Hace años, mientras buscaba NGC 7023, descubrí, en el corazón de Cefeo, una curiosa formación de estrellas asociadas a una patente nebulosidad, captando mi atención y haciendo que me detuviera un tiempo para observarlas. Varios años después me decidí a volver al lugar, esta vez con mayor sosiego y disponibilidad de tiempo. Se trataba de NGC 7129, y la siguiente imagen puede darnos una idea de su naturaleza:

Adam Block/Mount Lemmon SkyCenter/University of Arizona
Volvemos a observar las grandes masas de gas que nos rodean y que rellenan todo el cosmos propiciando la aparición de nuevas estrellas. En este caso estamos observando a unos 3.300 años luz de distancia, al centro de una nube molecular de hidrógeno en la que una elevada densidad ha dado lugar al nacimiento de una cohorte de estrellas, de apenas un millón de años de edad. En concreto, se han podido contar unas 130 estrellas, la mayoría de las cuales son invisibles a nuestros ojos, precisando observar en otras longitudes de onda para distinguirlas. En la siguiente imagen obtenida por el Spitzer, en el infrarrojo, destacan en color verde las estrellas más jóvenes. En concreto, esos filamentos verdosos son objetos Herbig-Haro, de los que hablábamos con anterioridad en esta entrada. Básicamente, son estrellas recién nacidas que generan fuertes vientos, dispersando el gas del que se forman hacia sus polos en forma de rápidos y cambiantes jets que calientan el gas. Uno de los más patentes en longitud de onda visible es el que tenemos en la región superior de esta rosa cósmica, denominado HH 103 (estoy seguro de que, bajo las condiciones de observación adecuadas, debe ser visible a través de telescopios de suficiente apertura).
La nube molecular original permanece invisible en las fotografías, manifestándose su presencia gracias a las regiones que son iluminadas por las nuevas estrellas. Este tipo de nebulosa es, por tanto, una nebulosa de reflexión, ya que el gas todavía no se encuentra ionizado, como ocurre en las regiones HII. La nebulosa, simplemente, se encarga de “reflejar” la luz de las estrellas que la iluminan. NGC 7129 debe su brillo a 3 estrellas centrales de tipo espectral B; en concreto es una de ellas, LkHα, la que se ha encargado de esculpir la nebulosa, vaciando su contenido interno de gas. Los grandes vientos generados y su erosiva luz ultravioleta han sido sus exclusivas herramientas.
Con una magnitud de 11.5, NGC 7129 es fácilmente visible con cualquier instrumento, distinguiéndose incluso a través del buscador si la noche es oscura. Seis brillantes estrellas llaman la atención en un campo estelar relativamente pobre, y la principal porción de nebulosa se establece alrededor de dos de ellas, disponiéndose como una nube difusa de forma triangular y unos 4 minutos de diámetro. Sus bordes no son definidos, sino que se pierden poco a poco hasta entremezclarse con el cielo. Otra pequeña mancha se encuentra situada al lado, entre otras dos estrellas brillantes. Algo más débil, presenta una forma alargada y los filtros, tanto el UHC como el OIII, no hacen más que oscurecer su silueta, confirmándonos que no son nebulosas de emisión. Una estrella cercana también parecía reflejar un tenue halo de luz fantasmagórica, y es que esta nebulosa, como se puede apreciar en las fotografías, es más grande de lo que podría parecer en un primer momento.
No deberíamos perder la oportunidad de visitar un cercano cúmulo que prácticamente linda con la nebulosa, a unos 25 minutos de arco. Se trata de NGC 7142, situado a una distancia bastante mayor, estimada en unos 7000 años luz. Está formado por unas 250 estrellas cuya edad, mucho más avanzada, es de unos 3.000 millones de años, más en consonancia con nuestro propio Sol. Resulta curioso contemplar agrupaciones de estrellas que, pese a su avanzada edad, aún continúan unidas como si hubieran nacido ayer. Entre sus estrellas abundan, como es lógico, aquéllas de un color rojizo, si bien se han encontrado un número relativamente alto de rezagadas azules, las estrellas que encontrábamos en algunos globulares y que suelen estar asociadas con lugares extremadamente densos. La siguiente imagen muestra los dos objetos de esta entrada en el mismo campo, tan cercanos pero, a la vez, separados por miles de años luz.

Crédito: Tony Hallas
NGC 7142, con una magnitud que ronda la novena y un tamaño de entre 10 y 15 minutos de arco, es un objetivo sencillo de observar con pequeños instrumentos. A través de mi Dobson de 30 cm pude contemplar una maraña de diminutas estrellas (una treintena de ellas) de magnitud superior a 13, colocadas todas ellas alrededor de tres estrellas protagonistas de mayor brillo. Un fondo neblinoso delataba la presencia de más componentes en la lejanía, y se podían adivinar algunas alineaciones estelares que colgaban como guirnaldas de las principales estrellas.
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