Nos encanta observar imágenes de galaxias en colisión, y a menudo fantaseamos con el aspecto que tendrá la Vía Láctea cuando “choque” con la Galaxia de Andrómeda… Sin embargo, a menudo nos olvidamos de que ahora mismo nuestra galaxia se encuentra en interacción con, al menos, dos pequeñas galaxias, que se han visto deformadas a su paso por el disco galáctico. Hablamos de la Galaxia Enana del Can Mayor y de la Galaxia Enana Elíptica de Sagitario: hoy vamos a centrarnos en esta última. No debemos confundir la Galaxia Enana Elíptica con la Galaxia Irregular de Sagitario, pues la segunda se encuentra a unos 4 millones de años luz. La elíptica, sin embargo, atraviesa nuestra galaxia como el filo de un sable que se dispusiera a partirla por la mitad. A partir de ahora nos referiremos a este objeto con el nombre de SagDEG (del inglés Sagittarius Dwarf Elliptical Galaxy). Pues bien, SagDEG comenzó sus andaduras como una galaxia elíptica, pero quedó anclada a la Vía Láctea, más masiva, y la potente gravedad de ésta última produjo la deformación de la menor, quedando SagDEG estirada con una elegante forma arqueada. No se descubrió hasta 1994 debido a que sus estrellas se encuentran extremadamente dispersas, además de ocupar un área del cielo difícil de estudiar, justo por detrás del núcleo de la Vía Láctea. Su distancia a la Tierra se ha estimado recientemente en unos 70.000 años luz, y a unos escasos 50.000 años luz del centro galáctico. En unos 100 millones de años volverá a pasar por el núcleo de la Vía Láctea, encuentro que promoverá, probablemente, su definitiva disolución, pasando a formar parte de nuestra galaxia. Pues bien, varios de los cúmulos globulares que podemos observar con nuestro telescopio pertenecen realmente a esta galaxia en vías de extinción: Terzan 7, Terzan 8, Arp 2, y el protagonista de esta entrada: M54. Otros dos cúmulos podrían haber formado parte de la hueste de SagDEG, si bien no está tan claro como con los anteriores: Palomar 12 y Whiting 1.
Vamos a centrarnos, entonces, en Messier 54, un interesante globular que se encuentra en medio del asa de la tetera de Sagitario. Fue descubierto por Messier en 1778, y posteriormente fue conocido también como NGC 6715. Su magnitud se sitúa alrededor de la octava, si bien su magnitud absoluta es de -10, un verdadero portento dentro de los cúmulos globulares. De hecho, M54 cuenta con la luminosidad de 850.000 soles, dispuestos en un espacio de unos 300 años luz de diámetro. Se sitúa a unos 87.000 años luz de distancia, ocupando la región central de esta galaxia enana. Durante los primeros años tras su descubrimiento se barajó la hipótesis de que M54 era el remanente del núcleo de SagDEG, si bien en años posteriores se ha podido comprobar que es un “simple” cúmulo globular que, en los últimos millones de años, ha venido a ocupar el centro de su galaxia de origen. Entre sus estrellas se encontró el primer agujero negro de masa intermedia que formaba parte de un cúmulo globular, con una masa 9.400 veces superior a la de nuestro Sol.
En una noche oscura, miremos a la constelación de Sagitario. Allí, entre las cuatro estrellas que conforman el asa, no veremos nada especial sin más ayuda. Usemos la imaginación para visualizar un enorme filamento que recorre el cielo de norte a sur, estando en su centro M54, como uno de los vestigios que aún quedan de este cuerpo celeste. Visualmente es más débil que los típicos globulares del catálogo Messier, pero no debemos olvidar la gran distancia a la que se encuentra. Apreciable ya con unos pequeños prismáticos, al telescopio se muestra como una esfera difusa con un núcleo pequeño, casi puntiforme y brillante. A su alrededor se dispone una zona más brillante, rodeada a su vez de un halo débil que se pierde al fundirse con el cielo. Apenas una decena de estrellas, diminutas ellas, se pueden distinguir en las zonas periféricas: en la región central se aprecia un sugerente gorgoteo lejano, como si M54 nos diera a entender que guarda en su interior millares de estrellas en ebullición.