Parte de un todo (VdB 16)

Volvemos a estudiar una gran estructura del cielo en base a una pequeña parte de su extensión. Ya hemos leído sobre la Nube de Perseo, una de las nubes moleculares más cercanas a nosotros. Las nubes moleculares son grandes masas compuestas es su mayor parte por hidrógeno y algo de polvo, ocupando extensos volúmenes en el disco de nuestra galaxia. En ocasiones sufren un proceso de fragmentación en el que se diferencian zonas de mayor densidad que el resto, y esas zonas, denominadas núcleos densos, irán atrayendo el gas circundante hasta formar estrellas. Cuando las primeras estrellas se forman en estos núcleos densos conforman una asociación OB, denominada así porque las estrellas de tipo espectral O y B son las que dominan esa región de la nube molecular, iluminando su entorno como grandes candelas celestes.

Volvamos a la Nube de Perseo. Se encuentra en el brazo de Orión, a unos 1.000 años luz de distancia, y ocupa un área extensa del cielo, desde la Nebulosa California a las nebulosas NGC 1333 e IC 348, lindando por el oeste con VdB 16 y VdBb 13, ya en la constelación de Aries. En toda la extensión de la nube se encuentran dos principales poblaciones de estrellas, siendo la más añosa la que se organiza en la asociación Perseo OB2, en torno a IC 348, cuyas estrellas se formaron hace unos 5 millones de años. La otra población es mucho más joven, tanto que sus estrellas están naciendo en este mismo momento, como se puede comprobar en las inmediaciones de NGC 1333.

El hidrógeno molecular que forma las nubes moleculares es invisible a nuestros ojos, por lo que sólo podemos observarlo si alguna fuente externa ilumina el gas y el polvo, algo que ocurre con las nebulosas de reflexión. Hoy vamos a espiar una de las porciones de la Nube de Perseo que es iluminada por una estrella de tipo espectral F, conocida como HIP 16170. El gas a su alrededor nos envía el reflejo fantasmagórico de la estrella, constituyendo una nebulosa de reflexión que conocemos como VdB 16, una denominación que pertenece al catálogo de nebulosas de reflexión que elaboró Sidney Van den Bergh.

VdB 16 se encuentra en el borde una nebulosa oscura, LDN 1455, cuya única diferencia con la nebulosa de reflexión es la estrella que ilumina a ésta última. Con unos 4 minutos de arco de diámetro, observar VdB 16 no es especialmente difícil desde cielos oscuros. Es débil, eso sí, y no su visión no se verá facilitada por el uso de ningún filtro, pero con un poco de esfuerzo mostrará sus principales trazos. La mayor dificultad para observarla radica en diferenciar el halo de HIP 16170, que ronda la magnitud 9.15, con la propia nebulosa, aunque con paciencia seremos capaces de distinguirlo sin problema. La nebulosidad se dispone flanqueando a la estrella, siendo por un lado difusa y, por el otro, más brillante y con un borde curvado que se aprecia con visión lateral. Parece una simple nube débil y difusa, pero no perdamos de vista que estamos observando la punta de un inmenso iceberg cósmico.

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La solitaria NGC 1156

Aries no es precisamente una constelación rica en objetos de cielo profundo, aunque si ahondamos un poco podemos desenterrar algunos verdaderamente interesantes. NGC 1156 es uno de estos objetos, fácilmente visible desde cielos oscuros y con algunas características que la hacen especial:

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NGC 1156 es una galaxia enana magallánica cuya distancia varía según el estudio que se utilice: desde los 6 millones a los 20 millones de años, lo que sí está claro es que se encuentra relativamente cerca. Es, además, una de las galaxias más aisladas que podemos encontrar en nuestra vecindad, con millones de años luz a su alrededor en los que no flota ni la más pequeña galaxia. Sí se ha encontrado, sin embargo, una masa de hidrógeno neutro que se encuentra justo al lado: se ve muy bien en radiotelescopios, pero no guarda en su interior ninguna estrella visible, por lo ha sido considerada una galaxia oscura. Además, NGC 1156 presenta zonas donde el gas interno gira en sentido contrario al resto de la galaxia (lo que en inglés se conoce como countner-rotating gas), un comportamiento  fruto de la colisión, en el pasado, con otra  pequeña galaxia. Presenta también un núcleo HII, con inmensas cantidades de gas, una muestra más de que, aunque NGC 1156 es una galaxia solitaria, hace millones de años tuvo que tener una vida social más activa.

