Dueto meridional (NGC 246 y NGC 255)

Seguimos en la constelación de Cetus, esta vez para hablar de una pareja de objetos, a la altura de otras parejas como NGC 6712 e IC 1295, NGC 253 y NGC 188, o NGC 6940 y NGC 6946… Este tipo de objetos tiene algo especial, al mostrarnos al mismo tiempo dos variedades de cuerpos celestes completamente diferentes, independientes entre sí, pero que parecen haber nacido el uno para el otro. En esta ocasión nos referimos a una nebulosa planetaria y una lejana galaxia, NGC 246 y NGC 255, ambas fáciles de encontrar cerca de Deneb Algenubi o eta Ceti, el vértice izquierdo del triángulo que marca la cola de Cetus. Como recuerdo mitológico cabe decir que Cetus era el que iba a ser verdugo de Andrómeda, sacrificada por sus padres (Casiopea y Cefeo) como ofrenda por haber ofendido a Poseidon diciendo que su hija era la más bella. Por suerte Perseo llevaba encima una cabeza de Medusa que usó para petrificar al monstruo marino y rescatar a su amada Andrómeda (esta historia viene a ser los tres cerditos de los griegos, así salían de aquellos niños esos guerreros que no conocían el miedo…).

Un ocular que nos proporcione un grado de campo visual ya nos permite apreciar cómodamente a estos dos objetos. NGC 246, también conocida como Caldwell 56 o la nebulosa del esqueleto, es una nebulosa planetaria relativamente grande y con varios misterios a su espalda. Por un lado Herschel la describe en 1785 como un trapecio de cuatro o cinco brillantes estrellas en cuyo interior hay cierta nebulosidad lechosa… Ya de entrada hay algo que no cuadra, ¿cuatro estrellas o cinco? Si son brillantes no debería haber ninguna duda… De hecho, al ver fotografías se ven claramente las estrellas brillantes, y la nebulosa no está encuadrada dentro de ningún trapecio. Observadores con experiencia, en la década de los 80, manifestaron no ser capaces de ver la estrella central de la nebulosa, que brilla con una magnitud 12. Para más inri, dicha estrella a principios de siglo brillaba con una magnitud 9, por lo que ha ido perdiendo brillo gradualmente. ¿Cómo es posible que haya tantas disparidades? Según O’Meara, puede deberse a que una parte de la nebulosa es bastante más débil, por lo que si no se tiene en cuenta esa región, la zona central caería en zona de nebulosa sin estrella central. El hecho de que sea una nebulosa de bajo brillo superficial la hace predisponente a estos errores, que en ocasiones son más bien ilusiones ópticas.

Foto NGC 246Lo que sí está claro es que no todos los días podemos ver una nebulosa planetaria de esta disposición, con estrellas tan brillantes sobre ella. Además, su estrella central es en realidad doble, con una compañera a 3’’8 de distancia. Sería relativamente fácil de separar si no fuera porque brilla con una magnitud 14, inmersa además en la nebulosidad, lo que la pone fuera del alcance de la mayoría de telescopios de aficionado.

NGC 246 es el resultado de la rápida muerte de una estrella, rápida en el sentido astronómico (hablamos de un proceso de unos 10.000 años). Su estrella central va camino de convertirse en una enana blanca, con un diámetro poco mayor que el de la Tierra. A 1.600 años luz de nosotros, es un objeto relativamente cercano que nos permite poder estudiarlo con detenimiento.  Ya a bajos aumentos podemos apreciar “algo” en el ocular que resulta extraño. Con mirada periférica y fijándonos bien somos capaces de apreciar un disco relativamente amplio, de unos 4 minutos de arco, siendo la imagen bastante mejor a 125 aumentos. Vemos claramente entonces su forma redondeada, con cuatro brillantes estrellas en su interior, una de las cuales linda con el borde. El filtro OIII ayuda bastante a aumentar el contraste de esta bonita planetaria, y a altos aumentos ya podemos comprobar que su superficie no es completamente regular. Tras un rato de adaptación conseguí ver dos regiones más oscuras, una situada en el centro y otra un poco hacia la periférica, englobando a una de las estrellas. Es de agradecer estos detalles que aumentan aún más el interés de la planetaria.

NGC246-255

A apenas medio grado de NGC 246 podemos encontrar a su compañero visual, NGC 255, una galaxia espiral que sitúa miles de veces más lejos que la nebulosa, a unos 60 millones de años luz. Es, concretamente, una espiral barrada que se nos presenta de frente, si bien es demasiado pequeña y débil como para apreciar ningún detalle. Sus brazos están plagados de regiones HII y zonas de formación de estrellas azules, lo cual indica que es una galaxia relativamente joven.

Visualmente sólo se aprecia como una mancha redondeada y difusa, fácil de ver a cualquier aumento, si bien no hay detalles que ver, aunque no deja de ser una interesante visión. Contemplar dos objetos tan dispares y tan lejanos al mismo tiempo le hace a uno sentir pequeño, una de las sensaciones de la astronomía, sin duda, que más enganchan.

