Proseguimos con nuestro viaje entre los cúmulos de Ofiuco bordeando la nebulosa de la Pipa, siguiendo el camino que marca su larga y contrastada cánula. Nuestra primera parada de esta etapa es NGC 3616, un concentrado cúmulo globular de tipo III. Fue descubierto por William Herschel en 1784 y se sitúa justo al norte de NGC 6304. Si sobrevoláramos la Vía Láctea lo podríamos ver al otro lado del núcleo, a unos 36.000 años luz de nuestro planeta, en una turbulenta zona repleta de gas polvo. De hecho, presenta una metalicidad especialmente elevada, ya que al estar tan cerca del núcleo ha encontrado a su paso elementos muy pesados que otras estrellas, tras su muerte, han dejado esparcidas por esa zona. Su diámetro se estima en unos 60 años luz, siendo su diámetro aparente de e 5 minutos de arco. Con una magnitud de 8.1, recuerda bastante a NGC 6304, con un núcleo muy brillante y pequeño, de menos de un minuto de arco, con un halo bastante débil. En este caso no conseguí apreciar ninguna de sus estrellas, permaneciendo todo el rato como una nebulosa redondeada de núcleo brillante, más parecido a una pequeña galaxia elíptica: no es fácil destacar cuando el núcleo de toda una galaxia se encuentra a medio camino.
Más interesante nos resultará NGC 6293, un bonito globular que se encuentra a unos 31.000 años luz de distancia, a tan sólo 4.000 del centro galáctico. Sin embargo, una mirada basta para saber que no ha salido tan “perjudicado” de la situación como su compañero. NGC 6293 fue descubierto por el cazador de cometas Lewis A. Swift en 1885 y es un globular de tipo IV. Curiosamente, de todos los cúmulos globulares situados a 10.000 años luz del núcleo de la galaxia, éste es el segundo de menor metalicidad: no sería extraño que su lugar de origen resida mucho más lejos de esta ajetreada zona. Su baja metalicidad se relaciona además con su edad, estimada en unos 14.000 millones de años. Sí, sabemos que el universo tiene una edad de 13.700 millones de años, con lo cual sería un disparate afirmar que la edad de NGC 6293 es superior, debería haberse formado antes de que se produjera el Big Bang: sin embargo, su edad estimada, más imprecisa que la edad del universo, nos hace ver que es uno de los globulares más antiguos conocidos. M92 tiene una edad similar, aunque se encuentra a 31.000 años luz del centro galáctico, lo cual parece hablar en favor de que los globulares se formaron por igual en distintos lugares de la Vía Láctea (algo importante que contradice algunas teorías de formación de cúmulos globulares, según las cuales estos objetos se habrían formado cronológicamente desde las regiones más internas hacia el exterior de la galaxia).
NGC 6293 tiene una magnitud 8.3 que se reparte por un tamaño de unos 8 minutos de arco (equivalente a 70 años luz). Presenta un brillante y pequeño núcleo, similar a los que ya hemos contemplado en los cúmulos previos. Sin embargo, la periferia de NGC 6293 es mucho más llamativa, pudiendo diferenciarse en dos zonas de distinto brillo. En la zona media titilan unas diez estrellas luchando por hacerse notar, mientras que en las regiones más externas apenas encontramos dos o tres. En el centro, a pesar de su mayor intensidad, no se resuelven estrellas individualizadas, aunque adquiere una interesante textura granujienta. Justo a su lado hay dos estrellas muy cercanas entre sí que, curiosamente, fueron denominadas como NGC 6294 por John Herschel. Parece ser que vio en ellas un objeto nebuloso que describió como “débil, pequeño, gradualmente brillante en el centro, con un cúmulo globular al oeste”. En el catálogo IC ya aparece como lo que es, una estrella doble cuyos componentes, de magnitud 13 y 13.5, se encuentran separadas por 8 segundos de arco. Cuando lo observé con mi Dobson me sorprendió encontrar una zona especialmente oscura y desprovista de estrellas al este del cúmulo, probablemente parte del gran complejo de gas que puebla esta región del cielo.
No muy lejos de allí, NGC 6355 es un cúmulo globular extremadamente apagado por estas nubes oscuras, en concreto por una conocida como LDN 1793. El cúmulo fue descubierto por Herschel en 1784 y se sitúa a 31.000 años luz, compartiendo parcela con NGC 6293. Sin embargo, no podían ser más diferentes al ocular. A pesar de no ver la nebulosa oscura de la que habíamos hablado pueden apreciarse sus efectos sobre esta familia de estrellas. Aparece con el Dobson de 30 cm como una esfera extremadamente tenue, sin ninguna diferencia entre el centro y la periferia, necesitando visión periférica para poder verlo con claridad. Apenas diez estrellas se dispersan sobre su superficie, brillando con extrema timidez.
Vamos a terminar el capítulo de hoy con el sexto globular de la zona, más al norte, pero antes nos detendremos en una magnífica estrella doble. La descubrí de casualidad mientras navegaba por la zona, dejándome sorprender por sus dos contrastadas estrellas. Se trata de omicron Ophiuci, un sistema binario que debería estar en las mejores listas de verano. La principal es una gigante amarilla de tipo espectral G y magnitud 5.20, mientras que la secundaria brilla con magnitud 6.80 y es de tipo espectral F, reluciendo como un llamativo punto azul pálido. Cuando nos cansemos de contemplar a esta singular pareja podemos mover el tubo hacia arriba, hasta que entre en campo NGC 6325.
Es fácil comprobar las similitudes entre NGC 6325 y NGC 6355: ambos tienen un tamaño de unos 4 minutos de arco y ambos se encuentran intensamente “tapados” por nubes de polvo. El campo estelar que rodea a NGC 6325 es más pobre aún, oculto por la nebulosa LDN 28. Fue descubierto por John Herschel en 1835 y, a pesar de ser de tipo IV, el fuerte oscurecimiento que sufre lo hace parecer mucho menos concentrado. Se encuentra a unos 25.000 años luz, es decir, por delante del núcleo de la galaxia, aunque su mayor cercanía no nos facilitará la tarea al observarlo. La descripción de 6355 podría aplicarse en este caso, aunque quitando de su superficie las débiles estrellas que se dejaban ver. NGC 6325 aparece como una simple nebulosa redondeada sin ningún otro detalle que mostrar, al menos a telescopios de apertura media. Podría parecer poco interesante, pero en una zona tan rica en cúmulos globulares se agradece que haya variedad, permitiéndonos apreciar tan diferentes formas y texturas.
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