Con una magnitud de 12.3, NGC 1156 es fácil de distinguir con pequeños telescopios si observamos alejados de la ciudad. Su tamaño es de unos 3.3 x 2.5 minutos de arco, y soporta bastante bien los aumentos elevados, que serán imprescindibles si queremos distinguir algún detalle. Aparece como una nube ovalada situada entre dos estrellas, una de ellas más brillante, con un brillo relativamente uniforme. Los bordes se pierden difusos en el fondo celeste, y tras varios minutos podemos comenzar a comprobar que el centro no es homogéneo. A 214 aumentos pude ver dos puntos más destacados que coinciden con regiones HII, así como algunos lejanos y débiles grumos nebulosos que añadían aún más interés a esta infravalorada galaxia.

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Una pieza del puzle (grupo de NGC 691)

Cada vez que observo un nuevo grupo de galaxias siento una emoción difícil de explicar. No se trata de “sumar” una victoria más, sino más bien del hecho de rellenar un espacio vacío en mi universo mental, parcelando las regiones y organizando la estructura galáctica que, poco a poco, va tomando forma. De esta manera, podemos apuntar al grupo de galaxias de NGC 691, en Aries, y ver unas cuantas manchas débiles y pequeñas; otra opción, sin embargo, es apartar la mirada del ocular una vez resueltas y lanzarlas con nuestra imaginación a unos 130 millones de años luz. De refilón vemos a M31, y pensamos: “a 2.5 millones de años luz parece que está ahí mismo, al alcance de la mano”. Justo al lado está la bella Gamma Arietis, y recordamos entonces que al sur de dicha estrella estaba NGC 772, con su prominente brazo espiral y su pequeña compañera NGC 770, ambas un poco más cercanas que NGC 691, a algo más de 100 millones de años luz. De esta manera vamos elaborando un mapa tridimensional que nos permite ver algo más que puntos y manchas, y nos ayuda a comprender la vastedad del cosmos.

Vamos a centrar nuestra observación sobre la estrella 1 arietis, una espectacular doble que no nos dejará indiferentes. Situada a 590 años luz, está formada por una estrella amarillenta de magnitud 6.4 y tipo espectral K1, con una secundaria de tipo espectral A6 y magnitud 7.2 que adquiere un bonito color azulado. Su separación es de tan sólo 2.87 segundos de arco, dando la sensación de ser una verdadera doble al primer vistazo. La primera galaxia que cacé fue NGC 697, denominada también NGC 674 por error, una galaxia espiral barrada cuya distancia se estima entre 111 y 138 millones de años luz, distancia a la que también se encuentran el resto de galaxias que la acompañan. No hay información publicada acerca de estas galaxias, siendo algunas fotografías profesionales la principal fuente para describirlas. En NGC 674 destacan dos prominentes y alargados brazos en espiral que se extienden a su alrededor, poblados por regiones HII de color azuladas. Sus brazos no son simétricos, fruto quizás de una pasada interacción con alguna de sus compañeras.

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Se encuentra a 16 minutos de distancia de 1 arietis, por lo cual es fácil englobarlas en el mismo campo del ocular. Para ver el resto de galaxias tendremos que desplazarnos al otro lado de la estrella doble, apareciendo 5 de ellas en el mismo campo. La más brillante, con una magnitud de 11.5, es NGC 691, una bonita espiral vista de frente con marcados brazos y un núcleo puntiforme y brillante. Al telescopio no se aprecia gran detalle, pero una estrella doble aparece a su lado, con sus componentes blanquecinas extremadamente cercanas entre sí. Otras dos débiles galaxias hacen su aparición junto a NGC 691. Son IC 167 y NGC 694, siendo la primera verdaderamente espectacular en fotografías de larga exposición. Es una galaxia espiral que muestra una pequeña barra en su núcleo y dos brazos retorcidos brazos que se expanden en forma de letra “S”, un perfecto ejemplo del tipo de galaxias SBc. También podemos adivinar grumos azules que son muestra de puntos de actividad proliferativa. Visualmente sólo podemos ver el núcleo, quedando sus brazos reservados para aberturas mucho más generosas o astrofotografía. NGC 694, más pequeña, es otra galaxia espiral que muestra unos cortos brazos en un ángulo poco regular, probablemente fruto del contacto previo con alguna galaxia. En la siguiente imagen, de Alson Wong, podemos contemplar el conjunto.

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Por último, otras dos galaxias pueden verse en el mismo campo visual, relativamente brillantes, son NGC 678 y NGC 680, ambas formando una atractiva y contrastada pareja. Mientras que NGC 680 es una galaxia elíptica, con una forma perfectamente redondeada y definida, NGC 678 es una espiral vista de perfil, mostrando su inequívoca silueta cuando las condiciones del cielo son adecuadas. Aún hay más, y es que NGC 678 posee una interesante línea oscura de polvo que atraviesa su ecuador, con algunos entrantes y salientes que denotan una dinámica activa. Necesitaremos, eso sí, una gran abertura para poder distinguirla, así como un cielo realmente oscuro, pero nada nos impide intentar la hazaña conociendo ya su estructura.

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