Sorpresas en la ballena (M77 y NC 1055)

El horizonte avanzaba hacia nosotros velozmente formando un túnel de estrellas que se alargaban  como fideos y se perdían a nuestras espaldas. En cuestión de unos minutos pudimos ver, a lo lejos, nuestro siguiente objetivo. Su núcleo brillaba tanto que parecía querer cegarnos, proyectando sombras contra la pared de la sala de mandos. Rodeándolo, dos brazos en espiral salen del centro, perdiéndose en la periferia, y un halo con forma de anillo engloba el resto de la galaxia. Decidí ponerme las gafas de visiFoto aguejero negroón especial y pulsé el botón de Rayos-X. Un espectáculo apareció ante mis ojos conforme nos íbamos acercando. Pude ver enormes masas de gas que estaban siendo absorbidas por el núcleo, como si cayeran engullidas por un torbellino en el agua, girando tan rápidamente que brillaban y expulsaban chorros de radiación hacia los polos de la galaxia. ¿Por qué ocurría eso? ¿Qué empujaba a ese gas a moverse tan rápidamente? La respuesta no se hizo esperar. Nos acercamos lo suficiente al núcleo, atravesando miles de estrellas, como para ver su interior. Mejor dicho, como para no verlo, porque una esfera completamente oscura ocupaba el centro de la galaxia, rodeada por gases y material de acreción que giraban a su alrededor atraídos por ella. Un agujero negro…

M77 es una galaxia especial, no sólo por su inmenso tamaño (170.000 años luz) o fuerte luminosidad, sino porque esconde en su interior un secreto. A 47 millones de años luz, se descubrió en 1908 que esta galaxia presentaba en su espectro líneas de misión similares a la mayoría de nebulosas planetarias, algo que no es lo que corresponde a una galaxia normal (en esa época ni siquiera se sabía realmente lo que era una galaxia). Cuarenta años después, Seyfert se dio cuenta que había más galaxias que, al igual que M77, producían líneas de emisión, y éstas provenían de un núcleo puntual. Dicho espectro era concordante con la idea de gases moviéndose a altas velocidades, del orden de los 8.500 kilómetros por segundo en las zonas más internas (la velocidad habitual de las estrellas y material cerca de los núcleos de galaxias es de 300 kilómetros por segundo en los más veloces…).

Hoy se sabe que en el corazón de estas galaxias, que reciben el nombre de Galaxias Seyfert, hay objetos altamente densos, agujeros negros supermasivos que atraen la materia que hay a su alrededor, de una manera tan intensa que provocan fuertes corrientes y velocidades. El disco de gas que se forma en su periferia, al caer rápidamente al centro del agujero negro, transforma su energía potencial en una explosión de energía en casi todas las longitudes de onda, especialmente en Rayos-X y Ultravioleta, formando lo que debe ser un espectáculo para los seres que puedan identificar dichas formas de energía.

Se distinguen dos tipos de galaxias Seyfert, en función de la visibilidad de sus dos bandas de gases, la cercana (BLR) está situada a apenas 1-2 años luz del núcleo, y la lejana (NLR) lo hace a partir de esa distancia (al estar más lejos, sus líneas de emisión son más estrechas, siendo las BLR las más anchas debido a la alta velocidad que presentan. Entre ambas nubes se dispone una región de gases oscuros con forma de toroide (de donut), que, en determinadas posiciones oculta la banda más interna. En las galaxias Seyfert tipo 2, la banda toroidal impide la observación de la BLR, mientras que en las Seyfert tipo 1 podemos apreciar las dos nubes de gas.

Dicho esto nos vamos directamente a M77, o NGC 1068, una galaxia espiral prototipo de las galaxias Seyfert tipo 2. Se encuentra junto a la brillante estrella delta Ceti, compartiendo ocular con pocas estrellas, y especialmente cerca de una de la décima magnitud. Ya a bajos aumentos se aprecia una fuerte nebulosidad redondeada, con un brillante núcleo central. A 125 aumentos el halo de la galaxia casi toca a la estrella vecina y el núcleo adquiere cierta forma ovalada. Con visión periférica pude apreciar el comienzo de los brazos espirales, especialmente el meridional, visible como una prolongación del núcleo a ese nivel. El otro brazo, más débil, se extiende tímidamente hacia el norte.

M77

No acaba aquí la cosa. Si tuviera un ocular de gran campo casi podría verlo a la vez, pero el caso es que muy cerca de M77 tenemos otra galaxia igualmente interesante y totalmente distinta. Ambas forman un marco espectacular en cualquier fotografía de larga exposición. NGC 1055 es una galaxia espiral barrada que tiene la particularidad de ofrecernos su silueta vista de canto y, al igual que M104, nFoto M77 NGC 1055os muestra una barra oscura central que atraviesa su núcleo y la divide en dos. La parte inferior no es tan brillante como en la galaxia del sombrero, pero con amplia abertura y buena noche puede cazarse sin problemas. Esta galaxia se encuentra a apenas 440.000 años luz de M77, formando ambas un par físico, siendo parte del Grupo de Galaxias de M77, con ésta última como eje central. NGC 1055 mide 115.000 años luz y muestra una formación estelar especialmente activa, como se puede apreciar por la emisión de radiación en la longitud de onda del monóxido de carbono caliente, característico de las estrellas en formación.

 NGC 1055 ya se aprecia a bajos aumentos como una mancha difusa alargada, formando un bonito triángulo con dos brillantes estrellas que parecen gemelas. El efecto es especialmente agradable. Necesité subir a 214 aumentos para poder distinguir la parte inferior de la barra oscura, como un débil parche de luz alargado, junto a otra estrella brillante. La mala calidad del seeing me hacía verla intermitentemente, pero allí estaba, enviando sus fotones desde tan lejos.

NGC 1055