Lo que Messier se perdió (NGC 2403)

La constelación de Camelopardalis guarda, a pesar de su poco atractivo a simple vista, una importante cantidad de notables objetos de cielo profundo. Ya vistas las inmediaciones de la Cascada de Kemble, nos acercamos ahora a otra región mucho más lejana, en concreto, a 8 millones de años luz de la Tierra. A estas distancias sólo podemos referirnos, por supuesto, a una galaxia, NGC 2403. Llama la atención que no pertenezca al catálogo Messier, siendo quizás el objeto septentrional más brillante que no esté incluido en su lista, más notorio que muchos otros objetos de mayor fama.

NGC 2403, también conocida como Caldwell 7, es una de las galaxias más imponentes de la Nube de galaxias Coma-Escultor, una estructura que engloba varios grupos de galaxias, entre los cuales se encuentra nuestro Grupo Local. Con un diámetro de unos 70.000 años luz, es una galaxia algo menor que la nuestra, que guarda el privilegio de haber albergado las primeras variables cefeidas descubiertas fuera del Grupo Local. El estudio de esas variables, como veremos en otro momento, ha sido fundamental para conocer las distancias en el cosmos. NGC 2403 es una galaxia espiral con una inmensa cantidad de regiones HII de formación estelar, que recuerda vagamente a M33, la Galaxia del Triángulo. Sin embargo, estudios recientes parecen indicar que no predominan en ella los fenómenos de formación, salvo en algunas zonas más periféricas en sus brazos. La región HII más grande y brillante posee nombre propio, NGC 2404, y está al alcance de instrumentos de mediana abertura. Gracias a su cercanía podemos ver a la galaxia relativamente grande en el cielo, con una longitud de unos 20 minutos de arco.

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Se encuentra inclinada unos 15 grados con respecto al plano horizontal, no dejando ver sus brazos de una forma tan clara a como lo haría si estuviera de frente, en cuyo caso el espectáculo sería aún mayor. Dos supernovas han tenido lugar en esta galaxia en el último siglo, una en 1954 y otra 2003. Cuando la observemos tenemos que tener en cuenta que varias estrellas se interponen delante de ella, lo cual ha dado lugar más de una vez a confusiones y “falsas” supernovas, con la consecuente decepción del observador.

Visualmente, NGC 2403 es  perfectamente visible con unos prismáticos 15×70, siendo fácil de encontrar saltando de estrella en estrella a partir de la estrella que marca el hocico de la Osa Mayor, llamada Muscida. También se aprecia en el buscador de 50 mm como una pequeña mancha alargada que pide a gritos mayores aumentos. A 125x la imagen es espectacular, siempre y cuando que la noche sea lo suficientemente oscura y limpia. La galaxia ocupa casi la mitad del ocular, con una forma alargada y un núcleo ovalado muy brillante que contrasta fuertemente con el resto del halo. Algunas estrellas aparecen íntimamente relacionadas con el disco de la galaxia, destacando dos de ellas más brillantes.

NGC 2403

No hace falta esperar mucho tiempo para ver, si la vista se encuentra adaptada, que esta galaxia muestra algunas irregularidades, diferentes densidades que se intuyen desde el primer momento. Con visión periférica, un brazo sale del núcleo y se dirige hacia la izquierda y abajo, rodeando al núcleo por debajo, zona en la que su brillo se realza, haciéndolo especialmente notorio. Al lado de una estrella en el lateral de este brazo aparece una condensación fácilmente detectable, que corresponde a NGC 2403. Otras condensaciones son visibles, destacando una cercana al centro y otra fuera del aparente halo galáctico. El brazo otorga a la imagen una sensación de tridimensionalidad muy agradable, y por momentos el ojo quiere adivinar una compleja trama espiral que se retuerce sobre su núcleo. Al terminar me quedé con la sensación de que se le puede sacar más partido, así que necesitará una nueva cita en las frías noches invernales. Una vez visto un objeto, la mente lo recuerda instintivamente, y la próxima vez resulta más fácil la observación, pudiendo entonces seguir completando el puzzle y encontrar nuevas estructuras y formas en esta bonita galaxia.

Compartiendo el sur (NGC 247 y NGC 288)

Ya hemos podido comprobar que, pese a que la zona sur de Cetus se encuentra muy baja en el horizonte, esconde algunos objetos especialmente interesantes, como NGC 253 y NGC 246. A continuación vamos a ver otros dos objetos que, junto a NGC 253, completan un marco espectacular, al que lo único que le faltaría sería un fondo bien estrellado. Una galaxia y un cúmulo globular comparten los dominios entre Cetus y Escultor con la Galaxia del Escultor, convirtiendo esta zona en una verdadera mina poco transitada.

El primero de ellos, NGC 247, es otra galaxia que pertenece al grupo de galaxias del Escultor, del que NGC 253 es el centro gravitacional. Hasta hace poco se estimaba su distancia a nosotros en poco más de 12 millones de años, gracias a las variables cefeidas. Lo que no se había tenido en cuenta al hacer dichas estimaciones es que estas estrellas se encontraban parapetadas tras una densa masa de gas, sobreestimando así su distancia. Ahora podemos afirmar que NGC 247 se encuentra a 11.1 millones de años luz de la Vía Láctea, fuera de los dominios del Grupo Local. NGC 247 es una galaxia espiral, a veces considerada enana, con unos brazos muy difusos, que mide unos 50.000 años luz de diámetro. Presenta, en uno de sus lados, una región muy poco densa y oscura, que corresponde a la presencia de estrellas rojas, más antiguas y con un brillo más disminuido.

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Visualmente, NGC 247 es apreciable con unos prismáticos 15×70, siempre que contemos con la estabilidad adecuada que proporciona un trípode. En ellos se ve como una mancha difuminada, alargada en sentido en vertical a partir de una estrella más brillante, por encima de NGC  253. Al telescopio esta galaxia es, claramente, una de «las grandes». A 125 aumentos ocupa gran parte del ocular, con unos 20 minutos de arco de longitud, y se muestra como una larga mancha blanquecina con un brillo irregular. Varias estrellas salpican su silueta, marcando uno de sus bordes laterales. En el centro destaca un núcleo brillante, irregular, que adquiere apariencia casi estelar en el punto más céntrico. Otra condensación es fácilmente visible muy cerca del núcleo, un poco hacia abajo. Tras unos minutos frente al ocular tuve la sensación de que su lado más inferior era menos denso, rodeado por partes más brillantes, hecho que pude comprobar posteriormente frente a fotografías. En definitiva, un objeto digno de ver, sobre todo bajo cielos oscuros en los que resalta sin dificultad, y de obligada visita al observar desde regiones meridionales.

