Hoy vamos a viajar muy lejos con rumbo al norte, tan al norte que sólo nos desplazaremos 4 grados desde la estrella polar, en la constelación de Cefeo. Allí reside una peculiar pareja de galaxias que podemos disfrutar sin dificultad desde cielos oscuros. Se trata de NGC 2276 y NGC 2300, las principales componentes de una familia de cinco galaxias que se conoce como el Grupo de NGC 2300, situado a una distancia que oscila entre los 100 y los 150 millones de años luz. NGC 2300, una galaxia elíptica, es la más brillante de las dos, y por ello fue la primera en ser descubierta por Alphonse Borrelly en 1871. Cinco años después el astrónomo Friedrich August Theodor Winnecke vería por primera vez a su exótica compañera NGC 2276. Hoy en día la astrofotografía nos permite maravillarnos con imágenes como ésta:
NGC 2276 es, sin duda, la galaxia más especial del grupo. Es una espiral cuya asimetría le ha valido para entrar en el catálogo Arp de Galaxias Peculiares con la denominación de Arp 25. Además, es uno de los pocos objetos que puede presumir de aparecer en dos entradas de este catálogo: Arp 114 hace referencia a la pareja que forma junto con NGC 2300, en el apartado de galaxias elípticas en interacción con galaxias espirales. NGC 2276 presenta un prominente brazo plagado de regiones HII y brillantes condensaciones, además de otros más pequeños y discretos que se arremolinan en una espiral blanco-azulada. Su cercanía a NGC 2300, que se encuentra a tan sólo 250.000 años luz de ella, podría parecer la clara causante de tal asimetría y de su elevada proliferación estelar, pero parece ser que no es el caso. NGC 2276 está sufriendo un proceso que se conoce como “Ram-pressure stripping”, que en inglés viene a significar “pelar o desnudar”. Lo que ocurre con esta galaxia es que se está desplazando a gran velocidad a través del medio intergaláctico, que es especialmente denso y caliente. De esta manera, NGC 2276 está viéndose influenciada por una especie de viento intergaláctico que alcanza millones de grados centígrados, como un fragmento de asteroide que se “enciende” al penetrar en nuestra atmósfera. La región de NGC 2276 que avanza contra este medio intergaláctico, la proa de la galaxia, sufre entonces un intenso brote estelar. En la siguiente imagen podemos apreciar la gran burbuja de rayos X que se encuentra entre las dos galaxias protagonistas, que alcanza un diámetro de más de un millón de años luz:
Podemos añadir aún más detalles en esta galaxia. En uno de los brazos de NGC 2276 se ha encontrado un peculiar objeto que brilla con intensidad en ondas de radio. Todo parece apuntar a que se trata de un agujero negro de masa intermedia, con una masa equivalente a 50.000 soles. Al igual que otros agujeros negros, NGC 2276-3C, como se ha catalogado este objeto, emite dos intensos jets de radiación, teniendo uno de ellos la considerable longitud de 2.000 años luz.
A la hora de observarlas la galaxia que más llamará nuestra atención es, paradójicamente, NGC 2300, sobre todo por ser la más brillante. Tiene una magnitud 12.1 y presenta un núcleo muy concentrado y de apariencia estelar. El halo se extiende formando un óvalo ligeramente excéntrico, perdiéndose sus bordes difusos con el cielo. NGC 2276, acompañada de dos brillantes estrellas, cuenta con una magnitud de 11.8, y sin embargo es más difícil de ver: un mayor tamaño y un menor brillo superficial contribuyen a ello. No conseguí distinguir sus brazos ni su estructura asimétrica, tan sólo una débil nebulosidad con visión periférica, una fantasmagórica reminiscencia de lo que es en realidad. Sin embargo, no deja de ser fascinante observar esas nubes tan lejanas e imaginarlas nadando en un mar de rayos X, camino a un futuro encuentro que terminará por unirlas en una misma galaxia. Cuando observemos a NGC 2276 no olvidemos prestar atención por si distinguimos alguna débil estrella en su superficie: es una de las galaxias en la que más supernovas se han descubierto, contando con unas seis de ellas en los últimos 70 años. La última, en 2016, tan sólo llegó a alcanzar la decimosexta magnitud.
que interesante entrada , te felicito ; sabes , siempre me ha intrigado saber si nuestra sistema solar está expuesto a transitar por una zona así de densa y cómo nos puede afectar .
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Muchas gracias, es una pregunta muy interesante. Ten encuenta que aquí hablamos de que es la galaxia entera, y no un sistema solar, la que está en una zona “caliente y densa”. ese ambiente suele darse en el centro de los grandes cúmulos galácticos, y el gran cúmulo más cercano a la Vía Láctea es el cúmulo de virgo, a 65 millones de años luz. La Vía Láctea se fusionará con Andrómeda dentro de unos 4000 millones de años, y eso que están al lado, así que no creo que le dé tiempo a llegar al cúmulo de virgo antes de “apagarse“. Cuando la Vía Láctea y Andrómeda colisionen sí habrá un aumento de la temperatura de la densidad en muchas partes de la nueva galaxia formada, aunque para eso queda todavía mucho tiempo. ¡Un saludo!
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Miguel Angel,
yo me refiero a que en su tránsito de cerca de 220 millones de años que le toma orbitar alrededor del centro galáctico nuestro sistema solar se puede encontrar con una «nube cósmica» como salió hace un tiempo en las noticias , que la relacionaba con la intensidad de la radiación que estaba recibiendo la tierra en ese tiempo . en realidad recordé el hecho y lo asocié con tu información de la galaxia que entregas en esta entrada.
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Zonas tan calientes no hay en nuestra galaxia a gran escala a no ser que lleguen de fuera, y hoy por hoy no hay previsión de que ninguna vaya a llegar pronto. En el hipotético caso de que atravesáramos una el destino no sería nada favorable, hablamos de una temperatura de millones de grados, no hay atmósfera capaz de soportar eso.
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