierto unas interesantes agrupaciones de estrellas en forma de débiles cúmulos abiertos, muy grandes, que se han venido a llamar “faint fuzzies”, que podríamos traducir como manchas tenues. Estos cúmulos, al parecer, son formas muy evolucionadas de cúmulos abiertos como los que conocemos en nuestra galaxia, con estrellas extremadamente añosas, llegando en algunos casos a los 12.000 millones de años de edad. Su naturaleza, así como su origen, son todavía materia de investigación, habiéndose propuesto también como un subtipo de cúmulos globulares. Nos queda mucho por conocer aún.
Se ha comprobado también que la velocidad de rotación de NGC 1023 es mucho mayor que la que se produciría debido a sus estrellas y a los objetos observables, de manera que podría estar rodeada por un halo de materia oscura que aportara dinamismo a su gravedad. Y hablando de gravedad, se ha comprobado que la velocidad en regiones más internas alcanza valores muy elevados, y numerosos cálculos han llevado a la conclusión de que en el núcleo de la galaxia reside un agujero negro supermasivo con una masa de entre 40 y 60 millones de soles.
Y ahora vamos a coger el telescopio y a buscar un lugar oscuro para disfrutar de esta maravilla que se encuentra a poco más de 3 grados de M34. Apreciable incluso con unos grandes prismáticos, su magnitud de 9.3 la hace evidente al primer vistazo en telescopios de moderada abertura. Con mi Dobson de 30 cm la aprecié como una mancha alargada con un intenso núcleo, inmersa en un campo de estrellas muy poblado (no olvidemos que estamos observando a través de nuestra propia galaxia). Decidí usar el ocular Cronus de 7 mm, obteniendo 214 aumentos, que me permitieron apreciar aún mejor la galaxia. Su núcleo, redondeado, resaltaba enormemente, y podía verse sin dificultad un halo brillante de forma romboidal, extendido hacia ambos lados. Dos estrellas rozaban este halo con timidez, mientras que otra débil estrella brillaba al otro lado. El resto del disco de NGC 1023 se extendía en horizontal alcanzando unos 7 minutos de longitud y unos 2 minutos de anchura, conformando una espectacular visión. Una hilera de estrellas se disponía a un lado de la galaxia, siendo la más brillante de ellas SAO 55779, una estrella doble. Es de magnitud 9.09 y su compañera, aunque sea una pareja visual (no se orbitan mutuamente) es una débil estrella de magnitud 14.30 que se encuentra a 12 segundos de arco de distancia, muy interesante de ver. Esta hilera de estrellas es la que usé como referencia para encontrar la esquiva NGC 1023A, la pequeña galaxia enana que orbita a NGC 1023. Necesité bastante tiempo para que mi visión se adaptara completamente, así como conocer su lugar exacto, pero al final comenzó a dejarse ver, extremadamente débil, como una pequeña mancha rozando el disco de la galaxia. Es uno de los objetos más difíciles de cuantos he visto, pero el esfuerzo merece la pena, añade un toque distinto a esta galaxia, ya de por sí bastante completa, aunque infravalorada. Su visión bajo un cielo verdaderamente oscuro es un regalo a la vista, una imagen de la que es difícil cansarse.
Pingback: NGC 925, la otra galaxia del triángulo | El nido del astrónomo