La región de Virgo y Coma Berenices está, como ya sabemos de sobra, repleta de galaxias, y como muestra de ello nuestro amigo Charles Messier descubrió ocho de ellas en una misma noche. Imaginad la emoción de ser la primera persona en observar esas misteriosas manchas fantasmales… Hoy vamos a ver una de las nubes que vio Messier en 1781, que engrosó su lista de descubrimientos bajo el nombre de M91.
Posteriormente catalogada por William Herschel como NGC 4548, M91 es una galaxia sobre la cual persistió un halo de misterio que no se reveló hasta hace apenas 50 años. El caso es que no se encontraba ninguna galaxia en la posición que Messier había indicado (en su descripción la localizaba a partir de M58, una cercana galaxia), por lo cual la identidad de M91 permaneció en la sombra durante años. Un astrónomo aficionado descubrió, en 1970, cuál había sido el problema: Messier había confundido la galaxia M89 con M58, por lo cual la posición de referencia era equívoca, dando lugar al error mencionado.
M91 es una galaxia espiral barrada que alcanza los 100.000 años luz de diámetro, perteneciente al Cúmulo de Virgo. Su población de estrellas se ha estimado en unas 400.000 millones, comparable al número que posee nuestra propia galaxia. Es una galaxia anémica, especialmente pobre en estrellas jóvenes y regiones de formación estelar. Esta escasez se debe a que, a su paso a través del Cúmulo de Virgo, ha ido perdiendo gran cantidad del gas que poseía, perdiendo así la materia prima para formar nuevos astros. En su interior se ha encontrado, no obstante, un agujero negro supermasivo con una masa de aproximadamente 25 millones de soles, unas cuatro veces superior al que habita en el interior de la Vía Láctea.
M91 es el objeto más débil del catálogo Messier y, por tanto, uno de los más difíciles de observar. Es de magnitud 11, pese a lo cual su brillo superficial es bajo y nos obliga a observarla desde cielos oscuros. Sin embargo, bajo las condiciones adecuadas nos permitirá disfrutar de su estructura con relativa facilidad. Con el Dobson de 30 cm pude apreciar su núcleo redondeado que se abría a ambos lados formando una delicada barra de unos 3 minutos de arco de longitud. El halo, extremadamente débil al principio, fue definiéndose poco a poco, hasta que pude comprobar cómo aparecían, con visión periférica, dos interesantes brazos espirales que se extendían unos 2 minutos de arco desde los extremos de la barra. Por momentos desaparecían, pero tras descansar la mirada volvían a dejarse ver, etéreos y volátiles. Sin duda, un objeto al que merece echarle un vistazo de vez en cuando, sobre todo cuando tiene tantos universos islas a su alrededor.
Pingback: Virgo en espiral (NGC 5247) | El nido del astrónomo