La estrella de Luyten

Las estrellas más cercanas a nuestro sistema solar tienen algo especial, son nuestras vecinas y, por tanto, podemos llegar a conocer bastante sobre ellas, además del interés que tiene pensar que, si alguna vez viajamos a las estrellas, serán ellas las primeras en recibir nuestra visita… Hoy vamos a centrarnos en BD+05 1668, más conocida como la Estrella de Luyten, una interesante enana roja que se sitúa a «tan sólo» 12.36 años luz de distancia.

Una enana roja es una estrella de muy baja masa: la estrella de Luyten tiene, en concreto, un cuarto de la masa de nuestro sol, cerca de la masa mínima necesaria para que pueda tener lugar la combustión de hidrógeno en el núcleo y la estrella pueda definirse propiamente como estrella. Su tipo espectral es M3.5, situándose en el extremo rojizo de la línea espectral, y su superficie alcanza los 2900 grados centígrados (puede parecer mucho, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que el Sol presenta una temperatura de unos 5700 grados). Esta temperatura es la que otorga a la estrella su tono escarlata, apreciable si se observa con cualquier telescopio. No podemos ver muchas enanas rojas con nuestros instrumentos, si bien son las constituyentes más abundantes de nuestra galaxia, estimándose que al menos tres cuartas partes del total pertenecen a esta categoría. Su bajo brillo es lo que juega en su contra. La estrella de Luyten presenta una metalicidad mucho menor que la del Sol, signo indirecto de una edad mayor, habiéndose formado en una época en la que había menor densidad de elementos pesados (diferentes del hidrógeno o del helio). Las estrellas de mayor masa son las que más rápidamente consumen su combustible, de manera que su vida es muy corta. Sin embargo, las enanas rojas fusionan su hidrógeno lentamente, por lo cual se estima que pueden llegar a vivir durante 200.000 millones de años: no podemos más que sorprendernos de la relativa fugacidad de nuestro sistema solar, que en apenas 5.000 millones de años habrá dejado de existir.

Diversos trabajos de finales del siglo pasado han estudiado la velocidad radial de la estrella mediante espectrómetros, sugiriendo algunos la presencia de un compañero orbitando a la estrella de Luyten con una masa excepcionalmente baja, aunque no hay nada claro al respecto. En todo caso, el objeto en cuestión podría ser una enana marrón o un planeta gaseoso gigante, pero tendremos que esperar hasta tener mejores datos. Lo que sí conocemos es que la estrella rota sobre sí misma a una velocidad muy lenta, menor de 1 km por segundo (el Sol se mueve a unos 2 km por segundo de media). Podríamos pensar que la poca energía que desprende haría inviable la posibilidad de que surgiera la vida en un planeta alrededor de la estrella de Luyten, aunque no es del todo correcto: como ocurre con el famoso planeta descubierto en Próxima Centauri, a una distancia muy cercana de la estrella las condiciones atmosféricas pueden ser similares a las nuestras, de manera que no podemos rechazar su habitabilidad en base a estos parámetros.

La estrella más cercana a la de Luyten es Procyon, que se encuentra a 1.2 escasos años luz. En el cielo de un hipotético planeta en el sistema de Luyten, Procyon alcanzaría una magnitud de -4.7, más brillante incluso que Venus visto desde la Tierra. Hace unos 13.000 años tuvo su mayor acercamiento a nuestro sistema solar, situándose a 12 años luz. Desde entonces se ha alejado 370 años luz, lo que equivale a un recorrido anual de casi 270 mil millones de kilómetros alejándose de nosotros.

Estrella de Luyten.png

Encontrar la Estrella de Luyten no es difícil si partimos desde la brillante Procyon, aunque tendremos que navegar a través de algunas débiles estrellas haciéndonos camino hasta el destino. La estrella, visualmente, no supone un espectáculo portentoso, es un punto luminoso que brilla con un intenso tono anaranjado, con algunos destellos rojizos que contrastan con el resto de estrellas. Una de las cosas más interesantes que podemos hacer con la estrella es determinar su posición con bastante exactitud, plasmando la posición de las estrellas cercanas con la mayor precisión posible. Varios años después, cuando volvamos a observarla, podremos notar cómo se ha movido ligeramente, tal y como comprobó, en 1935, Wileem Jacob Luyten con la ayuda de Edwin G. Ebbighausen. La estrella de Luyten se mueve a la (asombrosa) velocidad de 3.74 segundos de arco por año. Puede parecer poco, pero es una de las estrellas accesibles a telescopios de aficionado más rápidas que podemos observar, y una prueba más para que nuestra mente comprenda que el universo está vivo y en continuo movimiento. En 16 años se habrá movido un minuto de arco, apenas un suspiro, pero los más pacientes serán capaces de detectar ese pequeño paso.

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