NGC 247


NGC 288
es un cúmulo globular que, en oculares de gran campo, puede llegar a compartir escenario con la imponente NGC 253, conformando una imagen que, sin duda, quita el hipo. Situado a cerca de 30.000 años luz de nosotros, es un cúmulo de tipo X, lo cual da una idea de su baja concentracFamily of stars breaking upión de estrellas, algo que podremos comprobar fácilmente al verlo a través del telescopio. Tiene una edad relativamente joven, estimándose en 10.500 millones de años (poco si lo comparamos con los 12.000 millones de años de muchos de sus congéneres). En fotografías de gran aumento, como ésta del Hubble, se pueden apreciar perfectamente algunas estrellas azules, que corresponden a “Blue stragglers” o “azules rezagadas”, de las cuales ya hemos hablado en otros capítulos. Es curioso el efecto que producen entre el resto de estrellas más rojizas, características de los cúmulos globulares.

Esta gran masa de estrellas ya es apreciable en unos prismáticos bien estables, muy cerca de NGC 253. Con el Dobson 300 mm se aprecia perfectamente su baja densidad de estrellas, una nube redondeada de unos 10 minutos de arco con muchas estrellas salpicadas. A diferencia de otros cúmulos no se ve repleta de estrellas, sino que una treintena de ellas salpica toda la zona, de diferentes brillos, dando un interesante efecto de tridimensionalidad. A 214 aumentos pude apreciarlo de una forma mucho más clara una noche en la que el seeing era especialmente bueno, y la imagen es espectacular, a medias entre los grandes cúmulos globulares y los pequeños irresolubles. Sin duda, una zona a la que recurrir en estas noches frías de Otoño.

NGC 288

La Guerra de las Galaxias (el Quinteto de Stephan)

“Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…” podría ser un buen comienzo para la entrada de hoy, y su título sería más acertado que el de la película que se estrena en breve, ya que en la gran pantalla toda la historia transcurre en una misma galaxia, y en el caso que nos ocupa las protagonistas son varias de ellas. Centrándonos en el tema, hoy vamos a hablar una de las mayores catástrofes naturales que podemos observar con nuestros propios ojos, una colisión de proporciones cósmicas, nunca mejor dicho, al alcance de telescopios de mediana abertura. Me refiero al Quinteto de Stephan, también llamado Hickson 92 o Arp 319.

Descubiertas por el francés Édouard Stephan en 1877, fue el primer grupo compacto de galaxias conocido. Por esa época, claro está, nadie se podía imaginar que esas pequeñas nebulosas que tanto poblaban el cielo eran en realidad universos plagados de estrellas (hasta 1924 no se conocería su verdadera naturaleza). Stephan descubrió unas 800 de estas nebulosas, casi todas ellas formando agrupaciones muy tenues y juntas.

El quinteto de Stephan es una agrupación de cinco galaxias de una magnitud alrededor de 13, que se extienden por un espacio de apenas 4 minutos de arco, lo cual da una idea de lo cercanas que están. En la siguiente fotografía podemos apreciarlas en todo su esplendor. Sus componentes son NGC 7317, NGC 7318A, NGC 7318B, NGC 7319 y NGC 7320. A mediados del siglo XX se encontró que estas galaxias se alejaban de nosotros a velocidades en torno a 6.600 kilómetros por segundo, exceptuando a NGC 7320, que lo hacía a unos 786 km/s. Según la Ley de Hubble, esto significa que dicha galaxia se encuentra mucho más cerca, ya que, en resumidas cuentas, cuanto más lejos está un objeto de nosotros, más rápidamente se aleja (es el fenómeno del corrimiento al rojo, que ya vimos en esta entrada). Además, para corroborar dicha afirmación, en las fotografías se llegan a individualizar estrellas en NGC 7320, mientras que las otras galaxias permanecen irresolubles.

Foto stephan

Este grupo de galaxias se encuentran a unos 280 millones de años luz de nosotros, estando NGC 7320 bastante más cerca, a 39 millones de años luz. Parece ser que esta última se encuentra gravitacionalmente asociada a NGC 7331.

NGC 7318 hace referencia a dos galaxias distintas, NGC 7318 A, una galaxia elíptica, y NGC 7318 B, una espiral barrada. La colisión de ésta última con su compañera, que está teniendo lugar actualmente y es la última en entrar a formar parte del grupo, ha formado una onda de energía que puede apreciarse en fotografías, una especie de filamento formado por estrellas y gas que han sido desahuciados de su hogar y lanzados con fiereza al espacio. Este filamento produce una importante cantidad de Rayos X, que el telescopio Chandra ha captado hace unos pocos años, una inmensa nube mayor que nuestra Vía Láctea. Si hay algún planeta con vida entre esas estrellas, sus habitantes deben estar contemplando un paisaje sobrecogedor.

This composite image of X-rays from Chandra (colored light blue) and optical data from the Canada-France-Hawaii Telescope (yellow, red, white, and blue) shows a beautiful new look at the compact group of galaxies known as Stephan’s Quintet. One galaxy is thought to be passing through the others at almost two million miles per hour. This generates a shock wave that heats the gas and creates the ridge of X-ray emission detected by Chandra.

NGC 7317 es una galaxia elíptica algo menor que sus compañeras, partícipe también de esta múltiple colisión entre sistemas. Al otro lado encontramos a NGC 7319, una espiral barrada con dos brazos totalmente deformados. Un filamento de detritus comunica esta galaxia con otra pequeña que se encuentra muy cerca, si bien su magnitud de 16.7 la pone fuera del alcance de la mayoría de los telescopios. Fue “enganchada” hace unos mil millones de años por el grupo de galaxias, y aunque su unión es más débil, sigue formando parte de ellas. NGC 7319 es, además, una galaxia de tipo Seyfert (aquí puedes leer más sobre ellas).

