El último de la fila (NGC 5694)

A estas alturas no nos resultará extraño encontrar un cúmulo globular que no posea las características que se esperan de él, y es que la composición de estas familias de estrellas puede contarnos una larga historia de migraciones y eventos catástroficos. En el caso que hoy nos ocupa vamos a hablar de NGC 5694, uno de los globulares más lejanos que podemos observar en nuestra galaxia:

Foto NGC 5694

Se encuentra a la considerable distancia de 114.00 años luz de nosotros, distando del centro galáctico unos 96.000 años luz, a las afueras del halo galáctico y a una velocidad de 273 km/s. En un principio se pensó que estaba escapando de la Vía Láctea, aunque recientes estudios sugieren que recorre una órbita hiperbólica que lo aleja del centro galáctico para volver hacia el centro y completar su giro. Presenta una metalicidad muy baja, y sus propiedades hacen pensar que es uno de los cúmulos globulares más antiguos que se conocen. Sin embargo, su discordia radica en que la proporción de elementos que lo forman es ligeramente diferente a los globulares de nuestra galaxia, con lo cual tenemos que pensar en un pasado turbulento. Algunos estudios apuntan a que podría haberse formado en las regiones más internas del halo para, acto seguido, ser arrastrado hacia afuera por otra galaxia, probablemente por las Nubes de Magallanes, lo cual explicaría su altísima velocidad. Sin embargo, la diferente composición de sus estrellas hace pensar en que su origen ha tenido lugar en un lugar distinto, posiblemente en alguna de las galaxias enanas y difusas que orbitan alrededor de la Vía Láctea. NGC 5694 sería, en ese caso, un extraño que ha sido devorado por nuestra galaxia y retenido bajo su gravedad. Hacen falta más observaciones para poder concretar estos datos.

NGC 5694 fue descubierto por William Herschel, como la gran mayoría de objetos del catálogo NGC, y posteriormente se conoció también como Caldwell 66. Hasta 1932, sin embargo, no se conoció su naturaleza como cúmulo globular, lo cual da una idea del bajo brillo de sus estrellas. En efecto, a pesar de que su magnitud conjunta ronda la décima, su bajo brillo superficial hace verdaderamente difícil resolver sus múltiples estrellas. Se encuentra en el extremo más meridional de Hydra, justo por  debajo de Libra, y cinco estrellas brillantes parecen abrazar el cúmulo globular, ayudando a orientarnos sin mayor dificultad. Con unos 4 minutos de arco (que equivalen a unos considerables 140 años luz), aparece como una pequeña esfera luminosa, extremadamente débil, cuyo núcleo quiere resaltar ligeramente, brillando con mayor intensidad que su difusa periferia. Con visión lateral los bordes alcanzan un mayor tamaño, aunque no deja de ser una lejana y etérea nube. Por momentos quería dejarse ver una textura granulosa, aunque la noche en que lo observé no era la más propicia, pues una leve neblina cubría todo el cielo de manera casi imperceptible. No obstante, es agradable contemplar un cúmulo tan lejano y de aspecto delicado de vez en cuando; otras constelaciones saciarán nuestra sed de gigantes y brillantes globulares.

NGC 5694.png

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