Uno de los grandes placeres de la astronomía es la capacidad de asombro que es capaz de hacernos sentir. La noche del 25 de marzo me disponía a buscar un objeto del cual sólo sabía su nombre, NGC 3690, una galaxia que se encontraba encuadrada en el “cazo” de la Osa Mayor, en una zona relativamente poco conocida. Lo que vi me hizo frotarme los ojos, alejarme del ocular para respirar profundamente y volver a mirar. La siguiente fotografía muestra uno de los objetos más sorprendentes que podemos encontrar en esta constelación, aunque su tamaño y su brillo no nos lo pongan precisamente fácil:

Los grandes ojos del Hubble nos muestran un baile entre galaxias ante el cual nadie puede quedar indiferentes. Halton Arp incluyó esta pareja de galaxias en su catálogo bajo el nombre de Arp 299, si bien no especificó sus nombres y, por tanto, la consecuente confusión ha reinado en torno a estos objetos. Parece ser que NGC 3690 hace referencia a las dos principales galaxias que se muestran en la fotografía, las dos gigantes que están interactuando, mientras que IC 694 es la pequeña galaxia esferoidal que aparece bajo ellas, ajena al encuentro intergaláctico y situada más allá, a unos 180 millones de años luz de distancia. Las dos grandes protagonistas, que llamaremos NGC 3690E (la oriental) y NGC 3690W (la occidental), se encuentran a 134 millones de años luz, una distancia ya de por sí considerable. Son dos galaxias barradas irregulares que, en el momento actual, presentan un estado avanzado de interacción, de manera que sus discos están entremezclados. Sus núcleos están extremadamente cercanos entre sí, a unos 20 segundos de arco que, a dicha distancia, corresponden a unos 15.000 años luz de separación. Jirones de gas se han desatado a su alrededor, una revuelta de estrellas que salen despedidas en todas direcciones, formando lazos y estructuras que no hacen más que reforzar la sensación de lucha cósmica.
Esta interacción tomó dimensiones más serias hace unos 700 millones de años, generando toda una oleada de formación estelar que se manifiesta en forma de múltiples condensaciones que se pueden apreciar en las fotografías de larga exposición. De esta manera, la emisión de ambas galaxias es extremadamente intensa en ondas de radio e infrarrojo (de hecho, son consideradas como ULIRG, las siglas de ultraluminous infrared galaxy). Presentan una abundante cantidad de hidrógeno molecular, equivalente a unas 10.000 millones de masas solares, así que podemos afirmar que hay gasolina de sobra para seguir formando estrellas durante mucho tiempo. Esta formación desbordada da lugar a la aparición de numerosas supernovas: desde el año 1990 se han registrado 8 de ellas, otro número que supera con creces a cualquier otra galaxia. Las dos últimas tuvieron lugar en 2010, una en cada galaxia, así que es de prever que pronto tendremos más para disfrutar.
El telescopio NuSTAR de la NASA ha observado las galaxias en el ultravioleta, confirmando la presencia de dos agujeros negros en sendas galaxias. El de NGC 3960W se encuentra activo, despidiendo ingentes cantidades de radiación ultravioleta. El otro parece quiescente, silencioso, aunque bien pudiera ser que estuviera rodeado de tanto gas y polvo que quedara oculto en el interior. En un futuro próximo, sea como sea, ambos agujeros negros estarán en su máximo esplendor, con una gran cantidad de gas y estrellas disponibles para servir de alimento.

Pero esta pareja de galaxias tienen algo más para mostrarnos: continuamente hacemos hincapié en que el universo no es algo estático, que cada galaxia está en incansable movimiento. Pues bien, aquí tenemos una irrefutable prueba de que esto ocurre con Arp 299. Se ha descubierto la presencia de una cola de gas que alcanza los 587 millones de años luz, un rastro de gas que las galaxias están dejando a su paso. Situada al norte de las galaxias, este reguero cósmico ha debido tardar, al menos, unos 750 millones de años en formarse. De esta manera las dos galaxias, con su turbulenta relación, acaban salpicando a sus compañeras más cercanas.

NRAO/AUINRAO/AUI and Zoltan G. Levay (STScI) and Juan M. Uson (NRAO)
Y hablando de compañeras cercanas, vamos a mencionar a otra pareja de galaxias que se sitúan al lado y que se conocen como Arp 296. La principal componente, de magnitud 15.7, es una espiral que se llama PGC 35345, mientras que su compañera, de magnitud 18, recibe el peculiar nombre de SDSS J112850.64+583336.7. Por supuesto, quedan fuera de nuestro alcance, al menos ésta última, aunque siempre es interesante contemplar en fotografías el filamento que une a ambas galaxias.

NGC 3690 tiene una magnitud global de 11, siendo detectable incluso en telescopios de 10 cm de apertura. No obstante, si queremos apreciar detalles tendremos que usar telescopios de mayor diámetro. La primera vez que observé estas galaxias con mi Dobson de 30 cm me llamó la atención su brillo, relativamente elevado. Aparecía como una mancha pequeña aunque definida, de apenas 2 minutos de arco de diámetro, por lo que decidí usar el ocular de 7 mm. A 214 aumentos y con visión lateral quedé sorprendido al comprobar que ahí había dos galaxias, no sólo una como tenía en mente. Aún más, pude apreciar algunas diferencias entre ellas. NGC 3690W aparecía más pequeña y redondeada, con un núcleo puntiforme que destacaba sobre su pequeño halo. NGC 3690E, al primer vistazo, parecía más tenue y difusa, aunque en unos pocos segundos de adaptación se convirtió en un todo un regalo para la vista. Poseía una región interna más brillante que se disponía de forma alargada, de norte a sur, rodeada por un halo ovalado fácilmente visible. Sin embargo, al usar visión periférica mostraba una zona ensanchada, aún más débil, que se abría hacia el lado opuesto a su compañera, como un abanico fantasmal que no hacía más que dar fuerza al conjunto, a pesar de su pequeño tamaño. No vi rastro de IC 694, aunque debo decir que tampoco la busqué. Quedé tan embelesado con la pareja de galaxias que mis ojos siguieron tras el ocular hasta que mi vista, cansada por el esfuerzo, me obligó a descansar. Miré a la región interna de la Osa Mayor, pensando en la cantidad de objetos intrigantes que aguardarán esperando su momento…
