Un verdadero espectáculo nos espera en la constelación de Piscis, situado a unos 90 millones de años luz de distancia, un objeto celeste que ha confundido a los astrónomos desde hace cientos de años. En 1784 William Herschel describió a NGC 520 como «débil y considerablemente alargada», siendo el primer ser humano de la historia en captar sus lejanos fotones. Posteriormente, a medida que mejoraban los instrumentos ópticos, los detalles de esta galaxia fueron asombrando a sus observadores, y no sin razón, como podemos intuir por su inclusión en el catálogo Arp de galaxias peculiares con el nombre Arp 157.
En los años 60 se consideraba una galaxia proliferativa, de características similares a M82, aunque poco después se comprobó que la verdad era bien distinta: NGC 520 no era una, sino dos galaxias. El estudio de su hidrógeno neutro permitió conocer que NGC 520 era el resultado de la unión entre una galaxia rica en gas y otra con escaso material gaseoso, en una fase similar a la de las famosas Antenas (NGC 4038 y NGC 4039). Podríamos decir, por tanto, que la visión que tenemos de NGC 520 puede ser algo parecido a lo que verán extraterrestres en un futuro cuando miren a nuestro Grupo Local; la Vía Láctea, en unos 4.000 millones de años, bailará con la galaxia de Andrómeda y sus siluetas se fusionarán en caprichosas formas.
Al observar a NGC 520 en el infrarrojo podemos apreciar un número importante de fuentes luminosas, fruto de la gran proliferación estelar que está motivándose a raíz de la interacción. El telescopio Chandra de rayos X dedicó un tiempo de su actividad a analizar este peculiar objeto, distinguiendo dos núcleos que brillaban intensamente en dicha longitud de onda, cada uno representando el centro de cada miembro de la pareja. El núcleo más brillante en rayos X, el más masivo, es, sin embargo, el que menos se aprecia en luz visible, ya que se encuentra oculto por el disco de la galaxia, que vemos de perfil. En su interior se producen estrellas a una velocidad de 0.7 masas solares al año, hasta 35 veces más de lo esperado para estas regiones internas en una galaxia solitaria. La fuente más brillante en luz visible es la más septentrional, y representa el núcleo de la galaxia menos masiva, que vemos de frente y, por tanto, sin polvo que disminuya su intensidad. Ambas galaxias tomaron contacto hace 300 millones de años, quedando destinadas desde entonces a bailar juntas hasta que la intensidad de la música intergaláctica las fusione en una mayor galaxia, probablemente una gran elíptica.
NGC 520 se encuentra a unos 90 millones de años luz, algo que debemos tener en cuenta cuando lo observemos con nuestros telescopios: no busquemos una galaxia de la magnitud de las Antenas (que se encuentran a la mitad de distancia). Tiene algo más de 100.000 años luz de diámetro, que en el ocular se traducen en una extensión de 4.4 x 1.8 minutos de arco. Si podemos disfrutar de un cielo oscuro nada nos impedirá distinguir a NGC 520, aunque usemos un telescopio de pequeño calibre. Con mi Dobson de 30 cm pude aprecia, ya a pequeños aumentos, que no era una galaxia normal. Su forma parecía algo irregular, alargada, algo ensanchada en uno de sus extremos. Decidí usar mayores aumentos, y a 214x pude exprimir algo más sus detalles. Su forma aparecía entonces casi triangular, con dicho ensanchamiento más patente, siendo el otro extremo bastante más estrecho, casi terminando en punta. Me recordaba en cierta manera a una versión más brillante de NGC 6745, algo que no es de extrañar si la comparamos en fotografía. En los mejores momentos de estabilidad atmosférica los bordes que se abrían hacia la zona más ancha aparecían resaltados, como dos franjas más brillantes que dejaban entre ellas, un espacio más oscuro, atisbo de polvo y gas que separan a estos dos universos en colisión.
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