Paul Hickson compiló, en 1982, una lista de agrupaciones galácticas que compartían un espacio reducido del cielo, convirtiéndose hoy en una fuente de inspiración para observaciones astronómicas. El más famoso es, probablemente, el quinteto de Stephan, pero hay un centenar de ellos a la espera de ser estudiados, muchos al alcance de un Dobson de 30 cm. Hoy vamos a estudiar el grupo conocido como Hickson 61 o, coloquialmente hablando, «la caja».

Adam Block/Mount Lemmon SkyCenter/University of Arizona
Se trata de cuatro galaxias dispuestas en una región del cielo de 3.8 minutos de diámetro y cuya estructura se asemeja a un cuadrilátero casi perfecto. Se encuentran en la constelación de Coma Berenices, un lugar donde podemos perdernos con facilidad entre tanta galaxia, si bien la mayoría son más débiles que las de Virgo. Tres de las galaxias de Hickson 61 forman un verdadero grupo a la misma distancia de nosotros, unos respetables 180 millones de años luz. NGC 4169 es la galaxia más brillante, una lenticular de magnitud 13 y un brillo superficial elevado que la pone al alcance de pequeños telescopios. NGC 4174, a su lado, es una espiral algo más débil, de magnitud 13.3, que aparece al telescopio como una pequeña mancha ligeramente alargada.
Las dos restantes galaxias son, quizás, las más interesantes de esta pequeña familia, ya que parecen estar perfectamente alineadas entre sí. NGC 4175, también situada a 180 millones de años luz, es otra galaxia espiral que nos muestra su perfil, de manera que aparece como un arañazo en el cielo, una mancha alargada de magnitud 13.2 y un brillo superficial relativamente alto. Dejamos para el final la más interesante de las cuatro: NGC 4173. Es, así mismo, la más difícil de observar. Es una espiral aun más perfilada que su compañera, a la que parece tocar, aunque la realidad es bien distinta. Se encuentra a tan sólo 50 millones de años luz, motivo por el cual presenta el mayor tamaño de todas. Sin embargo, su brillo superficial es excepcionalmente bajo, de manera que sólo podremos verla si observamos bajo cielos oscuros. Es una espiral que presenta cierta textura heterogénea e irregular, y estudios recientes sugieren que es el resultado de la interacción entre dos galaxias. Sea como sea, llama la atención su extrema debilidad a pesar de su cercanía. En fotografías de larga exposición destaca su color azulado debido a una reciente proliferación estelar, color que contrasta con el amarillento de sus compañeras. Al telescopio no apreciaremos colores, aunque es realmente llamativo y sugestivo contemplar ese rectángulo casi perfecto de nubes fantasmales. Tendremos que usar la visión periférica para verlas al completo, pero el tiempo dedicado, sin duda, habrá merecido la pena.
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