Una de las regiones más fascinantes que podemos apreciar en fotografías de larga exposición es el mar de nebulosas que colindan con Antares, y que señalan el extremo de la asociación OB más cercana a nosotros. Estas asociaciones son grandes regiones de hidrógeno en las cuales se están formado numerosas estrellas: las más masivas, de tipo espectral O y B, excitan con su luz el gas circundante, formando un juego de luces difícil de superar con un pincel. La Asociación Scorpius-Centaurus OB2 recorre gran parte del firmamento, desde la región de Antares hasta la Cruz del Sur, dividida en tres zonas principales situadas a unos 400 años luz de distancia. La última oleada de formación estelar tuvo lugar entre 5 y 15 millones de años atrás, y muchas de las estrellas más masivas ya han terminado sus días explotando como potentes supernovas. Nuestra estrella protagonista, Antares, es la más importante de la región superior de la asociación, que se dispone entre el cuerpo y las pinzas del escorpión. En ella encontramos varios objetos interesantes, aunque comenzaremos diciendo algunas palabras sobre la brillante estrella.
Antares es uno de los grandes portentos del universo, una estrella que posee un diámetro 883 veces superior al del Sol. Es de tipo espectral M1.5, una supergigante roja que, situada en el centro de nuestro Sistema Solar, llegaría a superar con creces la órbita de Marte. Se encuentra a 550 años luz de distancia y tiene una masa de 15 masas solares, con lo cual su destino como supernova está más que asegurado. Antares forma un sistema binario con una estrella más pequeña de magnitud 5.5, que gira lentamente a su alrededor completando una vuelta cada 2500 años. Su separación con Antares es de tan sólo 3 segundos de arco, algo que no sería especialmente difícil de apreciar a través del telescopio si no fuera por el gran contraste con la principal, que tiene una magnitud de 1.09. De esa manera, necesitaremos una atmósfera limpia y aumentos suficientes para poder distinguir esa pequeña estrella que, en ocasiones, adquiere un tono verdoso al observador, fruto del contraste de brillo.
Vamos a viajar ahora a un grado y medio de distancia para encontrar uno de los cúmulos globulares más conocidos del cielo, M4. A pesar de su relativa cercanía, saltamos de 550 años luz hasta los 7200 años luz de distancia. Conocido como NGC 6121, fue descubierto por Jean-Philippe Loys de Cheseaux en 1746, y Messier lo encontró unos veinte años después. Curiosamente, es el único globular que el francés pudo resolver con su telescopio, lo cual nos da una idea del brillo de sus estrellas.
Durante mucho tiempo fue considerado el cúmulo globular más cercano a nosotros hasta que se descubrió, recientemente, el débil globular FSR 1767, situado a 4900 años luz. Su edad se estima en unos 13.000 millones de años, uno de los más antiguos que se conocen. De hecho, contiene numerosas enanas blancas, los núcleos de estrellas en decadencia que han expelido su atmósfera al exterior. Destaca en el centro del globular una hilera de brillantes estrellas de magnitud 11 que ya fue descrita por Herschel en 1783.
Tiene un diámetro de 150 años luz, aunque su área de influencia duplica dicha extensión. Su órbita lo lleva a pasar a unos 15.000 años luz del núcleo de la galaxia, por lo que probablemente haya perdido una gran cantidad de estrellas en su continuo vaivén. Como curiosidad, en 2003 se encontró en M4 un peculiar objeto: un exoplaneta orbitando a un sistema binario, pero no un sistema binario cualquiera, sino uno formado por una enana blanca y un púlsar, una estrella de neutrones que gira a velocidades de vértigo como un faro cósmico.
Con una magnitud de 5.9, M4 es visible sin necesidad de instrumentos desde un lugar oscuro, aunque precisaremos de un horizonte sur despejado y alejado de las luces de la ciudad. Con un par de prismáticos se pueden apreciar incluso algunas estrellas individualizadas en medio de esa pequeña esfera nebulosa. Tras el ocular de cualquier telescopio M4 es un espectáculo que puede hacer que cualquiera se aficione a la astronomía. Lo observé con el NextStar 102 SLT desde un cielo medianamente oscuro, y la vista me retuvo ante el cúmulo globular durante al menos media hora. A bajo aumento se diferenciaba perfectamente un núcleo más intenso de la periferia difusa y poco definida, con una forma aparentemente circular. Numerosas estrellas se esparcían por su superficie, y la atmósfera estable me hizo querer ver más, así que probé con 214 aumentos. M4 ocupaba al menos la mitad del campo, con un núcleo brillante que adquiría una forma romboidal. Las estrellas se distinguían en toda la región, aunque lo que más llamó mi atención fue una hilera más brillante que atravesaba el centro de lado a lado, produciendo un curioso efecto que no he contemplado antes en ningún otro globular. Algunas estrellas se definían en esta estela brillante, las mismas que Herschel descubrió en su día, quedando mucho más patentes con visión periférica. El campo de estrellas no destacaba especialmente; probablemente, muchas estarían ocultas tras la inmensa masa de gas. Me alejé del telescopio, dispuesto a cazar al resto de globulares que rodeaban a la imponente Antares.
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