El reflejo de la perla de Berenice (M53 y NGC 5053)

Al escuchar el nombre de la Cabellera de Berenice uno piensa en las incontables galaxias que pueblan la zona que va desde esta constelación hasta Leo, pasando por Virgo. Por eso, es llamativa la presencia entre sus estrellas de dos cúmulos globulares, tan cercanos entre sí que se pueden ver bajo el mismo ocular, pero tan distintos que nadie diría que han compartido su origen y su larga vida. La constelación de Coma Berenices forma una especie de triángulo rectángulo, estando en uno de sus extremos Melotte 111, uno de los cúmulos abiertos más cercanos al Sistema Solar que veremos con detenimiento en otra entrada. En el otro extremo brilla la estrella Alfa Com, una estrella de magnitud 4.3 que recibe el poético nombre Diadem, simbolizando la diadema que adorna la cabellera. Es una estrella doble situada a apenas 60 años luz de nosotros, con sus dos componentes extremadamente juntas, separándose un máximo de 0.7 segundos de arco. La siguiente fotografía, de Adriano Valvasori, muestra en el mismo campo a los dos globulares que hoy nos ocupan, pudiendo apreciarse a simple las diferencias tan notorias que los caracterizan.

Foto M53.jpg

Muy cerca de Diadem, a un grado de distancia, encontramos, en primer lugar, a M53, un cúmulo globular descubierto por Johann Elert Bode en 1977 y catalogado dos años después por Messier. Ninguno de ellos vio estrella alguna, sino que fue Herschel el primero en resolver sus componentes. M53 es uno de los globulares más alejados del núcleo galáctico, a unos 60.000 años luz de distancia. Se encuentra a 58.000 años luz de nosotros, por lo que forma un triángulo isósceles casi perfecto. A lo largo de 220 años luz de diámetro se disponen miles de estrellas atraídas por la gravedad, unidas desde hace más de 12 mil millones de años. Se han encontrado en este cúmulo más de 200 azules rezagadas, esas estrellas azuladas que se han formado por la colisión entre otras dos estrellas, y unas 50 variables de tipo RR Lyrae. Se considera un cúmulo globular de clase V en la clasificación que Shapley y Sawyer Hogg propusieron en los años 20. En dicha clasificación los globulares de clase I son los que presentan una mayor concentración, mientras que los de clase XII son extremadamente dispersos.

Podremos apreciar esta característica cuando miremos a través del ocular. M53 es visible a través del buscador siempre y cuando la noche sea lo suficientemente oscura. Con el Hyperion de 13 mm, a 125 aumentos, es un cúmulo globular muy atractivo capaz de retener nuestra mirada durante un buen rato. A lo largo de un diámetro de unos 10 minutos de arco se disponen decenas de estrellas conformando una esfera con un gradiente relativamente marcado. En su centro parecen agolparse, con un brillo de fondo que no es más que el reflejo de sus miles de componentes fulgurando al unísono. Las estrellas van disminuyendo su densidad conforme nos alejamos hacia la periferia, y la visión lateral nos muestra, sin mayor problema, dos “cuernos”, dos prolongaciones que sobresalen del núcleo y se apuntan hacia el sur. Este tipo de detalles suelen estar reservados para los observadores visuales, ya que en fotografías, la inmensa cantidad de estrellas recogidas hace imposible distinguirlos.

M53.png

NGC 5053 es otro globular que se encuentra a menos de un grado de distancia de M53. Y no es sólo una cercanía aparente la que se profesan ambos cuerpos, sino que también están muy próximos en la realidad, estando NGC 5053 a 56.700 años luz de nosotros. Con 160 años luz de diámetro, es uno de los cúmulos globulares de menor contenido metálico y, por tanto, uno de los más antiguos que conocemos. Por otro lado, es extremadamente pobre en estrellas, contando con apenas 20.000 componentes dispuestas con una concentración mucho menor que su compañero. En la clasificación Shapley-Sawyer, NGC 5053 se cataloga como un cúmulo de clase XI, gracias a lo cual nos sirve de referente para compararlo con M53, cuya clase, si recordamos, era V. La magnitud 9.47 otorgada a NGC 5053 puede llevar a un error a aquel que crea que es sencillo de observar, pues su brillo superficial es extremadamente débil, de manera que sus estrellas más brillantes alcanzan la magnitud 13.8. Uno se pregunta cómo puede haber tanta diferencia entre dos cúmulos globulares tan cercanos entre sí. NGC 5053 podría formar parte de los restos de marea de la Galaxia Enana de Sagitario, que actualmente se halla “esparcida” alrededor de nuestra propia galaxia. El intenso empuje que habría sufrido sería, por tanto, una posible explicación para dicha escasez de estrellas.

A la hora de observarlo hay que prever su extremadamente bajo brillo superficial y su exigencia con un cielo realmente oscuro. Las primeras observaciones que hice de este cúmulo fueron bajo cielos relativamente buenos, pero en días de humedad elevada que transmitía la contaminación lumínica de Granada. Era entonces una nebulosidad difusa sin bordes claros, apenas perceptible con visión periférica, y alguna estrella débil quería asomar en su superficie. Sin embargo, hace unas semanas tuve la oportunidad de observar bajo uno de los mejores cielos que conozco y en una noche especialmente cristalina, y pude apreciar el cambio tan grande. La nebulosidad era mucho más aparente y de forma redondeada, con unos 10 minutos de diámetro. En seguida pude comprobar que toda su superficie se hallaba salpimentada por diminutas estrellas, algunas tan tenues que desaparecían rápidamente al fijar la mirada sobre ellas. Tuve la sensación entonces de estar contemplando un cúmulo globular, aunque fuera uno tan disperso, aunque si me hubieran dicho que era un lejano cúmulo abierto también me lo habría creído. Lo más llamativo, quizás, sea moverse de M53 a NGC 5053 varias veces para contemplar dos caras tan distintas de una misma moneda y para comprender que el cielo es extremadamente variable y su oferta de colores, formas y brillos, infinita. En este caso pareciera que M53, brillante y distinguido, se estuviera mirando en un espejo antiguo y deslustrado que apenas refleja una oscura sombra. Sin embargo, no podemos negar que esa sombra resulta enormemente interesante y, a su manera, llamativa.

NGC 5053

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