El universo nos regala verdaderos espectáculos a la vista, y en esta ocasión vamos a disfrutar de un objeto que, de entrada, puede parecernos familiar. Se trata de un par de galaxias que presentan evidentes signos de estar interaccionando, en la constelación de Eridanus, formando parte de un largo baile de gigantes. NGC 1532 es la mayor de ellas, una galaxia espiral barrada que se nos muestra casi de perfil, con unas dimensiones que alcanzan los 180.000 años luz de lado a lado, más que nuestra propia galaxia. Su inclinación no es completa, de manera que nos deja disfrutar de sus prominentes brazos espiralados, el más cercano de los cuales muestra una llamativa característica, y es que ha sido deformado y alargado gracias a una anterior interacción, probablemente con su compañera, NGC 1531. Esta última es esa mancha pequeña y elongada que se sitúa cerca del núcleo de NGC 1532, una galaxia lenticular que se ha visto desfigurada a raíz de los tirones gravitatorios de su compañera. No es de extrañar, pues mide tan sólo unos 20.000 años luz de diámetro, habiéndose visto desprovista de la mayor parte del gas y, por tanto, perdiendo gran parte de su combustible para formar nuevas estrellas.
Sin embargo, en NGC 1532 el efecto ha sido totalmente opuesto, como podemos apreciar en la fotografía. Todas esas manchas rosadas que se disponen en sus brazos son regiones HII, grandes masas de hidrógeno ionizado cuya densidad se ha visto incrementada, alcanzando de esa manera la temperatura necesaria para que el hidrógeno se fusione y forme los núcleos de estrellas recién nacidas. En esta entrada hablábamos de los distintos tipos de nebulosas y de cómo las Nubes Moleculares Gigantes pueden dar lugar a estas regiones HII. Innumerables estrellas azuladas, gigantes, se disponen a lo largo de los brazos de NGC 1532, signo inequívoco de su gran proliferación y señal del comienzo de un nuevo ciclo en la historia de esta galaxia. Ambas se encuentran a unos 55 millones de años, pertenecientes al cúmulo de Fornax, que ya estudiamos en esta entrada. NGC 1531 se encuentra situada algo más lejos, aunque en los siguientes miles de millones de años volverá a ocupar un lugar más cercano a nosotros. Su situación es comparable a M51 y NGC 5195, dos galaxias en interacción que, en vez de perfil, nos muestran su esplendor de frente. Otra situación comparable, al menos en cuanto a tamaño, sería el de nuestra propia Vía Láctea y su interacción con la Gran Nube de Magallanes, de manera que al observar a NGC 1531 y NGC 1532 podríamos saber cómo nos veríamos a 55 millones de años luz de distancia…
Visualmente encuentro un gran parecido con NGC 4631 y NGC 4627 (la galaxia de la Ballena), siendo NGC 1532 el cuerpo principal, con unos considerables 11 minutos de arco de longitud. Aparece como una mancha alargada que, a 214 aumentos, ocupa casi todo el campo del ocular, con una magnitud de 9.9. Su centro es brillante y ligeramente alargado, y tras varios minutos de adaptación destaca otra región más intensa a uno de los lados, una débil línea luminosa que se corresponde con el comienzo de uno de sus brazos espirales. Sin embargo, el mayor desafío de esta galaxia es, probablemente, captar los fotones de su gran brazo extendido, ese que NGC 1531 se ha encargado de esculpir. Tras mucho tiempo al ocular comencé a intuirlo por momentos, como una banda fantasmagórica que se extendía más allá del cuerpo de la galaxia. Desaparecía en seguida a la vista, pero después, descansando y relajando toda la musculatura, volvía a distinguirla tenuemente. Por momentos llegué a pensar que era una ilusión, pero entonces la apreciaba nuevamente por el rabillo del ojo. Con mayor abertura y cielos más oscuros no debe ser difícil de disfrutarla en toda su plenitud. NGC 1531 aparecía como una nubecilla brillante y difuminada, alargada en sentido perpendicular a su compañera, sin grandes irregularidades apreciables. Con un poco de imaginación no es difícil sentir la fuerza que une a estos dos universos y vislumbrar el baile cósmico que despliegan ante nuestros pequeños ojos.
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