Foto Quinteto.jpg

Fotografía realizada por Aniceto Porcel y Miguel Sangón

Ya terminadas las presentaciones podemos pasar a la observación. Para disfrutar del Quinteto de Stephan es necesaria, además de una noche bien oscura y una buena abertura de telescopio, una atmósfera estable. Un buen seeing será primordial porque necesitaremos usar bastante aumento para verlas lo mejor posible. Se encuentran muy cerca de NGC 7331, por lo que esta bonita galaxia bien merece una visita de camino. La primera vez que las vi la atmósfera estaba especialmente calmada, y me sorprendí de lo claras que pude verlas.

A bajos aumentos se aprecia perfectamente una nubecilla muy tenue que contrasta con la nitidez de las estrellas. A 125 aumentos ya pueden distinguirse varias manchas muy pequeñas y muy juntas entre sí. Necesité subir a 214 aumentos para obtener la mejor imagen, individualizando perfectamente cada una de las componentes. NGC 7318 no era difícil de resolver, como una débil nebulosa doble con sus miembros muy unidos. La visión periférica es fundamental para apreciar los mínimos detalles que podamos ver. NGC 7320 es algo más grande que el resto, siendo NGC 7317 la menor, justo al lado de una débil estrella. Intenté encontrar NGC 7320C, sin tener una clara referencia de su sitio, pero no fui capaz. Quizás con una buena noche y sabiendo su lugar exacto pueda, al menos, intuirse. La última noche que las volví a visitar la atmósfera estaba algo movida, y la calidad empeoró, si bien descompuse sin problemas cada uno de sus miembros. Es una visión muy sugerente poder ver tanta mancha en un espacio tan reducido, y más aún saber lo que implica.

Quinteto de Stephan

Ver el Quinteto de Stephan es una oportunidad única para disfrutar y aprender en directo cómo se relacionan las galaxias entre sí, como interactúan y evolucionan. Dentro de unos miles de millones de años probablemente no exista ningún quinteto, sino una gran galaxia elíptica, mucho más brillante que los componentes actuales. Dudo que haya nadie en la Tierra para verlo cuando ocurra, pero mientras, no tenemos excusa para no deleitarnos con su visión e imaginar lo que debe ser una verdadera “Guerra de las Galaxias”.

Aquí está la imagen con la identificación de cada uno de los componentes del quinteto.

Quinteto de Stephan detalles

El cosmos en Perseus A

La entrada de hoy habla de muchas cosas. De las enormes distancias en el universo, de una de las estructuras más grandes conocidas en el cosmos, mundos lejanos, de colisiones de galaxias a velocidades de vértigo, plasma flotando en el espacio, agujeros negros gigantes, materia oscura, neutrinos, notas musicales a la deriva… Sí, y todo eso en unas pocas páginas y acerca de un solo objeto, el Cúmulo de Perseo, y, en concreto, la región central conocida como Perseus A, que preside la galaxia NGC 1275.

Foto Abell 426

Para comenzar y entrar en materia tenemos que recordar algo de la geografía de nuestro universo. La Vía Láctea, como ya veíamos en esta entrada, se encuentra formando parte del Grupo Local junto a otras 50 galaxias, unidas por la fuerza de la Gravedad en un radio de unos 3 millones de años luz. Pero, a su vez, formamos parte de una estructura mucho más grande, el denominado Supercúmulo de Virgo, cuyo centro es el Cúmulo de Virgo (más concretamente la gran galaxia elíptica M87), a unos 65 millones de años luz, alrededor del cual giramos como la Luna lo hace alrededor de la Tierra. Este supercúmulo está formado por unos 100 cúmulos o grupos más pequeños. Pues bien, el universo entero está constituido por estos cúmulos de galaxias, son los ladrillos que lo componen.

A la gran distancia de 240 millones de años luz encontramos el cúmulo que nos ocupa hoy, el Cúmulo de Perseo, una enorme agrupación de más de 1.000 galaxias que se aglomeran en un espacio de 65 millones de años luz de diámetro.Foto plasma Constituye, de esta manera, uno de los componentes estructurales más grandes que se conocen en el cosmos. Una de las curiosidades que hay tras este cúmulo es que se encuentra inmerso en una inmensa nube de plasma que alcanza temperaturas abrumadoras, llegando a los 55 millones de grados en muchos puntos. Como referencia, basta decir que la superficie de nuestro sol (que también cuenta con plasma entre sus componentes) es de algo más de 5.000 grados. Los expertos no entienden cómo este plasma puede mantener esa temperatura y no haberse disipado en los últimos 10.000 millones de años que se estima a su génesis. Sin embargo, hay una teoría que explicaremos en un momento.

En 2012, un equipo de astrofísicos encontró, gracias al telescopio Chandra de rayos X, una extraña línea en el espectro de esta nebulosa de plasma. Normalmente el espectrógrafo muestra líneas de distintos iones de Hierro, Silicio y otros elementos. Pues bien, un equipo de investigadores captó ese año una línea de emisión que no se corresponde con ningún elemento conocido hasta la fecha. La respuesta a esto es, por ahora, completamente abierta. Hay un amplio abanico de posibilidades, desde partículas exóticas, neutrinos hasta materia oscura. Y es que todavía nos queda mucho por conocer, como muestra esta fotografía, la primera vez que se detectó la materia oscura. Como apunte informativo, la materia oscura es un tipo de materia que ha pasado desapercibida hasta ahora porque no se deja ver por los métodos tradicionales, pero ha sido deducida porque a nuestro universo le falta “masa” para explicar los movimientos de las galaxias, y a esa masa que no encontramos se le ha pasado a denominar materia oscura. Foto materia oscuraCon el telescopio Subaru se
han observado grandes cúmulos de galaxias que actúan como lentes gravitacionales. Aquí puedes leer más sobre ellas, pero resumiendo, la gravedad puede desviar la luz, por lo que un objeto que se encuentre detrás de otro que ejerza una importante fuerza, escondido tras él, puede aparecer a su lado como muestra la siguiente ilustración. Gracias a la observación de este fenómeno, un grupo de científicos pudo deducir la presencia y las dimensiones de la materia oscura que rodeaba a este cúmulo, que se denomina Cúmulo de Fornax. ¿Será esa línea en el espectro una muestra de la materia oscura? La repuesta tendrá que esperar, pero pronto saldremos de dudas.

