Hay paisajes celestes que dejan huella, algo bastante frecuente cuando paseamos por los diversos rincones veraniegos. Hoy vamos a fijarnos en la cola del Escorpión, en una franja del cielo donde podemos observar una llamativa disparidad de formas y colores que conforman tres objetos bien distintos entre sí.
El elemento más característico de este grupo es el cúmulo globular NGC 6441, descubierto en 1826 por James Dunlop. Se encuentra a la considerable distancia de entre 37.500 y 44.000 años luz, lo cual explica la debilidad de sus estrellas. No obstante, el cúmulo es brillante, con una magnitud de 7.5, debido principalmente a que es uno de los globulares más luminosos que existen, con una masa equivalente a 1.6 millones de soles. Se encuentra a unos 12.700 años luz del centro galáctico, siendo además uno de los cúmulos de mayor metalicidad. Es un globular de tipo III, con una importante concentración en sus regiones más internas. De hecho, a pesar de que NGC 6441 cuenta con un diámetro de 175 años luz, la mitad de su brillo se encuentra condensado en los 15 años luz más internos. La población de NGC 6441 es, además, relativamente exótica: podemos encontrar entre sus estrellas un gran número de variables (RR lyrae en su mayoría). Otro de los peculiares habitantes del cúmulo son los púlsares de milisegundo, de los cuales se han contabilizado hasta cuatro (uno de ellos formando un sistema binario con otra estrella). Los púlsares son estrellas de neutrones que se han formado a raíz de explosiones de supernova, girando a velocidades de vértigo (como su nombre indica, pueden girar varias veces sobre sí mismos en un segundo).
NGC 6441 sería aún más impresionante si no hubiera tanto polvo obstruyendo su camino (tendría una magnitud 0.5 superior). Aun así, no podemos quejarnos: si disponemos de un horizonte sur despejado podremos disfrutar de un bonito globular. Es uno de esos cúmulos esféricos que presentan un núcleo brillante que contrasta enormemente con la periferia, más difusa, que se extiende hasta ocupar unos 6 o 7 minutos de arco. Una textura granujienta domina la superficie, y a elevados aumentos se deja ver alguna que otra estrella pululando por la corona. A pesar de lo lejos que está, no podemos negar que transmite cierta sensación de grandeza.
Pero no acaba aquí el disfrute, y es que el segundo objeto es aún más brillante que NGC 6441. Se trata de K scorpii, una brillante gigante roja que reluce con una magnitud de 3.19. Se encuentra a tan sólo 126 años luz de distancia y su diámetro se estima unas 16 veces superior al de nuestro Sol. Su intensa tonalidad deslumbra el campo del ocular, haciendo sombra incluso a NGC 6441, que a su lado parece un lejano fantasma. Rematando este cuadro familiar tenemos a un interesante objeto que se llama Haro 1-36 (o HD 161948). Inicialmente fue considerado una nebulosa planetaria, si bien hoy en día sabemos que es una binaria simbiótica: el número conocido de estos objetos no llega a 200. Son sistemas binarios formados por una gigante roja y una enana blanca. La gigante roja se ha expandido hasta que sus capas más externas superan el lóbulo de Roche, es decir, el punto en el que dejan de sentirse atraídas por su estrella. La enana blanca, más pequeña y densa, queda orbitando inmersa en la gran nube de gas que se está desprendiendo de la gigante roja. Podemos decir, por tanto, que queda orbitando en el interior mismo de su compañera, sumida en un enorme abrazo cósmico. El gas de la gigante roja va siendo atraído y acretado por la enana blanca, y de vez en cuando ésta desprende enormes cantidades de luz a modo de nova: este tipo de objetos pueden fascinarnos en diversas ocasiones. Visualmente Haro 1-36 aparece como una débil estrella ligeramente desenfocada. Apenas alcanza la magnitud 14, aunque nos sorprenderemos si colocamos un filtro OIII: la estrella, de repente, parece cobrar vida y destacar sobre el resto de objetos que pueblan el ocular. Colocando y quitando el filtro OIII sobre nuestros ojos podremos confirmar su presencia sin dejar lugar a dudas, y una vez localizada nos será más fácil de ver sin necesidad de usar el filtro. Así es como mejor podremos disfrutar de esta fortuita unión cósmica.