Mucho se ha oído en los últimos dos años acerca de la Estrella Tabby, un aura de misterio rodea su nombre y ha conseguido desatar la imaginación de millones de personas. Seguro que a cualquiera le suena la estrella con la “megaestructura alienígena”, aunque no sepa muy bien de qué va el asunto. Pues bien, lo que las páginas no suelen mencionar es que es visible con un pequeño telescopio y que cualquiera equipado con un buen atlas es capaz de buscarla en el cielo. Hoy vamos a hacer una recapitulación sobre las hipótesis que intentan explicar el comportamiento de esta estrella y luego daremos algunas nociones para encontrarla y poder ver con nuestros propios ojos la turbulenta estrella.
Su nombre oficial es KIC 8462852, también TYC 3162-665-1, nombres que nos servirán para identificarla en los atlas. La fama que trae consigo se debe a una serie de cambios en su brillo que no pueden explicarse con los conocimientos actuales, y las explicaciones que se han dado son extremadamente variopintas y, algunas, originales. Ya conocida en 1890, no fue hasta septiembre de 2015 cuando su nombre corrió de boca en boca, a raíz del estudio que publicó Tabetha S. Boyajian, una astrónoma norteamericana de 37 años cuyo nombre sirvió para designar a la estrella. Lo que Tabetha observó fue un descenso en el brillo de la estrella que tuvo lugar el 5 de marzo de 2011, siendo la intensidad de la estrella un 15% menor al habitual. Lo descubrió gracias al telescopio espacia Kepler, que había monitorizado parte del cielo desde 2009 hasta 2013. Dos años después Tabetha fue testigo de otro descenso del brillo, esta vez de un 22%, algo sin precedentes en la historia, y mes y medio después la estrella volvió a presentar una nueva fluctuación. Por si fuera poco, además de estos descensos bruscos y autolimitados de luz, el brillo de la estrella se iba apagando lentamente a razón de un 0.34% cada año, posteriormente descendió un 2.5% en 200 días y luego siguió bajando a su ritmo habitual. Tras varios años de descanso la estrella volvió a mostrar un descenso significativo de brillo el 20 de mayo de 2017, reavivando la polémica a su alrededor.
Una estrella puede disminuir su brillo por dos factores principales: o bien disminuye su brillo intrínseco o algún objeto se interpone entre ella y nuestros instrumentos, y aquí es donde las hipótesis fallan una detrás de otra. KIC 8462852 es una estrella de la secuencia principal, una estrella “adulta” de tipo espectral F. Si fuera una joven estrella recién nacida podríamos argüir que el gas que la rodea bloquea su luz en ocasiones, produciendo las fluctuaciones que se observan, pero las estrellas ya formadas atraviesan un período de estabilidad en el que no se producen grandes cambios, de manera similar a nuestro Sol.
Así pues, desde hace dos años han surgido numerosas hipótesis que se basan en que “algo” oscurece la estrella, aunque ninguna de ellas haya demostrado, hasta la fecha, ninguna evidencia clara de ser cierta. Al principio se sugirió que los descensos de brillo podían deberse al paso de un planeta fragmentado por una gran colisión, de manera que una nube de material residual le seguiría a sus espaldas. Sin embargo, una colisión entre grandes cuerpos habría producido una importante cantidad de radiación infrarroja, señal que no se ha apreciado con ninguno de los instrumentos usados para observar la estrella. Una posible explicación que llamó la atención por su exotismo hacía referencia a un enjambre de cometas que giraban en torno a la estrella, pero no debemos olvidar que estamos hablando de un oscurecimiento del 22%, lo cual hace altamente improbable que varios cometas, por grandes que sean, oculten tanto porcentaje de la estrella.
Una de las hipótesis más interesantes ha sido postulada por Fernando J. Ballesteros y su equipo, de la Universidad de Valencia, que explican el patrón de brillo por la presencia de un gran planeta con anillos, acompañado a su vez, a ambos lados, por nubes de asteroides troyanos. De hecho, el equipo de astrofísicos ha predicho, incluso, nuevos eclipses que tendrán lugar en los próximos años. Según su estudio, en 2021 la nube de asteroides producirá un nuevo oscurecimiento, teniendo lugar en 2023 la principal ocultación por parte del gigante gaseoso. Nuevos estudios y el tiempo se encargarán de corroborar esta fascinante imagen.
Pero la fama de la estrella se la debemos a una explicación aún más exótica: la presencia de una enorme estructura alienígena sería la responsable de las disminuciones de brillo. En 1960, el físico Freeman Dyson describía en la revista Science una gran esfera hipotética que rodeaba parte de una estrella, argumentando que sería un método muy eficiente de obtener energía por parte de civilizaciones extraterrestres avanzadas y que su emisión de radiación infrarroja permitiría detectarla desde nuestros telescopios. KIC 8462852 resultó ser una atractiva y potencial estrella para albergar esta megaestructura, y la imaginación de todo el mundo divagó mientras los medios de comunicación se hacían eco de la noticia. Por supuesto, y pese que a todos nos fascinaría que la esfera de Dyson fuera real, antes habrá que descartar otras muchas hipótesis más plausibles que la estructura extraterrestre.
Pues bien, después de tanto leer sobre esta peculiar estrella es hora de localizarla con nuestro telescopio, simpre intentando hacerlo desde un lugar oscuro. Podemos encontrarla a partir de NGC 6866, y deberíamos aprovechar para hacer una visita a este magnífico cúmulo globular. Fue descubierto por Caroline Herschel, la hermana de Wililam Herschel, en 1783. A pesar de que sus estrellas más brillantes son de magnitud 10.5, el cúmulo en su conjunto alcanza una magnitud de 7.6, fácilmente apreciable gracias a que se dispersa por un tamaño de tan sólo 7 minutos de arco. Se encuentra a unos 3.900 años luz de nosotros y su edad se ha estimado entre 600 y 800 millones de años, lo cual no deja de ser considerable para una agrupación tan compacta. Encontraremos la Estrella de Tabby a apenas 30 minutos de arco de NGC 6866, pudiendo saltar fácilmente de estrella en estrella. Como referencia buscaremos un trapecio de estrellas extremadamente abiertas, una de las cuales es KIC 8462852.
Se encuentra flanqueada por estrellas de magnitud 11.5 y 11.9, de manera que su propia magnitud, de 12, no destaca especialmente. Sin embargo, resulta emocionante contemplarla si sabemos todo lo que lleva a sus espaldas. Parece una más de tantas estrellas que pueblan el ocular, eclipsada también por el magnífico cúmulo abierto que tiene al lado. Sin embargo, al imaginar un planeta anillado ocultándolo, un enjambre de cometas o una cubierta metálica usada por una civilización extraterrestre, ese pequeño punto se transforma en un objeto verdaderamente fascinante.
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