Volviendo a nuestro Cúmulo de Perseo, observaciones con el telescopio Chandra han revelado, además, la presencia de unas enormes ondas similares a las ondas auditivas, con origen en el centro del Cúmulo, denominado Perseus A. Al parecer, dichas ondas se generan en un agujero negro supermasivo que se encuentra en el corazón de NGC 1275, galaxia en la que nos centraremos a continuación. Este agujero negro es una fuente intensa de radiación en distintas longitudes de onda, además de estas ondas de sonido, que viajan a grandes velocidades, calentando a su paso el espacio que las rodea. Ésta es una de las explicaciones plausibles para explicar que el plasma del cúmulo no se enfríe, porque dichas ondas transfieren parte de su energía al medio, produciendo calor. Como curiosidad, estas ondas tienen una longitud enorme, del orden de años luz.

Foto onda

La nota Do del centro de un piano tiene una longitud de onda de 1 metro. La longitud de las ondas que produce Perseus A es tan grande que producen una música inaudible por nosotros. Si fuéramos capaces de escuchar frecuencias tan bajas (3.03-24 MHz) apreciaríamos, en medio del espacio, la nota Si bemol, pero 57 octavas por debajo del Do central del piano. Me gusta imaginar a una ballena gigante emitiendo su canto grave, nadando por el océano cósmico como una inmensa nave espacial. Se puede decir que, de la misma manera, Perseus A canta en medio de sus galaxias compañeras, ofreciendo un concierto interminable.

Nos centramos finalmente en el centro del cúmulo, en la galaxia NGC 1275. En 1970 se encontró una inmensa fuente de rayos X proveniente de esta región, localizándose especialmente en su centro donde, como ya hemos visto, reside un agujero negro supermasivo. Estudios recientes revelan, además,Foto NGC 1275 que NGC 1275 no es una galaxia, sino dos galaxias interactuando entre sí. Como si de un jugador de Rugby se tratase, una galaxia gigante elíptica fue golpeada violentamente por otra espiral, también de grandes proporciones. La velocidad a la que se han encontrado resulta vertiginosa, alcanzando los 3.000 km por segundo, una centésima parte de la velocidad de la luz (y a nosotros un accidente a 120 km por hora nos parece violento…). Lejos de romper su estructura, la principal afectada ha sido la galaxia espiral, cuyos brazos se dispersaron en todas direcciones, quedando hoy como restos de un brusco encuentro. En fotografías del Hubble podemos apreciar estos brazos, que se muestran como filamentos brillantes que salen del centro de NGC 1275 como las patas de un pulpo, totalmente desestructurados. En ellos se aprecian zonas de formación estelar, probablemente estimuladas por las violentas sacudidas que se han producido, en un claro ejemplo de que la materia nunca se pierde, sino que siempre acaba reutilizándose cuando las condiciones son favorables.

Después de toda esta información, podemos afrontar la observación de este cúmulo con todo a nuestro favor y mayores posibilidades de disfrute. Conocido como Abell 426, el cúmulo de Perseo se encuentra muy cerca de Algol, fácil de encontrar siguiendo una línea de 3 estrellas brillantes. Es importante hacerse con un mapa detallado de la zona y disponer de tiempo para verlo en condiciones. Por este motivo he tardado bastante tiempo en atreverme a dibujarlo. Hace unos meses lo vi por primera vez, pensando que vería solamente a NGC 1275 y NGC 1272. Cuando empecé a ver pequeños manchurrones dispersos por todo el campo del ocular, supe que no era una observación para realizar a la ligera. La otra noche, aprovechando los cielos oscuros del Camino de la Cabra, me decidí a afrontarlo.

A 65 aumentos destacan varias estrellas brillantes, y en medio del campo pude apreciar la brillante galaxia NGC 1275, la protagonista indiscutible de esta historia. Por supuesto, los filamentos de los que hemos hablado son completamente invisibles al telescopio, pero no deja de ser interesante imaginarlos. Muy cerca brilla NGC 1272, y varias manchas más comienzan a aparecer por la zona. Mayores aumentos permiten verlas más fácilmente, aunque necesitaremos mover el tubo para abarcar un mayor número de ellas. Una de ellas me llamó la atención, pues tras unos segundos de adaptación pude comprobar que no era una galaxia, sino dos muy juntas, NGC 1277 y NGC 1278, perfectamente separadas con visión periférica. Otras de similar brillo pueblan todo el campo, y me esforcé para atisbar algunas especialmente débiles que no están en los catálogos tradicionales y cuya magnitud no consigo encontrar, como PGC 12443, PGC 12336 y CGCF 540-89 (sí, son nombres muy raros…).

Abell 426

Cuento un total de 17 galaxias en el campo a bajo aumento. Con la vista ya adaptada completamente, merece la pena concentrarse y verlas, como suelo decir, de forma tridimensional. Hay que hacer un esfuerzo visual por “adelantar” todas las estrellas puntuales, y retirar mentalmente todas esas manchas. Entonces es cuando uno siente verdadero vértigo, como si estuviera al borde un abismo inmenso y oscuro. Es una sensación que engancha y que resulta más fácil cuanto más se practica, dando la sensación de estar volando en una nave espacial. Me llevó un buen rato dibujar todo lo que veía, y probablemente hubiera podido exprimirlo un poco más, pero la búsqueda de tantas pequeñas y difusas manchas es verdaderamente extenuante. Sin embargo, una vez terminado, la sensación merece con creces el esfuerzo dedicado, esa sensación de pequeñez, de formar parte de algo enorme. Definitivamente, no sería igual de interesante si fuéramos el centro del universo.

