Volvemos a usar hoy el potencial del filtro H-Beta con un objeto poco conocido que se encuentra en la constelación de Auriga, un poco más allá de las nebulosas IC 405 e IC 410, en pleno Brazo de Perseo. Vamos a pasar al lado de la asociación Auriga OB1, dejando atrás al brillante cúmulo M36 para centrarnos en otra nube molecular que se encuentra a casi 6.000 años luz de distancia. En el cristal de proa de nuestra nave imaginaria, ayudados por un filtro apropiado, podríamos ver algo similar a la siguiente fotografía:

Crédito: Terry Hancock
A la derecha destacan IC 405 e IC 410, que desperdigan sus filamentos nebulosos por toda la zona. M38, arriba, y M36, abajo, dominan aparentemente la población estelar, dando paso a esas nebulosas rojizas que tocan el borde izquierdo de la imagen. En esa región vamos a centrarnos, a unos 5.850 años luz de nosotros, apreciándola mejor aquí:
Invisible a nuestros ojos (y a los de la cámara fotográfica) toda esta zona se encuentra poblada por un inmenso complejo de nubes moleculares que se conoce como G174+2.5, formado al parecer por la fusión entre dos grandes nubes moleculares. Esta nube, formada por hidrógeno molecular, sufrió un proceso conocido como fragmentación y colapso, a través del cual aparecieron zonas de mayor densidad en su interior, denominadas núcleos densos. Estas regiones tenían una mayor capacidad atractora por su mayor masa, de manera que fueron acretando más y más masa. Así, la densidad en su interior aumentó hasta el punto que la temperatura, también elevada, permitió la fusión nuclear del hidrógeno, naciendo las primeras estrellas de la nube. Cuando las estrellas más jóvenes y masivas estimulan el gas con su radiación ultravioleta producen la ionización del hidrógeno, y toda la masa de gas resplandece con esa tonalidad rojiza: es lo que conocemos como una región HII. Por tanto, lo que estamos observando en la fotografía son algunas de las regiones HII que pertenecen a la nube molecular G174+2.5. Además, en esta nube se ha podido comprobar una teoría que en inglés se denomina “collect and collapse”, que viene a decir que la proliferación estelar es un fenómeno contagioso. Básicamente, una región HII recién formada produce algunas estrellas supermasivas que, en unos pocos millones de años, terminarán su vida como supernovas. Además, generan fuertes vientos estelares, contribuyendo así a estimular las zonas colindantes de la nube molecular, pudiendo desencadenar una cadena de formación estelar. Pues bien, en toda esta zona de la nube molecular se han encontrado más de diez cúmulos que, partiendo del más céntrico como origen (situado en Sh2-235), parecen tener mayor edad conforme mayor es la distancia a la que se encuentran. Son datos que apoyan esta teoría de formación estelar encadenada, que también se ha podido estudiar en algunas otras galaxias.
A la izquierda de la imagen, la región HII más extensa se denomina Sh2-232, bastante débil y difusa. La más destacada y brillante es Sh2-235: cuenta con un diámetro de unos 100 años luz y es la más fácil de observar con un filtro H-Beta. De hecho, cuando me asomé al ocular tras colocar el filtro mis ojos fueron directos a ella sin siquiera saber su posición exacta. No obstante, necesitaremos visión lateral para distinguirla con claridad. Aparece como una nubecilla de forma triangular y bordes difusos. La estrella BD+35 1201, que podemos ver brillando en el centro, es la responsable de ionizar la masa gaseosa.
Sh2-231 es la débil nebulosa arriñonada que aparece a la derecha, también visible con el filtro H-Beta pero de una manera mucho más débil, apenas visible con visión periférica si no es con paciencia y una buena adaptación a la oscuridad. Sh2-233, la pequeña y rosada nebulosa, no es más que otra región HII, parte del mismo todo que rodea la zona. Es, buscando un símil aproximado, como si estuviéramos en una enorme cueva y sólo pudiéramos observar algunas partes, aquéllas en las que una vela deja entrever algunos de sus tesoros.