PD: aquí os dejo una versión con los nombres de las galaxias que aparecen en el dibujo:

Abell 426 detalles

NGC 7331 y su cohorte

Hay objetos que carecen del protagonismo que merecen sólo por no tener nombre propio o no pertenecer al catálogo Messier. NGC 7331 forma parte, sin embargo, del catálogo Caldwell, con la entrada número 30. Es un objeto que, como tantos otros, va ofreciendo cada vez más a medida que se le dedica el tiempo necesario, regalándonos detalles a la vista que no creíamos posible. En otras ocasiones había observado NGC 7331, sobre todo con mi antiguo 200/1000, pero sin dedicarle apenas un minuto. Veía una mancha alargada, con otras muy pequeñas cerca de ella y pasaba al siguiente objeto de la lista… Ahora me doy cuenta de todo el tiempo que he perdido.

NGC 7331 es una increíble galaxia que, hasta hace poco, se creía igual a nuestra Vía Láctea. Sin embargo, desde hace unos años se conoce que guarda más similitud con la galaxia de Andrómeda. Tiene un diámetro de unos 150.000 años luz, y se encuentra a la considerable distancia de 49 millones de años luz (como comparación, M31 se halla a tan solo 2.5 millones de años luz). Pertenece al conocido como grupo de NGC 7331, del que, lógicamente, es el principal miembro. Se nos presenta con una inclinación de 25 grados, mostrándonos elegantemente unos delicados brazos en espiral que Foto NGC 7331salen de un núcleo brillante. En fotografías de larga exposición esta configuración otorga a la imagen una increíble profundidad, dando la sensación de ver un remolino en el agua, acompañado de otras pequeñas galaxias a las que parece querer tragarse.

Se ha descubierto la presencia de dos anillos, uno externo a 20.000 y otro mucho más cercano al núcleo, compuestos por gases y testigos de regiones de importante formación estelar. El resto de la galaxia, por el contrario, es más bien poco prolífica. La zona central, el bulbo, gira en dirección contraria al resto del disco, como si fuera a contracorriente, lo cual hace suponer que se debe a la interacción con otra galaxia hace mucho tiempo, siendo ese bulbo rebelde el vestigio de dicho encuentro. Por si fuera poco, las zonas más cercanas al núcleo se mueven a una velocidad mucho mayor de la esperada, gracias a lo cual se ha deducido la existencia de un agujero negro supermasivo, similar al de nuestra galaxia, con una masa de alrededor de 500 millones de soles. Sería todo un espectáculo poder verlo. Se puede detectar, sin embargo, la emisión de energía en otras longitudes de onda distintas a la luz visible, denominadas LINERs, que se crean cuando la materia se precipita en el agujero negro a altísimas velocidades, cediendo toda su energía al medio. Dos supernovas han sido identificadas en NGC 7331, una en 1959 y otra recientemente, en 2013, que alcanzó poco más de magnitud 15.

Para añadir un atractivo más, NGC 7331 preside un bonito grupo de galaxias, visualmente más pequeñas y débiles que, lejos de compartir territorio, se encuentran diez veces más lejos, a la increíble distancia de 300 millones de años luz. Cuando sus fotones salieron disparados hacia nosotros, en la Tierra ni siquiera habían aparecido los dinosaurios. La más brillante de estas galaxias tiene una magnitud de 13.3, poniéndola fuera de alcance a telescopios de baja abertura. Sea como sea es una visión increíble a cualquier tipo de aumento.

En prismáticos se aprecia, en noches oscuras, como una mancha pequeña apenas perceptible, muy cerca de una de la esquinas de Pegaso (podemos encontrarla a partir de eta Pegasi, estrella que recibe el nombre árabe Matar, que, lejos de lo que pueda parecer, significa estrella afortunada de la lluvia). Un vistazo a bajos aumentos por el Dobson 305 mm ya muestra un disco de unos 10 minutos de arco, alargado con forma ovoidea, un núcleo brillante y algunas pequeñas islas de luz dispersas a uno de sus lados. La mejor visión la obtuve con el Hyperion de 13 mm, mostrando un rico campo de estrellas en el que reina NGC 7331, ocupando casi la mitad del espacio.

El núcleo, muy brillante, tiene cierta forma alargada, y tras muchos minutos ante el ocular pude apreciar unos salientes que le conferían una forma de S no muy pronunciada.

NGC 7331

Más evidente que estos detalles era la presencia de una banda oscura justo detrás de su núcleo, claramente visible con visión periférica. Esa banda es la que se interpone entre dos de sus brazos, fácilmente apreciable en fotografías. Intenté observar aún más. No sabía realmente si había algo más que pudiera captar con el telescopio, pero esperé, respirando profundamente, descansando la vista cada poco tiempo… Al final atisbé, en un momento de estabilidad, un jirón de luz que correspondía a uno de sus brazos, que se abría hacia la periferia y giraba en dirección al resto de galaxias compañeras. Al principio pensé que era sugestión, pero luego pude comprobar varias veces que no me equivocaba, allí había claramente un brazo en espiral. Con una gran alegría me puse a plasmarlo sobre el dibujo.

En cuanto al grupo de lejanas galaxias, se apreciaban perfectamente tres de ellas, NGC 7340, NGC 7337 y NGC 7335, mientras que NGC 7336 era apenas un manchurrón evanescente que aparecía y desaparecía con la visión periférica. Luego comprobé que su magnitud se estima entre 14.4 y 15.3, con lo cual no me extraña que me resultara más difícil. Tras contrastar el dibujo en Internet, noté con sorpresa que, sin quererlo, había registrado otras dos galaxias, mucho más pequeñas y de aspecto estelar, que corresponden a NGC 7333 y NGC 7326, lo cual suma un total de 7 estrellas en el mismo campo (realmente hay algunas otras de aspecto estelar, pero no las registré. Supongo que sabiendo el sitio exacto serán más fáciles de cazar). Así es como terminé la sesión, rectificando mi error de pensar que NGC 7331 no tenía mucho que ofrecer, y teniendo en mi repertorio un gran objeto para ver una y otra vez.

En la siguiente imagen se puede apreciar en detalle la identificación de cada una de las galaxias que rodean a NGC 7331:

NGC 7331 detalles

Sorpresas en la ballena (M77 y NC 1055)

El horizonte avanzaba hacia nosotros velozmente formando un túnel de estrellas que se alargaban  como fideos y se perdían a nuestras espaldas. En cuestión de unos minutos pudimos ver, a lo lejos, nuestro siguiente objetivo. Su núcleo brillaba tanto que parecía querer cegarnos, proyectando sombras contra la pared de la sala de mandos. Rodeándolo, dos brazos en espiral salen del centro, perdiéndose en la periferia, y un halo con forma de anillo engloba el resto de la galaxia. Decidí ponerme las gafas de visiFoto aguejero negroón especial y pulsé el botón de Rayos-X. Un espectáculo apareció ante mis ojos conforme nos íbamos acercando. Pude ver enormes masas de gas que estaban siendo absorbidas por el núcleo, como si cayeran engullidas por un torbellino en el agua, girando tan rápidamente que brillaban y expulsaban chorros de radiación hacia los polos de la galaxia. ¿Por qué ocurría eso? ¿Qué empujaba a ese gas a moverse tan rápidamente? La respuesta no se hizo esperar. Nos acercamos lo suficiente al núcleo, atravesando miles de estrellas, como para ver su interior. Mejor dicho, como para no verlo, porque una esfera completamente oscura ocupaba el centro de la galaxia, rodeada por gases y material de acreción que giraban a su alrededor atraídos por ella. Un agujero negro…

M77 es una galaxia especial, no sólo por su inmenso tamaño (170.000 años luz) o fuerte luminosidad, sino porque esconde en su interior un secreto. A 47 millones de años luz, se descubrió en 1908 que esta galaxia presentaba en su espectro líneas de misión similares a la mayoría de nebulosas planetarias, algo que no es lo que corresponde a una galaxia normal (en esa época ni siquiera se sabía realmente lo que era una galaxia). Cuarenta años después, Seyfert se dio cuenta que había más galaxias que, al igual que M77, producían líneas de emisión, y éstas provenían de un núcleo puntual. Dicho espectro era concordante con la idea de gases moviéndose a altas velocidades, del orden de los 8.500 kilómetros por segundo en las zonas más internas (la velocidad habitual de las estrellas y material cerca de los núcleos de galaxias es de 300 kilómetros por segundo en los más veloces…).

Hoy se sabe que en el corazón de estas galaxias, que reciben el nombre de Galaxias Seyfert, hay objetos altamente densos, agujeros negros supermasivos que atraen la materia que hay a su alrededor, de una manera tan intensa que provocan fuertes corrientes y velocidades. El disco de gas que se forma en su periferia, al caer rápidamente al centro del agujero negro, transforma su energía potencial en una explosión de energía en casi todas las longitudes de onda, especialmente en Rayos-X y Ultravioleta, formando lo que debe ser un espectáculo para los seres que puedan identificar dichas formas de energía.

Se distinguen dos tipos de galaxias Seyfert, en función de la visibilidad de sus dos bandas de gases, la cercana (BLR) está situada a apenas 1-2 años luz del núcleo, y la lejana (NLR) lo hace a partir de esa distancia (al estar más lejos, sus líneas de emisión son más estrechas, siendo las BLR las más anchas debido a la alta velocidad que presentan. Entre ambas nubes se dispone una región de gases oscuros con forma de toroide (de donut), que, en determinadas posiciones oculta la banda más interna. En las galaxias Seyfert tipo 2, la banda toroidal impide la observación de la BLR, mientras que en las Seyfert tipo 1 podemos apreciar las dos nubes de gas.

Dicho esto nos vamos directamente a M77, o NGC 1068, una galaxia espiral prototipo de las galaxias Seyfert tipo 2. Se encuentra junto a la brillante estrella delta Ceti, compartiendo ocular con pocas estrellas, y especialmente cerca de una de la décima magnitud. Ya a bajos aumentos se aprecia una fuerte nebulosidad redondeada, con un brillante núcleo central. A 125 aumentos el halo de la galaxia casi toca a la estrella vecina y el núcleo adquiere cierta forma ovalada. Con visión periférica pude apreciar el comienzo de los brazos espirales, especialmente el meridional, visible como una prolongación del núcleo a ese nivel. El otro brazo, más débil, se extiende tímidamente hacia el norte.

M77

No acaba aquí la cosa. Si tuviera un ocular de gran campo casi podría verlo a la vez, pero el caso es que muy cerca de M77 tenemos otra galaxia igualmente interesante y totalmente distinta. Ambas forman un marco espectacular en cualquier fotografía de larga exposición. NGC 1055 es una galaxia espiral barrada que tiene la particularidad de ofrecernos su silueta vista de canto y, al igual que M104, nFoto M77 NGC 1055os muestra una barra oscura central que atraviesa su núcleo y la divide en dos. La parte inferior no es tan brillante como en la galaxia del sombrero, pero con amplia abertura y buena noche puede cazarse sin problemas. Esta galaxia se encuentra a apenas 440.000 años luz de M77, formando ambas un par físico, siendo parte del Grupo de Galaxias de M77, con ésta última como eje central. NGC 1055 mide 115.000 años luz y muestra una formación estelar especialmente activa, como se puede apreciar por la emisión de radiación en la longitud de onda del monóxido de carbono caliente, característico de las estrellas en formación.

 NGC 1055 ya se aprecia a bajos aumentos como una mancha difusa alargada, formando un bonito triángulo con dos brillantes estrellas que parecen gemelas. El efecto es especialmente agradable. Necesité subir a 214 aumentos para poder distinguir la parte inferior de la barra oscura, como un débil parche de luz alargado, junto a otra estrella brillante. La mala calidad del seeing me hacía verla intermitentemente, pero allí estaba, enviando sus fotones desde tan lejos.

NGC 1055

Superhéroes en Andrómeda

No, no vamos a hablar de la Galaxia de Andrómeda. Ella tendrá su momento de gloria en otro momento, pero hoy le toca el turno a tres objetos de su propia constelación que tienen el valor de plantarle cara con sus interesantes detalles. Vamos a hablar de dos peculiares galaxias (NGC 891 y NGC 404) y una bonita nebulosa planetaria (NGC 7662), todas ellas accesibles a telescopios de pequeña abertura, aunque para distinguir ciertos detalles necesitaremos más anchura y, sobre todo, buenos cielos.

Comenzamos por una galaxia, NGC 891, que está incluida además en el catálogo Caldwell con el número 23. Tiene una importante peculiaridad: es una galaxia extremadamente similar a la nuestra, así que podemos apreciar cómo nos vería un extraterrestre desde una galaxia vecina, viéndonos de perfil (desde NGC 891 no podrían vernos, porque estaríamos ocultos por el plano medio de su “vía láctea”, tras oscuras nebulosas, como ahora veremos). Se encuentra a unos 32 millones de años luz, bastante lejos de los límites de nuestro Grupo Local, y mide 110.000 años luz de diámetro. Pertenece al denominado Grupo de NGC 1023, acompañando a esta y a otras 40 galaxias, que se alejan de nosotros a unos 500 km por segundo. Para hacernos una idea, cuando la luz de NGC 891 salió hacia nosotros, en la tierra ni siquiera existían los simios. Fue en esa época cuando se congeló la Antártida y los mamíferos se diversificaron y comenzaron a evolucionar rápidamente.

Foto - NGC 891

Su característica más llamativa, quizás, sea la impresionante franja oscura que atraviesa la galaxia de extremo a extremo, que puede apreciarse en todo su esplendor en fotografías de larga exposición. Además, se ven entrantes oscuros perpendiculares a esta línea, como desgarros violentos que son muestra de que el universo es cualquier cosa menos estático. Estos “dedos” oscuros pueden llegar a medir 4.500 años luz, y se deben probablemente a explosiones de supernovas. En su núcleo hay una gran región HII que hace patente su activa formación de estrellas y hace suponer, gracias a recientes estudios, la presencia de una barra central similar a nuestra galaxia.

Al telescopio es fácil de ubicar, al lado de la impresionante estrella Gamma Andromedae o Almach, que ya podemos aprovechar para ver de camino (dos componentes a 9.8’’ de distancia y con un contraste de color impresionante, azul y amarillo) y que merece una entrada a parte. NGC 891 es una galaxia de relativo bajo brillo superficial, cosa que hay que tener en cuenta al buscarla. Una vez en el ocular, obtengo la mejor visión a 125 aumentos, como la mayoría de los objetos que he visto últimamente (el Hyperion 13 mm es una maravilla…). Se aprecia perfectamente su silueta de perfil y un brillo de mayor intensidad en el núcleo, que se va perdiendo hacia los extremos. Es grande, más de lo que parece en un primer momento. La primera vez que la vi no tenía apuntado ningún detalle sobre ella, así que tuve que pestañear y volver a mirar varias veces para convencerme de que estaba viendo una línea oscura que la atravesaba por el centro, de modo similar a NGC 4565 (un poco más débil, según recuerdo). Mayores aumentos disminuyen el brillo global pero no hacen desaparecer la barra oscura.

NGC 891

El siguiente objeto es NGC 7662, una nebulosa planetaria a medio camino entre las constelaciones de Andrómeda y Lacerta, situada a una distancia de 2.000-6.000 años luz. Es una nebulosa de forma circular que brilla con una magnitud de 8.6.  El núcleo de su estrella central, una enana azul, es de los más calientes que se conocen, con una temperatura cercana a los 75.000 grados. Además, esta estrella es variable, cambiando su magnitud de 12 a 16, por lo que en algunas ocasiones no podremos ver rastro de ella (de hecho es difícil de ver incluso en sus máximos, ya que se halla parcialmente cubierta por una capa de gas).

A 65 aumentos ya muestra su aspecto redondeado, mayor que las estrellas que la rodean, pero no deja ver ninguna irregularidad. Una pequeña pelota que flota en un campo no especialmente rico en estrellas. A 125x la imagen mejora considerablemente, aumentando el tamaño de NGC 7662. Ver o no el detalle interno depende de la noche, tanto de la oscuridad del cielo como del seeing. El 10 de septiembre, en lo alto de un monte cerca de Granada, las condiciones fueron suficientemente buenas como para apreciar el anillo interno, más pequeño y de mayor brillo que el resto de la nebulosa, que resaltaba especialmente con mirada periférica. Una tímida estrella brilla en su centro, así que puedo considerar afortunado por observarla en un buen momento. Poniendo el ocular de 7 mm, con 214x, la imagen no pierde excesivo brillo (NGC 7662 aguanta bien los aumentos), pero las turbulencias me impedían visualizar correctamente el anillo interno. Los filtros tampoco me ayudaron mucho. Me he dado cuenta de que cuando la noche es buena no suelo apreciar mejoría en las nebulosas planetarias con el OIII, es más, incluso empeora el contraste (me refiero a las planetarias pequeñas y densas, claro, no a los Velos o la Hélice, por ejemplo). Como siempre, dediqué unos minutos a recrear en mi mente e imaginar el escenario desde un punto de vista más cercano, la diminuta estrella ionizando esa inmensa capa de nubes e impregnándola de un brillo fantasmagórico (se estima un diámetro de 0.8 años luz a la nebulosa).

NGC 7662

Para terminar esta sección de superhéroes hay que nombrar a NGC 404, también conocida como el fantasma de Mirach, por encontrarse lindando con dicha estrella, Beta Andromedae. El espectáculo de ver una estrella tan brillante y con ese tono a medias entre amarillo oscuro y anaranjado, junto con una débil mancha de luz redondeada y difusa, no tiene precio. Esa luz difusa no es sino una galaxia lenticular que se encuentra a 10 millones de años luz, muy cerca de nuestro Grupo Local pero sin estar atraída por él. Este tipo de galaxias se caracteriza por presentar una población de estrellas en fase avanzada de evolución, con abundantes gigantes rojas. Sin embargo, recientes estudios han encontrado dos anillos de estrellas azules y jóvenes concéntricos al núcleo de la galaxia, así como regiones de hidrógeno, que son reflejo de un proceso importante de formación estelar. ¿Cómo es posible que una galaxia “vieja” esté creando estrellas? Parece ser que NGC 404 era anteriormente una galaxia espiral que, hace mil millones de años, colisionó con otras galaxias, alterando su estructura y reactivándose su proliferación de estrellas. Un agujero negro reina en su interior, con una masa de entre 100.000 y 400.000 soles.

NGC 404

Al telescopio la vista es sobrecogedora a cualquier aumento. El fuerte brillo de Mirach no es suficiente para eclipsar a NGC 404, que da la cara como una mancha difusa y perfectamente redondeada, con un núcleo brillante. Cualquier aumento es bueno para observar a este par, ya que la galaxia resiste altos aumentos sin ningún problema. Su alto brillo superficial la hace un buen objetivo para observar desde ciudad, y su cercanía a Mirach la hace idónea para no perderse. No hay excusa para no saludarla siempre que rondemos cerca.

Una pequeña familia

No flotamos a la deriva. Nuestra galaxia no entiende de eventos aleatorios, y como muestra, se desplaza influenciada por otras galaxias, cercanas y lejanas, con las comparte una de las fuerzas más intensas: la gravedad. En ocasiones hablaremos de algunas galaxias determinadas como M31, M33, NGC 157 y otras tantas, que compartirán entre sí un importante detalle. Todas ellas son miembros de una importante familia que nos acompaña en nuestro viaje por el cosmos, todas ellas, junto a nuestra Vía Láctea, conforman el denominado Grupo Local. Por tanto, creo conveniente dedicar unas palabras acerca de este sistema para poder, más adelante, ubicar sus elementos y tener una visión de conjunto mucho más completa.

Empezaremos por una introducción cercana, partiendo de nuestro planeta, para luego poder ser conscientes de las enormes distancias de las que hablamos. Nuestro solitario Sol es una estrella que se encuentra a 150 millones de kilómetros. La luz que sale de sus reacciones de fusión nuclear tarda 8.3 minutos en alcanzar la tierra (está, por tanto, a 8.3 minutos luz). Cada planeta va aumentando un poco esta distancia según la ley de Titus-Bode (que nos ocupará otra entrada), de forma que Plutón (aunque no sea un planeta) se encuentra a casi 6.000 millones de kilómetros (40 veces más lejos que la tierra del Sol) o 5 horas y media a la velocidad de la luz. Sin embargo Plutón no es el objeto más lejano de nuestro sistema solar: la nube de Oort es un cinturón de rocas orbitando el sol que llega a la increíble distancia de un año luz (9.46 billones de kilómetros). Para hacernos una idea, una simple comparación. Si el sol es una pequeña canica y se encuentra de la tierra a 10 metros, Plutón se encontraría a 400 metros. Si quisiésemos ver el final de la Nube de Oort deberíamos cruzar la mitad de la Península, porque terminaría a 630 kilómetros.

Pasamos al siguiente nivel en cuanto a distancias. Proxima Centauri, la estrella más cercana al sol, se encuentra al cuádruple de distancia de la Nube de Oort, a 4 años luz (desde Almería hasta el norte de Francia si tomamos el ejemplo de la canica). A partir de ahí las estrellas van haciendo su aparición paulatinamente. Si nos alejamos lo suficiente veremos entonces que esos millares de puntos se van agrupando en forma de brazos en espiral que dan forma a nuestra galaxia. La vía láctea se nos presenta entonces como una inmensa aglomeración con un brillante núcleo en forma de barra del que salen multitud de brazos. Rodeando a la galaxia podemos ver más de cien cúmulos globulares, girando a su alrededor (en esta entrada podéis leer acerca de los cúmulos globulares). Más allá de esta imagen encontramos más galaxias, miles de millones de galaxias que se reúnen formando grupos, cúmulos y supercúmulos, y que rellenan el inmenso universo en el que nos ha tocado vivir.

Pero vamos a hablar ya del grupo de galaxias del que formamos parte. Podemos comenzar estableciendo unos ejes principales en este Grupo Local, formados por nuestra propia galaxia, la Galaxia de Andrómeda (M31) y la Galaxia del Triángulo (M33). Son los pilares sobre los cuales se erigen el resto de componentes. M31 dista de nosotros 2.5 millones de años luz, mientras que M33 está un poco más allá, a una media de 2.8 millones de años luz. Estos dos objetos son los más lejanos que podemos ver a simple vista (todavía no lo he conseguido con M33) bajo un cielo bien oscuro. Recientemente se ha comprobado que ésta última podría llegar a considerarse un gran satélite de M31.

En la siguiente imagen tenéis una representación tridimensional del Grupo Local, apreciándose una multitud de pequeñas galaxias rodeando a las mayores ya mencionadas. Las que rodean a nuestra Vía Láctea son especialmente difíciles de ver, porque presentan un brillo superficial extremadamente pequeño diseminado en un tamaño demasiado grande. Las dos protagonistas a corta distancia son, sin duda, las Nubes de Magallanes, pero por desgracia están vetadas a los observadores del hemisferio norte, así que habrá que esperar a viajar a regiones meridionales.

Grupo_Local

Hay al menos 46 componentes de este grupo, número que aumentará probablemente, ya que algunas galaxias enanas se esconden a conciencia incluso a ojos de los mayores telescopios.

Sin embargo, desde nuestro humilde observatorio podemos alcanzar a ver un buen número de estos vecinos, empezando por las principales M33 y M31 (junto con M32 y M110, sus satélites). Tan grandes son que podremos distinguir en ellas un buen número de detalles, como veremos próximamente en entradas específicas. Pero no sólo estos gigantes son accesibles a nuestros telescoios. Tenemos, cerca de M31, a NGC 185, NGC 147 e IC 10, esperando para que apuntemos a ellas. Algo más difíciles de ver, en una buena noche no supondrán problema alguno. NGC 6822 e IC 1613 son otros ejemplos, en Sagitario y Cetus, respectivamente. Para verlas es importante saber lo que se busca: algo muy grande y algo muy débil…

La siguiente imagen muestra la zona principal, a grandes rasgos, donde se concentran la mayor parte de galaxias de nuestro Grupo Local, siendo perfectamente accesibles desde nuestro hemisferio.

Grupo Local Centrada

Intentemos mirar en una noche estrellada a esta región con las posiciones de las galaxias metidas en nuestra mente. Situemos primero a M31 y M33, fácilmente reconocibles y enmarcadas, y luego recordemos la situación del resto de principales componentes. Hagamos un esfuerzo y démosle profundidad al campo para comprender la estructura de nuestro pequeño grupo galáctico. Si sentimos vértigo sabremos que lo estamos haciendo bien.

Grupo Local general